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jueves, 23 de febrero de 2012

LA ESCUELA


Hace unos días tuve ocasión de oír a Carmen Agulló hablar de la escuela republicana. En apenas un trienio, el recién estrenado gobierno de la II República hizo más por la educación pública en nuestro país que se ha hecho desde el final del franquismo a nuestros días. Aunque la experiencia fue efímera –el golpe de estado de los generales sajó cualquier veleidad democrática-, puso las bases del mejor sistema educativo que hemos tenido. Su recuerdo aún permanece anclado en la memoria colectiva. Carmen habló de cómo el nuevo régimen levantó de la nada un sistema educativo público completo, con cientos de construcciones, con un régimen de formación continua y de acceso al profesorado sin oposiciones. Un sistema educativo que hundía sus raíces en la creencia de que sólo la educación nos hace libres. Por eso los mejores esfuerzos de la joven república se destinaron a crear ciudadanos libres amantes de la democracia. Ni más ni menos. Para eso hacía falta sacar el adoctrinamiento de las aulas. Todos los adoctrinamientos. En aquellos tiempos, especialmente el que ejercían los curas en régimen de monopolio.



RECORTES
                Cualquier parecido con nuestra educación actual es pura casualidad. Poco nos queda de aquel espíritu republicano. El adoctrinamiento tan querido por el franquismo aún campa por sus respetos en muchas aulas. Y no sólo en las concertadas. Educación para la ciudadanía fue un intento, tan efímero o más como el llevado a cabo por la República, de introducir valores democráticos en la educación. Hasta que llegó el PP y mandó parar. No le gustan al PP los ciudadanos críticos y defensores de la libertad. Prefiere súbditos y esclavos más fáciles de domeñar. Coincide en eso, como en tantas otras cosas, con la jerarquía eclesiástica, tan amante ella de la desigualdad de sexos y del pensamiento único. 

Y en esas estábamos cuando la crisis llamó a la puerta. Y con ella la oportunidad de recortar derechos y recursos para la educación pública. Y con los recortes llegaron las carencias. Ni para calefacción, ¡oiga! Si hace frío, con una manta se soluciona el problema, debió pensar la Consellera del ramo. Y hubo algún chaval que colgó en internet las imágenes de los alumnos de esa guisa abrigados. Y se armó la marimorena. Hay que ser cínicos. Lo grave no es que ocurra, es que se sepa. 

El malestar prendió más en unos centros que en otros. Los alumnos del IES Luis Vives fueron de los más vindicativos. Y empezaron a salir a la calle a exigir en público sus derechos. Contra el vicio de pedir la virtud de aporrear, debió pensar Paula Sánchez de León, delegada del gobierno. Y convirtió la represión contra los estudiantes de secundaria en materia académica. En pocos días, decenas de heridos y contusionados y un buen cupo de detenciones. Pero los peores palos son los que amenazan su futuro. La mal llamada reforma laboral que impulsa el PP despide barato a los padres y contrata en precario a los hijos. El futuro es la ruina de todos.

PORRAS
                “Estas son nuestras armas”, gritaban los estudiantes levantando al cielo las manos vacías o con libros. La brutal actuación policial en las manifestaciones de la llamada primavera valenciana empujó la espiral de la protesta. 

Mientras la delegada del gobierno defendía la actuación de la policía, su subalterno, Antonio Moreno, llamaba “el enemigo” a los estudiantes a los que tildaba de violentos. Todos, menos el PP, han coincidido en pedir la dimisión de ambos. La de Paula por su responsabilidad política. La de Moreno por su actuación belicosa más propia de un sheriff del far west que de un jefe de policía de un país democrático. Las imágenes de las brutales cargas policiales las ha visto medio mundo. Objetivo conseguido, Valencia ya figura en todos los mapas del mundo mundial, claro que es en los de la represión. Por si no era suficiente con tener aeropuertos sin aviones, costosos circuitos urbanos, palacios de la ópera cerrados y ágoras con goteras, ahora tenemos escuelas sin recursos y gobernantes que ordenan aporrear a adolescentes. Nos llevan a la ruina y lo quieren hacer a garrotazos.   
                   
URBANO GARCÍA

FOTOS: Urbano García 

domingo, 12 de febrero de 2012

MARXA CONTRA LA MALVERSACIÓ

València, dissabte 11 de febrer de 2011.





FOTOS:
Urbano Garcia
urbanogarciaperez@gmail.com

RENACER

Preciado mito. Volver a nacer de nuestras cenizas como ave fénix es uno de nuestros sueños. Pensar en renacer nos hace sentirnos eternos. Todas las religiones manipulan este deseo para someternos mejor. La ciencia le ha dado certificado de autenticidad demostrando que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Algo parecido ocurre con la vida. Nada más cierto que el continuo renacer para definir su evolución. También ocurre con la política. El PSOE celebró su 38º Congreso en el hotel Renacimiento. No es metáfora. Del cónclave salió Pérez Rubalcaba como secretario general. Es el presente, ¿será también el futuro? Lo dudo. En tiempos de zozobra no hacer mudanza. Muchos socialistas debieron pensar como Ignacio de Loyola y apostaron sobre seguro. Como suele ocurrir en tiempos de crisis –y el PSOE lo está- se aplazó la renovación en aras de la seguridad. Sin embargo, dando por supuesto que hay espacio para ella, renovar la socialdemocracia parece ya una tarea inaplazable.    

RECONSTRUIR
Si nos atenemos al concepto clásico de socialdemocracia, toda la izquierda está en esa onda. Hoy en día, nadie, o casi nadie -siempre hay iluminados-, propone asaltar palacios de invierno e instaurar dictaduras del proletariado. Al menos en el privilegiado primer mundo en el que vivimos.
Hay otra socialdemocracia más conocida. La desarrollaron algunos partidos socialistas europeos y  alcanzó su esplendor tras la II Gran Guerra. Va indisolublemente asociada a la idea del estado del bienestar. Justo el que está empeñada la derecha europea en abatir. Mientras el capitalismo echa mano de algunas de sus peores tradiciones, no estaría de más que la izquierda revisitara a sus clásicos y recuperara algunas ideas sin fecha de caducidad. Por ejemplo, la solidaridad, o el papel del Estado como redistribuidor de la riqueza. Como dice el dicho, quien olvida las esencias pierde la identidad. No se trata de trasladar de forma mecánica, si no más bien de reflexionar a la luz del mundo globalizado en el que vivimos sobre lo que dijeron esos clásicos. El espacio socialdemócrata existe, pero hay que llenarlo de contenido y propuestas. Aunque el PSOE/PSPV no lo haga, otros partidos sí que lo harán.
La idea de izquierda va indisolublemente unida a la profundización democrática. De la sociedad, pero también interna. La gente –no sólo los militantes- pide más participación. Los partidos tienen que abrirse a la sociedad y adaptarse a las nuevas formas de comunicación. Es necesario democratizar la vida de los partidos y hacerlos más permeables a las demandas sociales. ¿Será capaz el PSPV con sus líderes actuales de reconstruir un discurso de izquierdas? ¿O la renovación vendrá de fuera?  

RETROCEDER
En las antípodas, el diktat y las medidas ideológicas del PP. Porque de eso se trata, de medidas que priman el contenido sectario sobre cualquier otro. Al PP lo que menos le preocupa es el paro. Cómo le va a preocupar a De Cospedal, por ejemplo, con los múltiples sueldos públicos que cobra. El programa económico del PP basado en la austeridad –el único que tiene- se ha mostrado inútil para frenar la destrucción de empleo. Insistir sólo en la austeridad es hundirnos más en la ruina. Ante la falta de soluciones económicas, Mariano ha sacado su chistera reaccionaria. Con la jerarquía católica quiere que retrocedamos tres décadas en libertades civiles. Y ahí están las  leyes sobre interrupción del embarazo. La ley de supuestos culpabiliza a la mujer y la hace menos libre para decidir su maternidad. Tal vez sea eso lo que quiere la Santa Madre Iglesia. Que nos sintamos culpables para adoctrinarnos mejor. El PP quiere rescatar las más carcundas esencias. Gallardón propone que los miembros del Tribunal Constitucional sean vitalicios. Franco no lo hubiera hecho mejor. El PP parece querer resucitarlo. Sobran indicios.

NOTA: Mientras escribo esta Plaza, Toni de Parque Alcosa sigue en huelga de hambre, el Consell sigue sin pagar sus deudas, los servicios públicos siguen deteriorándose y la indignación sigue creciendo. ¿Dónde está nuestro dinero?

URBANO GARCÍA

RELACIONES COMERCIALES

Los regalos de la Gürtel a Camps y Costa –hay más en esta nómina, pero no estaban imputados- eran “fruto de las relaciones comerciales” que los mandatarios del PP tenían con la trama corrupta. Así lo afirma el veredicto del tribunal popular que por 5 votos contra 4, declara “no culpables de cohecho pasivo” a Camps y Costa. Los otros dos encausados, Campos y Betoret, ya asumieron su culpabilidad, pagaron las multas y devolvieron algunas de las prendas regaladas. La sentencia absolutoria redactada por el juez incide de nuevo en la no culpabilidad de los encausados. Veredicto y sentencia parecen hacer oídos sordos a los numerosos testimonios escuchados durante la vista. Queda el recurso ante el Supremo ya anunciado por la acusación. Y siempre nos quedará París para los hastiados con tanta impunidad. En todo caso, que el tribunal declare a Camps y Costa “no culpables” no significa que sean inocentes.

HONOR PERDIDO
“¿Quién repondrá el honor del señor Camps?”, se preguntaba en voz alta Cospedal ante los periodistas. La pregunta sería pertinente dirigírsela a Rajoy, o a Trillo, su confesor y matarife. El propio PP obligó a Camps a despojarse de su Molt Honorable cargo antes del 20N. Para Mariano y sus mariachis no era conveniente que hubiera interferencias en vísperas electorales. Y pusieron a Fabra sin pasar por las urnas. Ahora piden reparación por el honor perdido. “Si lo creen tan inocente, ¿por qué no lo vuelven a poner de President de la Generalitat?”, se preguntaba un agudo Rubalcaba. ¿Sería un modelo de comportamiento ético a imitar? Saben que no. Por eso no lo hacen. Lo de los trajes regalados apenas llega a la categoría de anécdota. Lo verdaderamente importante es el saqueo perpetrado en las arcas públicas valencianas durante los últimos lustros y que durante el mandato de Camps adquirió tintes de sainete.
Si nos preguntamos por honores perdidos, habría que ver en qué situación se encuentra esta tierra otrora de prosperidad y ahora arrasada. Cómo está nuestro nivel de vida, nuestra tasa de ocupación,  nuestro tejido industrial, nuestro poder financiero, nuestra cultura, nuestro índice de satisfacción y hasta el de felicidad. Cunde la desesperanza cuando vemos que no hay freno al crecimiento del paro. A medida que tomamos conciencia de nuestra verdadera situación nos indignamos más. Las calles se han quedado pequeñas para tanta indignación ciudadana. En una misma semana dos grandes manifestaciones. Una en defensa de la enseñanza pública, otra a favor de lo público frente a recortes y privatizaciones. Y vendrán más. Porque las medidas de austeridad impuestas por el PP sólo traen dolor y más paro, son la fractura.  

PACTO SOCIAL
La estabilidad social depende en gran parte de la capacidad de integración que tenga la sociedad. También de su habilidad para solventar los inevitables conflictos. Cuando no se dan ninguna de estas circunstancias, el estallido social parece inevitable. Una gran parte de las sociedades europeas construyeron durante la segunda mitad del siglo XX un pacto social que les daba estabilidad. Ese pacto se basaba, entre otras cosas, en unos elevados índices de ocupación y unos salarios decentes que permitían la consolidación de potentes mercados interiores, una presión fiscal suficiente para garantizar unos servicios públicos universales, eficientes y de calidad, y un papel activo de los Estados favoreciendo los factores integradores e igualitarios que cohesionan las sociedades y las hacen más solidarias y felices. Todo eso ha saltado por los aires con la hegemonía de la derecha y sus recetas neo liberales. En estos momentos, la única hoja de ruta de los mandatarios conservadores europeos parece ser la de sálvese quien pueda. El que pueda ajustar la deuda pública a los niveles que tendría con un fuerte crecimiento económico. Pero no es el caso. El resultado final de las políticas que hace Rajoy por mandato de Merkel es más dolor y la ruptura del pacto social consensuado en nuestro país tras el fin de la dictadura. Vamos, lo contrario al buen gobierno. Tal vez por eso, Mariano prefiere callar en Madrid y ser lenguaraz en Bruselas. Allí dijo sottovoce, aunque para que se supiera, que “la reforma laboral –la que prepara el PP- me va a costar una huelga general”. ¿La venda antes que la herida o confesarse antes de matar la paz social?  
         
URBANO GARCÍA