El 26 de mayo volveremos a las urnas para elegir la representación más próxima y la más alejada, el Consistorio y el Europarlamento. Los ayuntamientos son los poderes más cercanos al ciudadano. Por contra, a pesar del europeísmo del que hacemos gala, al Parlamento Europeo lo seguimos viendo como un poder demasiado lejano. A última hora del jueves 9, día de Europa, comenzó la última fase del largo ciclo electoral en el que andamos metidos desde que Susana la Rociera adelantó los comicios andaluces. La debacle socialista en Andalucía y la formación de un gobierno trifachito, con el PP y C’s blanqueando el neofranquismo, han marcado las siguientes citas electorales. Para los jinetes blancos de la noche -digo de los de Abascal-, neofranquistas propagadores del odio, el objetivo final es asaltar las instituciones comunitarias para destruirlas. Europa es el verdadero objetivo a batir, predica Steve Bannon, instigador de la confluencia de los partidos europeos de extrema derecha. El primer asalto lo dio la Pérfida Albión con su brexit.
BREXIT OR NOT BREXIT
La derecha más extrema hace bandera del euroescepticismo. Pero lo oculta para no espantar al electorado. Los británicos sueñan viejas glorias imperiales y una hegemonía mundial que nunca más volverá. El resultado del referéndum sobre el Brexit coloca a los británicos ante su futuro. Aún no se han ido y tendrán que votar. También es un espejo para la Unión Europea, para mirarnos y reflexionar sobre cómo la hemos construido. “Mientras todo iba bien, felices de ser europeos, pero cuando hubo que asumir que los otros europeos eran conciudadanos, cada uno se atrincheró en lo suyo”, dice Manuel Castells en La Vanguardia. Y es que cuando estalló la crisis financiera, la UE dio salidas neoliberales, garantizó las “inversiones” de los países ricos en los pobres, y sometió a estos últimos a la más dura austeridad hasta “pagar todas sus deudas”. Nunca la UE había sido tan mezquina y egoísta consigo misma. Tan europeos son los alemanes como los griegos. Aunque sean los intereses de los primeros los únicos por los que parecen velar las instituciones europeas. Por esa puerta de insolidaridad se coló la desafección ciudadana.
NARANJAS
El capital sigue su propia lógica, que no es otra que el máximo beneficio. Holanda ha fletado un convoy de vagones frigorífico –el CoolRail- desde el puerto de Rotterdam hasta el de Valencia, para abastecer de fruta y verdura fresca a una cadena holandesa de supermercados. Este tren evitará, como mínimo, la circulación de más de 12 mil camiones entre Valencia y Holanda. No hay mejor inversión para luchar contra el cambio climático y para colocar la agricultura valenciana en el corazón de Europa.
Mientras la iniciativa privada hace esto, el corredor mediterráneo va a paso de tortuga y con dos décadas de retraso. Una parte de la responsabilidad en la parálisis recae en el PP Europeo, en su sucursal española y en la valenciana, capitaneada esta última por Esteban González Pons (EGP). La ex mano derecha de Camps, ha mostrado de sobra su poco interés por los temas valencianos. Hace tiempo que EGP nos tiene acostumbrados a sus ninguneos. Hace unos años, siendo portavoz del Consellde Camps, EGP amenazó con desalojar a TVE de su sede en el Parque Tecnológico de Paterna, para poner allí las TDT “amigas”. Más bien fue un chantaje. Quería que TVE emitiese los informativos editados en Presidencia de la Generalitat. ¡Así vela EGP por la independencia informativa de los medios de comunicación! “Me siento representado por una naranja, por una clementina, incluso por un limón”, dice EGP. Hasta un boniato lo representa.
Una parte de nuestra soberanía económica –la más importante, la monetaria- se gestiona desde la Unión Europea. Aunque los Estados, representados en la Comisión, siguen siendo los que tienen mayor capacidad decisoria, el Europarlamento cada vez tiene más poder. En él se deciden los acuerdos financieros y comerciales que luego ratifican los parlamentos nacionales. El TTIP, el CETA, los acuerdos con Canadá, Japón,… en todos ellos hay cláusulas de salvaguarda de los intereses de las empresas transnacionales. Todos cuentan con el visto bueno del Grupo Popular Europeo. Estos acuerdos son los que dan cobertura legal a las exportaciones de naranjas sudafricanas, por ejemplo. Menos cinismo, por favor. ¡Porca miseria!
URBANO GARCIA
Imagen:
1. Parlamento Europeo. Patrick Seeger.
1. Parlamento Europeo. Patrick Seeger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario