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miércoles, 11 de julio de 2012

EROSIÓN

Los incendios suelen preceder al desastre. Especialmente en territorios como el nuestro con un ecosistema frágil, cuya pervivencia depende de factores muy inestables. Los incendios de verano se previenen en invierno y sus consecuencias se agravan en otoño. En esa estación, las lluvias torrenciales caerán sobre un suelo devastado, sin flora capaz de fijar con sus raíces la tierra más fértil. El agua arrastrará la capa superficial y solo dejará los pedruscos. Hay buenos ejemplos en el paisaje valenciano de montaña. O sea que, ¿habría que repoblar inmediatamente tras un incendio estival? Los expertos dicen que no. Que repoblar en verano, después de un incendio, no es conveniente. Lo argumentan en que la falta de lluvias de la estación estival impide que los brotes arraiguen. También dicen que los ecosistemas mediterráneos están relativamente preparados para ser periódicamente pasto de las llamas, que la flora autóctona brota prácticamente sola y además está adaptada al estrés hídrico característico de nuestros veranos secos y calurosos. Pero, algo habrá que hacer. Desde el CEAM (Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo) dicen que sí, que hay que hacer algo para evitar que las lluvias torrenciales del otoño arrastren la capa de tierra más fértil. Se trata de impedir que la climatología contribuya a nuestra desertización. Y eso, como prevenirlos, es tarea del Consell. ¿O no?    

VIERNES Y 13
                Claro que el Consell, tras el paseíllo de imputados por los juzgados, anda a ciegas, como un pavo sin cabeza. Lo que no pierde son las ganas de descerebrar a la ciudadanía. Entre eso y que el PP no sale bien parado, no hay forma de conocer qué dicen las encuestas pagadas con dinero público. Así es imposible saber cómo anda la opinión pública tras muchos meses de desgobierno. Aunque no hay que ser adivino para acertar en el diagnóstico. Lo ha denunciado en Les Corts Fran Ferri, el joven diputado autonómico de Compromís: “El Consell filtra los datos según su conveniencia”. La cocina de las encuestas que hace el PP nos impide conocer qué piensan los valencianos y valencianas sobre aspectos tan importantes como los recortes en educación y sanidad, o los últimos y devastadores incendios. Ojos que no ven, corazón que no siente. Es fácil barruntar que la popularidad de Fabra y la de Rajoy han caído en picado. El mal gobierno erosiona. Y es que el PP donde dijo “digo” ahora dice Diego. La credibilidad de Rajoy mengua a la velocidad en que sube su prima, o sea la de riesgo. El lunes 9 llegó a los 575 puntos, el doble que con ZP. Así comenzó la semana. El martes supimos que llegarán, en una primera entrega, 30 mil millones de € para salvar Bankia. El memorando pone 32 condiciones, no todas ellas destinadas a la banca. Una intervención en toda regla. Intervenidos y atónitos asistimos el miércoles a la comparecencia de Rajoy en las Cortes. No fue para hablar del escamoteado Estado de la Nación, si no para tomarnos el pelo contándonos milongas sobre su papel en Europa. Luego nos arrastramos hasta el Consejo de Ministros del viernes 13, para que nos dieran la puntilla. Y nos la dieron. Otra vuelta de tuerca al garrote vil que nos está matando. Mariano prefirió esconderse detrás del Rey para la ocasión. El Jefe del Estado presidió el primer Consejo de Ministros Deliberante con Rajoy en la Moncloa. Ya es casualidad que el Rey presida el Consejo del 4º recorte, o del viernes y 13, como gustéis. ¿O no?
JULIO, RITA Y LOS BOLSOS      
                Mientras el Consell sigue intentando vendernos la moto de que todo va bien, Julio Iglesias actuaba sin perder su bronceado a pocos metros de la Ciudad de la Justicia. Le esperaban para declarar en la instrucción por el caso IVEX. Un viejo asunto que investiga los pagos con dinero público que Zaplana hizo al cantante en paraísos fiscales. Julio declaró, pero en Punta Cana. El mismo paraíso en el que le pagó el Consell. Ya sabe Blasco dónde tiene que ir a declarar para blanquear su carrerón. Seguro que allí tiene buenos contactos. Blasco ayudó a saquear los fondos para la cooperación, supuestamente, claro. Y Rita, la alcaldesa, recibió bolsos de marca a cargo de la depuradora de Pinedo, según su viejo camarada Juan Carlos Gimeno, convertido en garganta profunda del feo asunto Emarsa. La erosión de la edila continúa. Su aura ha desaparecido a golpe de escándalo. Y aún se espera la llegada del caso Urdangarín. 
URBANO GARCIA 
urbanogarciaperez@gmail.com

Fotos: 
1 y 2 Ministerio Medio Ambiente
3 EFE

miércoles, 4 de julio de 2012

INCENDIOS



Ardemos por encima de nuestras posibilidades. Un muerto. Más de 50 mil hectáreas arrasadas, miles de personas evacuadas, decenas de viviendas convertidas en escombros, millones de euros consumidos por el fuego,… Un desastre ecológico del que tardaremos en reponernos. Nunca se vio tan claro que todo tiene consecuencias, que los incendios se apagan en invierno, que recortar en medios para su prevención es avivarlos. Nunca vimos tan claro las consecuencias funestas de unas políticas continuadas de destrucción del territorio. Nunca fuimos tan conscientes de a dónde nos lleva el laissez-passer, en lenguaje llano, el dejar pasar tantos y tantos despropósitos. Los incendios que hace unos días han asolado los bosques valencianos eran previsibles y evitables. Ya sé, olvido el factor humano. Sí, en efecto. El factor humano es responsable de más del 90% de los incendios forestales. Se puede moderar su impacto con campañas de concienciación. ¿Cuánto hace que el Consell no patrocina ninguna? Pero la mejor prevención es evitar que los montes se conviertan en depósitos de combustible, en bombas de relojería dispuestas a explotar en el momento en que se den las circunstancias favorables. Era previsible que tras uno de los inviernos más secos que se recuerdan, el monte estuviera listo para arder. Solo ha hecho falta una nefasta conjunción de causas. Qué fácil es culpar al muerto. 
 HACE 6 AÑOS
                El pasado 3 de julio se cumplió el 6º aniversario del trágico accidente en la línea 1 del metro de Valencia que segó la vida a 43 personas e hirió a otras 47. Un accidente previsible y evitable, como la larga sombra de los incendios. Presidía entonces el gobierno valenciano Camps-el-de-los-trajes. Aunque presumía de llevar a los fallecidos en su corazón, el entonces Molt Honorable nunca recibió a los familiares de las víctimas. Por esas fechas, Camps andaba más preocupado en elegir qué ropajes luciría durante la visita del Papa de Roma. No permitía que nada turbase sus meditaciones. Ni siquiera la mala noticia de un accidente previsible y evitable. Han pasado 6 años desde esa negra fecha. Pero qué pocas cosas han cambiado. El nuevo inquilino del Palau de la Generalitat, Alberto Fabra, recibió a la asociación de amigos y familiares de las víctimas del accidente. Hay que agradecerle el detalle, aunque solo fuera eso, una foto en el largo e inconcluso duelo que viven quienes se vieron golpeados por la tragedia. 
                 Las mismas preguntas que quedaron sin responder tras el rápido cierre de la comisión de investigación, siguen ahí, sin respuesta. Pero en estos 6 años hemos ido sabiendo más cosas de esta larga historia de infamia. Hemos sabido, por ejemplo, que Ferrocarriles de la Generalitat contrató a una empresa para que adoctrinara a quienes tenían que pasar por la comisión. Hemos conocido que, una vez cerrada esta comisión, los responsables de FGV lo celebraron con un banquete. Las complicidades judiciales con el poder político sirvieron para sepultar cualquier atisbo de culpabilidad. Las pruebas periciales desaparecieron sin que nadie diera explicaciones. Así fue cómo utilizó el PP el poder y la mayoría absoluta de que gozaba, para ocultar la verdad e imponer, una vez más, el silencio de los corderos. 
 “El poble te el dret de saber i el poder el deure d’aclarir”, dijo Román de la Calle, usando palabras de María Zambrano, durante el emotivo homenaje a las víctimas del accidente del metro. La efeméride ha coincidido con la ola de incendios. De uno y otro accidente, el Consell ha culpabilizado al factor humano, al maquinista, al muerto,... En ambos se ha negado cualquier responsabilidad de la administración autonómica. Entre las causas de los dos sucesos está la falta de inversiones. Cuestión de prioridades. En los dos accidentes, Canal 9 ha trasladado a la audiencia la sensación de que hemos sido golpeados por un trágico destino. Que nada se puede hacer para cambiar el fatum. Un determinismo en la fatalidad que nada tiene que ver con la voluntad de las sociedades modernas por ser dueñas de su destino.
MAL TALANTE
                ¿Tenemos los políticos que nos merecemos? Posiblemente no. Y no solo por lo que dice De la Calle. Rita es un buen ejemplo. A poco que le van mal las cosas, saca su perfil menos tolerante. Acostumbrada al ordeno y mando, al elogio desmedido y a estar rodeada de una cohorte de aduladores, últimamente pierde los papeles con suma facilidad. Pierde el talante que nunca tuvo y recupera el autoritarismo que nunca perdió. Le falta su báculo Camps, pero también vive mal el marcaje democrático. La huelga en los autobuses urbanos, después de los brutales recortes realizados por el Consistorio, la han puesto a prueba. Y no la ha superado. El enfrentamiento hace unos días con una conductora de la EMT es más digno de una verdulera de zarzuela que de una edila. Dicen los entendidos que Rita tiene ya fecha de caducidad. Que soporta muy mal el exhaustivo control al que la somete una revitalizada oposición. Y que los casos Emarsa, Gürtel y Urdangarín han llevado las llamas a la puerta de la alcaldía. También aquí la cosa está que arde.               
URBANO GARCÍA

Fotos: El País y Urbano Garcia

EL PADRE DE NADIR


Son Nadir y su padre, Ernesto, un panadero de 47 años. La foto está tomada el lunes 25 de junio en el exterior de la Ciudad de la Justicia de Valencia. Nadir estudia en el IES Benlliure y participó en las movilizaciones de los estudiantes contra los recortes en la enseñanza pública que, en febrero de 2012, encendieron la #PrimaveraValenciana. El que acaba de declarar en el juzgado es el padre, Ernesto, detenido por la policía el 17 de febrero, cuando pedía en compañía de su hijo libertad para los estudiantes detenidos el día anterior. “Estábamos sentados en medio de la calle, a la puerta de Zapadores, cuando del acuartelamiento salieron en tropel numerosos antidisturbios fuertemente pertrechados. Nos rodearon, acorralaron y empujaron de malos modos contra la pared. Protesté por la exhibición injustificada de tanta violencia contra estudiantes y padres que nos manifestábamos de forma pacífica. Fue suficiente para que me detuvieran”, cuenta Ernesto. 
Como el resto de detenidos, él también está acusado de alterar el orden público y resistir a la autoridad. Otros, como Sergio, también son acusados de agresión por indignarse al ver a su novia sangrando y con una brecha en la cabeza. Mientras se sientan en los juzgados quienes defienden el derecho constitucional a una educación pública de calidad, los que tuvieron una actuación casi criminal ordenando salvajes cargas policiales contra menores de 18 años siguen sin responder ante la justicia por sus actos. El mundo al revés.  

