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viernes, 4 de octubre de 2013

PUERTAS AL CAMPO


No sé si el titular es el más apropiado teniendo en cuenta el incremento de los hurtos en el campo valenciano. Pero es útil para describir la actual disolución de las fronteras informativas. El sábado 28 de septiembre, JJ Pérez Benlloch se preguntaba en EL PAÍS por qué motivos los valencianos seguíamos sin poder ver la TV3, cuando no hay impedimentos, ni técnicos, ni legales. La reflexión del veterano periodista era oportuna. En momentos de debates soberanistas, nada mejor que saber de primera mano qué piensan nuestros vecinos del norte. El Consell boicotea la información externa y anula la interna, o sea RTVV.

            El PP ha convertido el mapa audiovisual valenciano en un estercolero. Parte de la culpa la tiene el TDT Party. La concesión de licencias para la Televisión Digital Terrestre fue pergeñada por el locuaz González Pons, en connivencia con el ex Molt Honorable Paco Camps. Las licencias fueron a parar a amigachos del PP, genios de la especulación y otras prendas de parecida calaña sin remota idea de periodismo. La Justicia dictaminó la ilegalidad del reparto, impugnado por Tele Elx y del que quedaron excluidas algunas de las empresas audiovisuales más solventes de nuestro país. Ha pasado más de un año de esta sentencia y el Consell no ha hecho nada para enmendar la ilegalidad. Es más, ha anunciado a bombo y platillo que no piensa hacer nada. ¿No es para indignarse?  



URNAS

            No abandono los tribunales. “El tripartito me aterra”, dijo Rita tras el subidón que le dio la decisión del TSJ de no acusarla, por ahora, de dar contratos a dedo a Urdangarín por el solo hecho de ser quién era. Menos mal que ahí están las hemerotecas para dar fe de cómo ella y su ahijado, hablo de Camps, abrieron en canal las arcas públicas para que el yerno morganático –no sé si le corresponde este adjetivo- las saqueara. Por ahora, Rita no tiene responsabilidades penales. Pero, ¿y políticas?

            Parece que a Rita le pasa lo mismo que a Franco, al dictador también le aterraba el pluralismo democrático. Lo que más les gusta a ambos es el partido único, llámese Movimiento Nacional o Partido Popular. Dicen todas las encuestas de opinión que el PP está en caída libre, y que el PSPV-PSOE no remonta el vuelo. Eso sí que debe aterrar a Rita. La debacle del bipartidismo anuncia el ascenso del resto de partidos. Más pluralidad y más democracia. La pérdida de la mayoría absoluta por parte del PP abrirá nuevos escenarios en la política valenciana. Marcará el fin de una época caracterizada por la prepotencia y el despilfarro. Por el autoritarismo y la mediocridad. Por el populismo y el desprecio a la cultura.

            A la oposición conocida, PSPV, Compromís y EUPV, suman las encuestas el partido de Rosa de España. Toni Cantó se postula para travestirse de Rita. UPyD quiere pescar votos en los caladeros socialistas y en los del PP. Pero es a estos últimos a los que más guiños hace. El populismo y la demagogia del partido magenta le convierten en una opción para una derecha desgastada. Rita no haría ascos a un bipartito con Toni.



SEISMOS

            Antes del previsible terremoto en las urnas, la tierra ya ha temblado en las comarcas del norte. Desde mediados de septiembre, numerosos movimientos sísmicos se están produciendo en las costas de Castellón. El proyecto Castor, la inyección de gas en el subsuelo marino, es la más posible causa de estos temblores. Un hecho que debería hacer reflexionar a las autoridades autonómicas, que sostienen la supuesta inocuidad de la agresiva técnica del fracking. Las comarcas de Castellón son las más amenazadas por el uso de la fracturación hidráulica para estrujar más si cabe la teta de los combustibles fósiles. El Consell ha quitado importancia a los temblores. Y González Pons aún no ha dicho nada. Además de puertas, algunos en el PP ponen sordina.


NOTA: Claro que el mayor terremoto que sacude Castellón es el que tiene lugar en la Audiencia desde el miércoles 2 de octubre. Ese día, por fin comenzó el juicio a Carlos Fabra tras una década de aplazamientos.

  
URBANO GARCIA


FOTO: La Vanguardia