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miércoles, 31 de enero de 2018

DISFUNCIONES

¿Cumple el Tribunal Constitucional las funciones para las que fue creado? ¿Y los Tribunales Superiores de Justicia? Vienen a cuento estas preguntas ante los últimos jardines en los que estas magistraturas se han metido. La verdad es que lo han hecho un tanto forzadas por un partido, el PP, acosado judicialmente por los muchos estropicios realizados a nuestra frágil democracia. También facilita la faena la contaminación, sutil o descarada, que ese mismo partido, el PP, ejerce sobre una parte importante de las instituciones. La intromisión del poder ejecutivo en el judicial no es exclusiva del PP, pero nadie como la derecha para hacerla sin ningún tipo de escrúpulos ni remilgos.
                  
El TC ha entrando a saco en el tema de Catalunya, asumiendo funciones sancionadoras y marcando la hoja de ruta de las instituciones autonómicas. El artículo 155 es como una bomba de relojería en manos del Constitucional, por prudente que nos parezca su actuación. La incapacidad de Rajoy para encontrar soluciones políticas a los problemas políticos, le ha llevado, en el colmo de la dejación, a confiar en el TC la resolución del conflicto catalán. No se puede ser más torpe.

INTERVENIDOS
                  Los resultados de las últimas elecciones catalanas no fueron los que Mariano quería. Tampoco le gustaron a la virreina del Principat, digo de Sáenz de Santamaría, la verdadera manifassera de la agenda catalana gracias al 155. A veces da la sensación de que se busca acabar con Catalunya como vía rápida para terminar con el Estado Autonómico. Sería otra torpeza. En estos momentos, Catalunya sigue siendo una autonomía intervenida por la Moncloa, con sus instituciones gripadas, con un candidato a presidirla autoexiliado en el país de Tintín, con una ley electoral hecha a semejanza de la española, es decir que prima el voto rural y conservador frente al urbano y liberal, con una formación de derechas hegemónica en el campo soberanista y otra también de derechas hegemonizando el autoproclamado bloque constitucional,… una Catalunya en un cul de sac judicial. ¿Y qué hay al otro lado? Pues ni más ni menos que un gobierno paralizado, un gobierno en minoría que no gobierna, que bastante tiene con atender sus urgencias judiciales, que abusa de su capacidad de intervención en los órganos estatales para seguir pervirtiendo la democracia.
                  
¿Qué nos van a decir a nosotros? Las tierras valencianas fueron el laboratorio de las políticas expoliadoras del PP. Aquí, durante dos décadas, la corrupción fue fagocitando las instituciones al tiempo que, gracias al dopaje electoral, retroalimentaba el círculo perverso del gobierno. Así nos colocó el PP a la vanguardia del despilfarro. No contento con eso, el PP apagó la pantalla para impedirnos conocer sus patrañas. La anemia informativa forma parte de su herencia.   

A VUELTAS CON LA MEMORIA
                  Hubo que esperar a la medianoche del lunes 29 para poder aplicar en Callosa del Segura la ley de la memoria histórica. Durante casi dos años, algunos vecinos jaleados por fascistas venidos de otras latitudes, protagonizaron una especie de motín de sainete, un ¡viva las cadenas!, alrededor de una cruz de mármol blanco de cientos de kilos. El imponente símbolo, colocado a la puerta de la iglesia en los años 40’, fue levantado en honor al fundador de Falange y a los callosinos muertos por apoyar la rebelión militar de Franco. Nada en este monumento marmóreo glosaba la convivencia o el reconocimiento a los callosinos que murieron defendiendo el gobierno legítimo de la República. Nada en él merecería haber superado la prueba de la restauración democrática. Sin embargo, allí estaba 4 décadas después de muerto el dictador. Una prueba de los déficits de la Transición y de la baja calidad de nuestra democracia. Sin memoria no hay olvido ni perdón.
                  
Apenas unas horas después de retirada la cruz, llegó la orden del TSJ ordenando paralizarla cautelarmente. El TSJ atendía la petición de la Asociación de Abogados Católicos, uno de esos nichos en los que anida la derecha más rancia y que se dedica a pleitear contra todo lo que suponga defensa de los derechos y libertades democráticas. Lo curioso es que lo hace en nombre de una libertad religiosa que no está en cuestión. No hay más que repasar los privilegios de que goza la Iglesia Católica para ver que los realmente perjudicados son quienes no comulgan con esas creencias. Esta anomalía democrática encuentra su caldo de cultivo en un Mariano Rajoy que se vanagloria de no destinar ni un euro a la memoria histórica. Tal vez sea esa una de las disfunciones más importantes de nuestra democracia, que nos gobierne quien no cree en ella.

URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com

martes, 30 de enero de 2018

EL TREN DE MARIANO

Lunes 22 de enero, día de San Vicent Màrtir y fiesta en València, de cruces para adentro. La estación de Castellón se viste de gala para dar la bienvenida a Mister Rajoy. Pero los trenes ya no son lo que eran ni en la puntual Inglaterra. Se esperaba la llegada del primer AVE a Castellón, y tan solo llega un pájaro de corto vuelo. Con media hora de retraso respecto al horario previsto, hace su entrada la rutilante locomotora en la capital de La Plana. ¿Estarán mejor comunicadas València y Castellón a partir de ahora? No está claro. Madrid, sí. De eso se trataba, de mejorar la red radial que los Borbones implantaron a imagen y semejanza de Francia, espejo en el que se siguen mirando.  
                  
Uno de los problemas que tiene el País Valenciano es su falta de articulación. También territorial. Cuesta la mitad de tiempo viajar de Madrid a Alicante que de Orihuela a València, aunque la distancia sea casi el doble. Las comunicaciones son fundamentales para la construcción de unidades territoriales, facilitan la creación de mercados interiores y cohesionan la sociedad. Ese argumento sería suficiente para reclamar la máxima eficiencia a la red viaria valenciana. En esto también Rajoy tiene otras prioridades. ¿El tren de alta velocidad es la mejor opción? Todo apunta a que no. Es caro e insostenible. Puestos a priorizar las inversiones, tal vez sería más rentable destinar menos recursos al AVE y más a mejorar los transportes de cercanías. Pero no es eso lo que se hace. La rentabilidad social y económica parece que se subordinan a rentabilidades más abstrusas.
                  
València y Castellón están ahora unidas por un AVE que circula por un tercer hilo, un rail que da ancho europeo a una vía diseñada en tiempos de aislamiento y autarquía. El pegote, ideado por Ana Pastor cuando era ministra del gremio, ahorra dinero a costa de perder eficiencia y seguridad. Nuestro histórico ancho de vía nos separaba de Europa, era un modo de evitar invasiones indeseadas. Ahora se busca estrechar lazos y facilitar las comunicaciones. Eso es lo que se dice.

VIA RENTABLE
                  Uno de los ejes de comunicación más rentables de la península es el que une la costa mediterránea de sur a norte, desde Algeciras a Port Bou. Esta zona concentra la mayor densidad de población y gran parte del PIB del país. Es un eje viario insuficientemente desarrollado y al que el Estado no dedica la necesaria inversión. El Secretario Autonómico, Josep Vicent Boira, geógrafo y gran conocedor del tema, hace tiempo que reclama un mejor trato a una infraestructura necesaria para la economía valenciana, española y europea. Los empresarios también reconocen la importancia de esta inversión. 

El PP está solo frenando el llamado corredor mediterráneo, lo mismo que remoloneando la financiación autonómica. Lo ocurrido el día de la inauguración del AVE Madrid-València-Castellón parece una metáfora de la parálisis del gobierno Rajoy. El argumentario catalán ya no es suficiente para ocultar la esclerosis del país. El actual ejecutivo es un lastre para afrontar los muchos problemas que nos acucian. Carcomido por la corrupción, acosado en los tribunales y con una alternativa a su vera, más joven y menos contaminada, el PP se desangra poco a poco confiando su futuro en un sistema electoral diseñado para que todo siga atado y bien atado. Y a la reacción que produce fuera de Catalunya una situación mal explicada y peor entendida.           

EN EL MISMO TREN
                  Despejada la X de la Gürtel valenciana por Álvaro Pérez, El Bigotes, ante la Audiencia Nacional que lo juzga, queda por ver cuándo se restituirá a las arcas públicas el dinero robado en las dos últimas décadas. No digo “todo”, ni voy más allá de 1997, para no pedir quimeras. Tampoco hablo del dinero despilfarrado por la mala gestión. Tan solo me gustaría ser realista para pedir lo imposible, como se decía en Mayo del 68. 

Quién nos iba a decir que “el curilla”, como lo llamaba cariñosamente su “amiguito del alma”, resultaría ser el patrón del barco de la corrupción valenciana. Mirando el dedo no vimos la luna. ¿Y Zaplana? ¿Dónde está el ex, venido de Cartagena? Cuentan las crónicas que fue EZ el que descubrió el filón que suponía para el PP controlar la obra pública. Aquí hizo Zaplana su doctorado en estas artes, tras superar con nota el aprendizaje en el consistorio de Benidorm. EZ vive las mieles a la sombra de Telefónica. 