URBANO GARCIA

Foto: Urbano García

CUANDO FLORECE EL LIMONERO

Adelantaron la primavera. Llenaron las calles de libros. Levantaron su voz en medio del silencio de los corderos. Apenas habían pasado unos pocos meses desde que la derecha de todas las derechas se había hecho con casi todos los resortes del poder, y ellos, los jóvenes estudiantes de secundaria, demostraron que una cosa era vencer y otra convencer. A ellos, a los estudiantes, no les convencían unas políticas, las del PP, que amenazan con segar su futuro. Les siguen sin convencer. Nacidos en democracia, no temen alzar su voz para reclamar lo que consideran que les pertenece. Porque la enseñanza pública es de toda la sociedad. Velar por su calidad es un deber democrático. Qué difícil debe ser explicar en clase que algunos derechos consagrados en la Constitución son papel mojado. Qué difícil es explicar en casa que la obligación de todo estudiante es formarse una conciencia crítica con el mundo que le rodea. En eso consiste la esencia del buen aprendizaje. Eso, la conciencia, es lo que nos hace más humanos. 
 A mediados de febrero, la mecha prendió en el Luis Vives. Podía haber sido en cualquier otro Instituto de Enseñanza Media. Los estudiantes del Enric Valor de Castalla combatieron con mantas un frío enero sin calefacción por los recortes en la enseñanza. Y los de Serra Mariola de Muro de Alcoi, y los de Malilla, y muchos más. Con lo que daba la Consellería a los  Institutos no había para pagar todo el consumo eléctrico. A veces, ni para comprar papel higiénico. La imagen de alumnos y alumnas tapados hasta la cabeza y sentados en sus pupitres encendió la red. Internet se convirtió en el altavoz necesario para hacer visible una estampa casi de posguerra. Una vergüenza para quien consentía semejante penuria. 
 Los estudiantes del Luis Vives decidieron reeditar la serie Al salir de clase. Pero en vez de irse de juerga se sentaban en medio de la calle y hablaban de los problemas que tenía su Instituto, de las cosas que les preocupaban, de su futuro… Hasta que un día la policía cargó con saña contra ellos. Contra ellos y contra muchos viandantes que pasaban por la calle Xàtiva. De nuevo las imágenes de las cargas encendieron la red. Imágenes captadas con teléfonos móviles. Testigos fieles de una brutalidad que rayaba el sadismo. Y empezaron las detenciones. Y con ellas la espiral de la tensión fue creciendo. Toda la oposición pidió la dimisión de los responsables de la salvajada.
  La Delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, apareció en rueda de prensa flanqueada por el Jefe Superior de Policía, Antonio Moreno, quien, tal vez eufórico por el momento de gloria que vivía, calificó a los estudiantes de “el enemigo”, para justificar su negativa a dar información a los periodistas. Para entonces, decenas de estudiantes habían pasado por los calabozos de la comisaría de Zapadores. Uno de los primeros fue Albert Ordóñez, presidente de la Federación Valenciana de Estudiantes. Hubo más, muchos más. Y a todos los acusaban de alteraciones del orden público, de desobediencia a la autoridad, incluso de resistencia a la policía. Sin pruebas, claro. La palabra de un policía, cuyo número nunca estaba visible durante la carga, contra la de un estudiante que reivindicaba de forma pacífica su derecho y el nuestro a protestar contra la injusticia.

Fue retirarse la policía y terminar los problemas de orden público. Habría que preguntarse quién era realmente el que causaba esos problemas. 
Ahora, muchos meses después, caen sobre los estudiantes sanciones y denuncias ante el juzgado por unos hechos que anunciaron la primavera valenciana. Se ha creado hasta una plataforma cívica contra la represión. Recurrir al miedo para mantener la sumisión, a veces da resultado. Otras, se vuelve contra el aprendiz de brujo que sueña con siervos y se encuentra con mujeres y hombres que defienden la libertad de florecer cuando les plazca, como el limonero.
URBANO GARCIA  

Fotos: Urbano García

EL DEBATE

 

Las mayorías absolutas engendran monstruos. Partiendo de que las generalizaciones siempre son odiosas, esa es la conclusión a la que se llega tras apenas unos meses de gobierno del PP por mayoría absoluta. Y es que nunca se había visto tanta saña en destruir los avances democráticos del país. Franco lo logró después de un golpe de estado y tres años de guerra. Mariano lo está consiguiendo a fuerza de callar, mentir, y atemorizar. Claro que con la que está cayendo, ¿a quién le importan los derechos democráticos? Cuando falta lo esencial, muy pocos se preocupan de lo aparentemente secundario. Pero, ¿realmente es secundaria la democracia? Por la falta de respuesta ciudadana ante su secuestro parece que sí. Viene a cuento todo este circunloquio por la negativa de Rajoy y su cohorte a convocar el debate sobre el Estado de la Nación. A lo mejor es que les parece baladí todo lo que está ocurriendo. ¿Qué más tiene que pasar? Ya tenemos el país intervenido, la deuda desbocada, la prima de Rajoy subiendo como la espuma, el Producto Interior Bruto precipitándose a profundidades abisales, el paro desbordando todas las previsiones, el consumo interno en estado catatónico,… Claro, se me dirá que éstas son causas exógenas, para nada atribuibles a Mariano, a De Guindos, Cospedal, Santamaría, La Pinta o La Niña. Lo que sí es de cosecha “pepera” es el brutal recorte en prestaciones sociales, una reforma laboral generadora de más paro, la amnistía fiscal para los defraudadores, la solicitud de una línea de crédito –eufemismo para encubrir el rescate- para financiar la banca, la disminución de inversiones en sanidad y educación, la anulación de las ayudas a sectores desprotegidos,… y un largo etcétera que solo sirve para socavar, más si cabe, el necesario contrato social que da estabilidad, seguridad y crecimiento a un país. El mal y el supuesto remedio se realimentan precipitándonos hacia abajo por la inclinada pendiente de la depresión.                

