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viernes, 31 de mayo de 2019

AHORA TOCA GOBERNAR

Antes habrá que pactar. Los tiempos de las mayorías absolutas han terminado. Al menos por ahora. El largo ciclo electoral iniciado con el adelanto de las andaluzas terminó el domingo 26 de mayo. El espectro iniciático ha marcado las siguientes citas electorales. El resultado de las andaluzas -con la victoria del frente de derechas y el fin de la “tradicional” hegemonía socialista- sacudió de tal forma el cuerpo del electorado, que aún no se ha recuperado. El 26-M, el fantasma del neofascismo volvió a recorrer el espinazo de una Unión Europea que se asoma temerosa al abismo de su futuro. Mientras el Brexit mantiene el listón de la incertidumbre, la extrema derecha aumenta su representación en el Europarlamento, aunque con menos fuerza de la que a Marine Le Pen, Salvini, Abascal y Steve Bannon les hubiera gustado. La extrema derecha ha fracasado en su intento de acoso y derribo de la Europa comunitaria. 
                  También ha fracasado la santa alianza de las derechas hispanas en su asalto al Ayuntamiento de València. Compromís y PSPV han frenado al “trifachito”. Ribó sigue al frente del Consistorio. Compromís y PSPV aumentan su representación, y sellan el hueco dejado por Unidas Podemos-EU. L’acord de la Nau, aunque cojo, volverá a reeditarse. No sé si con ese nombre o con otro, pero el gobierno progresista está garantizado. Como hemos visto, juntar no siempre suma. Los resultados electorales cosechados por la alianza del partido de Pablo Iglesias y el de Alberto Garzón no han sido buenos. Ni en València ni en ninguna parte. Podemos anuncia un tiempo de reflexión. Mientras que Esquerra Unida ya ha sacado el hacha de guerra, y eso que sola, en 2015, tampoco entró en el Ayuntamiento de València. Está más que demostrado que la dinámica autodestructiva nunca es un buen remedio, ni como terapia, ni siquiera como consuelo. 

CAP I CASAL
                  València quiere seguir pasando página de un pasado trufado de corruptelas. Esta vez, las urnas han premiado la buena gestión. Aquí, las derechas no han logrado apoyos suficientes para desbancar un gobierno que ha demostrado su eficacia, y no sólo para reducir la deuda heredada. A pesar del cansancio acumulado por las sucesivas citas electorales, la abstención no ha sido tanta como se temía. Posiblemente la popularidad de Ribó y las campañas de Compromís y PSPV han ayudado a mantener la movilización del electorado. Las cifras son significativas. Por primera vez, una fuerza de estricta obediencia valenciana –Compromís- es la más votada en el Cap y casal, desbancando a un PP hegemónico durante décadas. Un éxito municipal que no se ha visto acompañado en los comicios europeos. El electorado valenciano ha optado por un voto dual, como el 28-A. Entonces, el voto se dividió en función del ámbito del que se tratase, autonómico o estatal. Ahora ha sido entre el marco local y el europeo. Está claro que el electorado aprecia la utilidad de votar a Compromís para cambiar las políticas local y autonómica, pero más allá, la fidelidad flaquea. La imposibilidad de formar grupo parlamentario en la última y turbulenta legislatura ha lastrado el tirón de Joan Baldoví, el diputado más popular del Congreso. En el Senado, con total seguridad, Carles Mulet –Compromís- será uno de los senadores por designación territorial. A pesar de las más de 20.000 iniciativas presentadas, el senador Mulet se hizo popular preguntando al gobierno Rajoy por la amenaza zombi.  

EL PUZLE
                  Nuestra pesadilla, el secuestro de Europa por los Salvini, no ha ocurrido. Pero la coyuntura sigue siendo delicada. Entre el brexit británico y el auge de la extrema derecha, la UE necesita un proyecto que devuelva la ilusión a una ciudadanía distanciada de los asuntos comunitarios. Las mayorías conservadoras han sembrado el desencanto y la desconfianza. La crisis del bipartidismo ha llegado al corazón de la Unión. El puzle político va encajando sus piezas. Los poderes local, autonómico, estatal y europeo están interrelacionados. El renacido Pedro Sánchez, sosegadas las aguas del PSOE, ya es la gran esperanza blanca de la socialdemocracia europea. Con Macrón ha buscado aislar a C’s y construir una mayoría de liberales y socialdemócratas en el Parlamento Europeo. Eso ocurre en la esfera política, mientras que en la civil, el feminismo y la lucha contra el cambio climático siguen movilizando a una desencantada ciudadanía europea.       
URBANO GARCIA
Imagen:
1. Joan Ribó en el balcón del Ayuntamiento. EFE.

26-M (3): PODER LOCAL

Por la puerta de unas elecciones locales entró la II República. A veces lo olvidamos. Tal vez por eso, por su capacidad de cambiar las cosas, a los llamados poderes fácticos no les hacen ninguna gracia las municipales. No fue casualidad que el local fuera el último poder en democratizarse tras la muerte de Franco. El franquismo temía que por la puerta de las municipales volviera a colarse otra República. Sería la tercera. En 1931, con la II República también entró la Democracia, así con mayúscula. En 1979 lo que entró fue la última bocanada de aire fresco necesario para dar carpetazo a la dictadura. Durante casi un cuatrienio –de 1975 a 1979- la democracia estuvo vigilada y acogotada por unas instituciones locales controladas en su mayoría por personajes leales al antiguo Régimen. Durante más de 3 largos años, Ayuntamiento y Diputación de València fueron bastión de un franquismo que se resistía a ser apeado de la historia. 
                  
40 AÑOS DESPUÉS
                  De todo eso hace 40 años. Casi lo mismo que duró el Régimen de Franco. Más de la mitad de este tiempo, el Cap i casal fue ocupado por el PP de Rita. La Doña, como la bautizó el humorista Tonino Guitián, lo fue todo para el PP valenciano. El que fue el partido de su vida, a ella le debe todo. Lo bueno y lo malo. Rita llegó a la alcaldía subida a la grupa del regionalismo reaccionario de Lizondo. Un regionalismo por el que ahora compiten las tres derechas, o la derecha tricéfala, como gustéis. Rita entregó la ciudad al capital especulativo. Las  constructoras, ansiosas de darse un chute de cemento, se adueñaron del solar urbano. Y dibujaron una ciudad en la que no había ningún rincón sin su PAI. A pesar de su largo mandarinato, Rita no logró rematar la faena. Su herencia fueron algunos pufos como el del nuevo Mestalla, la ruina más monumental jamás vista por estos lares. Ruina también de todo un barrio –Campanar- que vio como en pocos años su horizonte de prosperidad se tornaba de miseria. El traslado de la Fe de Campanar fue otra operación especulativa, ésta de Florentino Pérez, en connivencia con un PP que ya levitaba dopado por la financiación ilegal. No lejos de València, en Torrent, Catalá daba sus primeros pasos en política de la mano del tándem Cotino-Blasco. Socios de conveniencia en negocios que la Justicia está revisando. 
                  Catalá se empadronó a toda prisa en València para poder presentarse a alcaldesa. Ella se libró del pitufeo en el que han estado imputados todos los concejales del PP. Sólo uno fue la excepción que confirmó la regla. Si la maniobra del “trifachito” municipalista le sale mal, Catalá se retirará a su escaño en les Corts. 

RETOS 
                  Escribo estas líneas antes de conocer qué gobierno de coalición saldrá de las urnas. Da igual, los retos serán los mismos. El gobierno de La Nau (Compromís+PSPV+València en Comú) ha quitado la hipoteca reputacional que tanto mal nos hacía. También la económica. La deuda del Consistorio se ha visto felizmente menguada. Se nota que la izquierda gestiona mejor los cuartos que la derecha. Y eso que la legislatura ha estado marcada por el corsé presupuestario impuesto por Montoro en nombre de la austeridad. 
                  Ribó abrió el balcón consistorial a todo el mundo. A él se ha asomado todo vecino o visitante que ha querido. El balcón es un símbolo. En un mundo en el que lo simbólico adquiere categoría relevante, el acceso al balcón es un símbolo de democracia. También fue un símbolo la llegada del Aquarius al puerto de València. Ciudad de acogida, ciudad tolerante. València ya no es sinónimo de corrupción. La inmigración no es un problema, aunque los neofranquistas se empeñen en hacer de ella el combustible de su odio. 
                  El Cabanyal, otro símbolo. Parecía difícil quitar la espada de Damocles que Rita puso encima del barrio. Ya no está. Nadie amenaza con arrasar la trama urbana y levantar edificios de lujo con vistas al mar. Pero aún queda mucho por hacer. Sobre los barrios marineros pesan años de abandono y una ubicación privilegiada. La temible gentrificación sólo puede combatirse con vivienda pública y alquileres accesibles. Habrá que cuadrar todos los factores para que el Cabanyal, o Natzaret, o Benimaclet,… no sean la piedra con la que se tropieza dos veces. ¡Ah! Y la financiación municipal. Esa es tan importante como la autonómica.  
URBANO GARCIA
Imagen:
1. Pleno del Ayuntamiento. EFE.



26-M (2): AL ASALTO DE EUROPA

El 26 de mayo volveremos a las urnas para elegir la representación más próxima y la más alejada, el Consistorio y el Europarlamento. Los ayuntamientos son los poderes más cercanos al ciudadano. Por contra, a pesar del europeísmo del que hacemos gala, al Parlamento Europeo lo seguimos viendo como un poder demasiado lejano. A última hora del jueves 9, día de Europa, comenzó la última fase del largo ciclo electoral en el que andamos metidos desde que Susana la Rociera adelantó los comicios andaluces. La debacle socialista en Andalucía y la formación de un gobierno trifachito, con el PP y C’s blanqueando el neofranquismo, han marcado las siguientes citas electorales. Para los jinetes blancos de la noche -digo de los de Abascal-, neofranquistas propagadores del odio, el objetivo final es asaltar las instituciones comunitarias para destruirlas. Europa es el verdadero objetivo a batir, predica Steve Bannon, instigador de la confluencia de los partidos europeos de extrema derecha. El primer asalto lo dio la Pérfida Albión con su brexit

BREXIT OR NOT BREXIT       
                  La derecha más extrema hace bandera del euroescepticismo. Pero lo oculta para no espantar al electorado. Los británicos sueñan viejas glorias imperiales y una hegemonía mundial que nunca más volverá. El resultado del referéndum sobre el Brexit coloca a los británicos ante su futuro. Aún no se han ido y tendrán que votar. También es un espejo para la Unión Europea, para mirarnos y reflexionar sobre cómo la hemos construido. “Mientras todo iba bien, felices de ser europeos, pero cuando hubo que asumir que los otros europeos eran conciudadanos, cada uno se atrincheró en lo suyo”, dice Manuel Castells en La Vanguardia. Y es que cuando estalló la crisis financiera, la UE dio salidas neoliberales, garantizó las “inversiones” de los países ricos en los pobres, y sometió a estos últimos a la más dura austeridad hasta “pagar todas sus deudas”. Nunca la UE había sido tan mezquina y egoísta consigo misma. Tan europeos son los alemanes como los griegos. Aunque sean los intereses de los primeros los únicos por los que parecen velar las instituciones europeas. Por esa puerta de insolidaridad se coló la desafección ciudadana.   

NARANJAS
                  El capital sigue su propia lógica, que no es otra que el máximo beneficio. Holanda ha fletado un convoy de vagones frigorífico –el CoolRail- desde el puerto de Rotterdam hasta el de Valencia, para abastecer de fruta y verdura fresca a una cadena holandesa de supermercados. Este tren evitará, como mínimo, la circulación de más de 12 mil camiones entre Valencia y Holanda. No hay mejor inversión para luchar contra el cambio climático y para colocar la agricultura valenciana en el corazón de Europa. 
                  Mientras la iniciativa privada hace esto, el corredor mediterráneo va a paso de tortuga y con dos décadas de retraso. Una parte de la responsabilidad en la parálisis recae en el PP Europeo, en su sucursal española y en la valenciana, capitaneada esta última por Esteban González Pons (EGP). La ex mano derecha de Camps, ha mostrado de sobra su poco interés por los temas valencianos. Hace tiempo que EGP nos tiene acostumbrados a sus ninguneos. Hace unos años, siendo portavoz del Consellde Camps, EGP amenazó con desalojar a TVE de su sede en el Parque Tecnológico de Paterna, para poner allí las TDT “amigas”. Más bien fue un chantaje. Quería que TVE emitiese los informativos editados en Presidencia de la Generalitat. ¡Así vela EGP por la independencia informativa de los medios de comunicación! “Me siento representado por una naranja, por una clementina, incluso por un limón”, dice EGP. Hasta un boniato lo representa.  
                  Una parte de nuestra soberanía económica –la más importante, la monetaria- se gestiona desde la Unión Europea. Aunque los Estados, representados en la Comisión, siguen siendo los que tienen mayor capacidad decisoria, el Europarlamento cada vez tiene más poder. En él se deciden los acuerdos financieros y comerciales que luego ratifican los parlamentos nacionales. El TTIP, el CETA, los acuerdos con Canadá, Japón,… en todos ellos hay cláusulas de salvaguarda de los intereses de las empresas transnacionales. Todos cuentan con el visto bueno del Grupo Popular Europeo. Estos acuerdos son los que dan cobertura legal a las exportaciones de naranjas sudafricanas, por ejemplo. Menos cinismo, por favor. ¡Porca miseria!  
URBANO GARCIA
Imagen:
1. Parlamento Europeo. Patrick Seeger.

26-M (1): PRÓXIMA ESTACIÓN

Los resultados electorales del 28-A nos aliviaron de algunas angustias y despejaron el panorama a nivel de Congreso, Senado y Corts Valencianes, pero no han resuelto aún todas las incógnitas, ni mucho menos. Aún pende sobre nuestras cabezas la espada de Damocles del trifachito.A los habitantes de esta terreta nos quedan municipales y europeas, no es poco. Es lo que tiene la democracia, votamos y decidimos quienes gobiernan en todos los ámbitos en los que reside alguna parcela de poder político. Al menos, esa es la teoría. Hay poderes que nadie vota y que, a veces, son los que más poder tienen. Hablo de los poderes fácticos. Especialmente del poder económico. Con su agenda oculta marca el paso de la política. Se vio nada más terminar el recuento de las urnas. Sin nadie convocarla, Ana Patricia Botín, todopoderosa del Banco Santander, fue la primera en abrir fuego y decir la suya. Sería conveniente un gobierno del PSOE con C’s, propuso la banquera, adelantándose a lo que el IBEX 35 y la patronal fueron desgranando a lo largo de los siguientes días, como si se tratara de inocentes propuestas. Este intervencionismo verbal dejó al descubierto sus cartas. El capital -no sólo el financiero- quiere un PSOE neoliberal, alejado de ese aire de izquierdas que luce en campaña. ¿Y el programa? Eso es lo de menos. Ya se sabe que los programas no los lee nadie.

DE ENTRADA, NO
                  También los militantes del PSOE dijeron la suya en la misma noche electoral. A las puertas de Ferraz, mientras Sánchez lucía triunfo en mangas de camisa, las bases socialistas gritaban “¡Con Ribera, no!”. El renacido superviviente parece tenerlo claro, aunque parte de su cohorte esté abducida por los cantos de sirena de la Banca. Mientras González sigue cayado, otros viejos popes del socialismo hispano, como Guerra o Leguina, no han escatimado consejos para que el PSOE mire a su diestra. Viejos ecos de un “No a la OTAN” nunca superados. Pero ya lo dijo Fray Luis de León, en tiempos de elecciones no hacer mudanzas. Y en esas estamos, a mitad del camino. Todos quietos hasta el 26-M, no sea que el más mínimo movimiento despierte a los tiburones. La campaña electoral sigue. El calendario parlamentario está en marcha. La legislatura avanza imparable. La constitución de las Cámaras y les Corts Valencianes serán buenos termómetros para medir el grado de fidelidad al programa. Los 123 escaños del PSOE son muchos pero no suficientes para asegurar la estabilidad. Tampoco serán suficientes para garantizar políticas de izquierda. Enfrente están los 149 conseguidos por las tres derechas. No olvidemos que gobiernan juntas en Andalucía. El modelo andaluz es el que quiere extender el trifachito al resto de instituciones autonómicas, municipales y europeas.

CAP I CASAL
                  València es el país. Por eso es tan importante quien gobierna el cap i casal. El PP gobernó y saqueó València durante 23 años. Justicia, dixit. La estela de corrupción está llegando en diferido a los tribunales. El penúltimo caso que se ventila es la construcción del circuito urbano de València. Una borrachera de queroseno. Del coste cero que nos vendieron Camps y Rita, a la factura real hay un abismo de perdición. La broma nos costó cientos de millones de euros, según cálculos de la administración del Estado. ¡Ahí es nada!
                  Otro capítulo judicial que afecta al PP, al menos a uno de sus beneficiarios, es el llamado caso Cooperación. Un asunto realmente feo capitaneado por Rafael Blasco, ese gurú de la política valenciana que transitó del FRAP al PP sin apenas despeinarse. Blasco representa lo peor de la profesionalización de la política. Conocedor de todos los vericuetos y azucats del Palau de la Generalitat, desde los tiempos iniciáticos de Lerma, Blasco supo manejar como nadie la información. Dosieres a los que supo sacar el máximo provecho. Tanto desde las filas socialistas como en las más necesitadas del PP. Desde éstas extrajo todo el jugo al erario. Rota cualquier contención, la ética de Blasco saltó hecha añicos. Sin freno para meter mano en las arcas públicas, él y Tauroni, su sempiterno socio, pergeñaron cómo saquear los fondos de la cooperación. No hay delito más vil que quitarle a quien nada tiene. ¡Qué devuelvan todo lo robado!  
                  Frente a la indignidad, Joan Ribó ha devuelto a València el orgullo de la decencia. Su mejor aval, encabezar un Acord de la Nau que ha dado estabilidad al Consistorio, reinstaurando el diálogo y la pluralidad. No es poco mérito quitarnos la hipoteca económica y reputacional que nos acogotaba.

URBANO GARCIA

Imagen:
1. Hemiciclo Ayuntamiento València. Carlos Cárdenas, EFE.