Su sucesor, Camps, goza desde 2011 de despacho, coche oficial y nómina a cargo de las arcas públicas como miembro del Consell Jurídic Consultiu. ¿Es compatible el cargo con la exigencia de responsabilidades políticas por su implicación en la Gürtel valenciana? No lo sé, pero todos ellos van en el tren de Mariano.   

URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com

viernes, 19 de enero de 2018

LA HEBILLA

Fueron tiempos dorados para el PP valenciano. Durante 24 años en el Consistorio del cap i casal y 20 al frente de la Generalitat, el PP hizo y deshizo a su antojo. Al principio necesitó la muleta de Unió Valenciana para gobernar, pero al poco tiempo no precisó de nadie. Eso es lo que nos contaban. Durante las últimas legislaturas, al menos, parece que el PP valenciano se sirvió de argucias poco compatibles con la democracia para mejorar sus resultados electorales. Lo reconoció en sede judicial Francisco Correa, el líder de esa trama que en su honor se llama Gürtel.
                  
El lunes 15 comenzó en la Audiencia Nacional el juicio a la parte valenciana de esta red mafiosa. Ya se sabe que no hay corruptos sin corruptores. Algunos empresarios no dudaron en dar su apoyo económico al partido hegemónico de la derecha hispana a cambio de obra pública. Así engordó su hucha el PP. Y así de dopado acudió a las citas electorales. ¿Hubiera tenido el PP el mismo apoyo sin ese chute de financiación opaca? ¿Hubiera podido desplegar todo ese arsenal de cacharrería con la que animaba sus saraos? ¿Habría podido tejer esa red clientelar de estómagos agradecidos que hacían de palmeros en todos los actos que organizaba? Algunas de estas preguntas tendrán respuesta en las sesiones que se celebran en la Audiencia. Pero no es seguro. Tampoco lo es que se devuelva el dinero público malversado, ni los escaños logrados fraudulentamente. Nuestra cultura democrática tiene flaca la memoria. Ni la sociedad tiene los arrestos necesarios para reclamar lo que le han robado. En democracia, la conquista del poder –siempre temporal y parcial- pasa por las urnas. Una vez logrado el apoyo en ellas, ¿se tiene bula para hacer lo que se quiera?
                  
La democracia tiene sus contrapesos y límites. Esa es la teoría. En la práctica, el PP se los saltó todos. ¿Qué falló? Posiblemente fue un fallo multifunción, o lo que es lo mismo, un fallo en el sistema operativo de nuestra democracia. Justificar todo en el acta de nacimiento no suele ser recomendable. Conduce a callejones sin salida, al atzucac de la melancolía. No hace falta remontarse a tiempos tan pretéritos. La ausencia de desarrollo legislativo o una legislación demasiado laxa facilita la faena de aliño de la corrupción. También el pasotismo de una sociedad adormecida por unos medios de comunicación públicos al servicio de la propaganda. 
                 
REARME
                  Al Consell bipartito y al tripartito que sostiene el Acord del Botànic les ha tocado la tarea de zurcir los descosidos que el PP hizo a nuestra frágil democracia. En ello se juegan los tres socios su credibilidad. No está siendo fácil la apuesta. No lo fue montar de la nada una Conselleria, como la de Transparència, tan necesaria y a la vez tan temida. Tampoco están siendo fáciles los comienzos de la Agència Antifrau. Poner al frente de este organismo al valenciano Joan Llinares es una garantía. Joan tiene el aval de haber destapado la trama con la que Convergència saqueaba el Palau de la Música de Barcelona. Un fraude, ahora sentenciado, que guarda muchas similitudes con el modus operandi utilizado por Correa y sus secuaces. Las dos redes mafiosas “utilizaron los mismos patrones: las facturas falsas, la empresa pantalla, la simulación (…) también hay coincidencia en el entendimiento entre el poder y las empresas, lo que conlleva a que un partido tenga ventajas respecto al resto”, dice Joan Llinares. La ejemplar sentencia del caso Palau, condenando a Convergència y a los principales artífices del fraude, es un precedente de lo que puede ocurrir en el caso Gürtel y sus conexiones con el PP de Aznar y Rajoy.