EMERGENCIA
                Casi todo el mundo coincide en calificar la situación nacional como mala, muy mala, de extrema gravedad. Cuando los índices sobre el estado de salud de un país son tan preocupantes como los nuestros, lo principal es sanar al enfermo y no sajarle o practicarle sangrías que debiliten aún más su maltrecho estado. Aunque a todo nos acostumbramos, es difícil hacerlo tras muchos “viernes de recortes” seguidos de “lunes negros”. El enfermo cada vez está más débil. Para empeorar las cosas, se administra al paciente más ricino a modo de perversa dosis de shock. Y el enfermo empeora. Por eso es tan importante buscar otras terapias alternativas mientras haya remedio.
                Casi todo el mundo coincide en calificar la situación valenciana como mala, muy mala, de extrema gravedad. Cuando los índices sobre el estado de salud de un país son tan preocupantes como los nuestros, lo principal es sanar al enfermo. Y para ello es urgente cambiar de tratamiento. El deterioro de la salud democrática del País Valenciano no ha hecho más que empeorar con la crisis. Con ella nuestras carencias son más visibles. Nuestros déficits más dramáticos. Los problemas no son nuevos. El PP gobierna desde hace mucho. Sus políticas han ido socavando las bases de nuestra economía hasta casi anular su capacidad de recuperación. Hace tiempo que las soluciones que ofrece el PP valenciano están agotadas. A la lechera se le rompió su cántaro y el cuento se tornó pesadilla. Durante mucho tiempo, demasiado, se legisló a favor de la especulación inmobiliaria. Se coparon los consejos de administración de los bancos para poner el capital financiero al servicio de la megalomanía, primero de Zaplana, luego de Camps. Y lo peor, se hizo de la mayoría absoluta una mordaza para acallar las voces críticas. Se transigía con la corrupción usando las urnas como bula. No hay más que repasar el caso Fabra, Carlos, para ver la magnitud del desastre. De aquellos polvos estos lodos. Por mucha voluntad que ponga Alberto Fabra en sanear su corral, llega tarde. Ahora no le queda más remedio que transigir con lo que tiene, aunque no le guste. La evolución del caso Blasco y su repercusión en el PP valenciano es un buen termómetro para medir el estado de salud del cadáver. O casi. No hiede, es verdad, pero hay partes que ya están agusanadas.

REGENERACIÓN
                Nunca nuestra democracia se había deteriorado tanto en tan poco tiempo. Perdemos libertades a la par que derechos. Aumenta la represión a la par que el descontento. Así se pretende acallar la creciente indignación. Por eso es tan urgente una regeneración democrática. Un nuevo pacto social que restablezca los equilibrios rotos, que cauterice las heridas infringidas, que consagre el diálogo como forma de actuación, que destierre el ordeno y mando, que vuelva  a poner la Política, así con mayúscula, en el puesto de mando y que erradique los trapicheos, nepotismos, opacidades, y autismos de la vida política, ésta sí con minúscula, española y valenciana. Claro que para que todo eso sea posible, hace falta que la izquierda dialogue y busque puntos de confluencia, y quienes votaron a la derecha reflexionen sobre dónde nos está llevando su decisión. No es fácil. Mucho más fácil es dejarse arrastrar por la corriente hasta caer en el abismo.       
URBANO GARCÍA

Fotos: Urbano García