REFUNDACIÓN
                  CDC, el partido creado por Jordi Pujol, optó por refundarse cuando empezó a judicializarse el tema Palau. “Convergència ya pagó, con su disolución en 2016, un precio muy alto por las irregularidades investigadas”, dijo Artur Mas desmarcándose del pasado del partido que presidía hasta ese momento. El PP ha optado por mantener el tipo. Su rama valenciana descartó refundarse para correr un tupido velo que tapase sus muchas vergüenzas. Y es que no sólo la Gürtel anidó en un PP que copaba todas las instituciones y se sentía impune. Nóos, Taula, Emarsa, Imelsa, Brugal, Fabra, CAM, F-1,… la lista es interminable. Por el despacho de Camps, pasaron ingeniosos ingenieros de tramas corruptas y empresarios ávidos de negocios sin competencia. Presuntamente, claro. Los ingredientes estaban listos para elaborar el cóctel. Sólo faltaba el barman que agitara la coctelera. Pero como ocurre hasta en los guardarropas más nobles, toda correa tiene su hebilla.

URBANO GARCIA

MAGUES

El calendario ha sido amable con la infancia en este inicio del año. En 2018, la epifanía de la ilusión llegó con propina. Por la rendija festiva se coló el consumismo, adelantando el comienzo de las rebajas. Ya se sabe que la verdadera inocencia no cotiza en Bolsa. Que para ser feliz no hace falta gastar demasiado dinero. Todos los niños saben que su felicidad no tiene precio. Y hasta los Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, lo saben, aunque sus camellos desfilen con patrocinio.  
                  
Sin poner en cuestión la cabalgata del real triunvirato, otra más modesta, la de les Magues, organitzada por El Micalet, recorrió las calles de València por tercer año consecutivo. Recuerdo de la que desfiló en el 37 por un Cap i Casal inundado por miles de niños y niñas huidos del infierno de  una guerra que no entendían. Todos tenemos derecho a la ilusión. Aquellos niños la encontraron, en medio de las bombas, en una València convertida en ciudad de acogida y capital de la República. Ayer como hoy, el mundo sigue sobrado de guerras y necesitando de ciudades refugio.   
                  
La cavalcada de la Infantessa es parte de nuestra memoria democrática. Memoria repleta de valores éticos como la tolerancia y la solidaridad que tienen mucho que ver con la construcción de una moral cívica, una educación ciudadana contra la que braman los intolerantes. Esa intolerancia que durante demasiados años se propagó desde un poder patriarcal y autoritario con la bendición de una jerarquía eclesiástica únicamente preocupada por la defensa de sus privilegios.
                  
Pau i cultura”, era el lema de les Magues. Quienes no aprecian ni una cosa ni la otra, les gusta enfrentar ambas cabalgatas. Modernidad frente a tradición, dicen. Buscan el consenso que concitan las “buenas tradiciones”. Pero, ¿qué son las tradiciones? Todas tienen fecha de nacimiento. La mayoría de las que presumimos apenas tiene décadas. Eso sí, cuando a finales del XIX la Iglesia vio el éxito del desfile de Reyes en Alcoi, promovido por la incipiente industria juguetera, no dudó en darle su apoyo y bendecir el evento. Apoyo popular y que detrás haya una institución que financie y dé continuidad a la “tradición” para que se consolide. Algunos historiadores, como Hobsbawm, han escrito sobre los orígenes y el papel de las tradiciones en la historia. Un tema para reflexionar.  

#MeToo
                  También merece una reflexión el terrible balance con que se cerró 2017, 54 mujeres muertas en España por el terrorismo machista. Pocas organizaciones terroristas pueden presentar un saldo de crímenes tan abultado. Detrás del feminicidio está la lacra menos visible de la desigualdad. Los abusos de poder tienen mucho que ver con esta falta de equidad. En Hollywood, las actrices han puesto el grito en el cielo. Su campaña #MeToo (Yo también) denunciando a quienes utilizan su poder en la industria cinematográfica para lograr favores sexuales, ha tenido una gran repercusión.
                  
Islandia ha dado el paso más valiente por la igualdad salarial. Con menos valentía, Alemania le ha seguido. Aquí, tras la firma del Pacto de Estado contra la violencia de género, Rajoy y su gobierno racanean. Agobiado por la urgencia de aprobar los Presupuestos de 2019 –el PNV condiciona su apoyo al diálogo en Catalunya-, el ministro Montoro ha puesto en marcha su campaña de chantajes. Y hasta condiciona la financiación de la lucha contra la violencia machista.

CHANTAJE
                  El PP parece decidido a dinamitar cualquier atisbo de consenso. No se explica de otra forma su negativa a negociar una nueva financiación autonómica. La prioridad del PP es sacar adelante sus Presupuestos. Para eso no ha dudado en satisfacer las exigencias de las autonomías forales, con financiación diferente al régimen general. Como la caja es una, lo que no entra por un lado es difícil que salga por otro. Tal vez por eso, Montoro amenaza ahora con recortar el dinero transferido a la Comunidad si no hay PGE. Otra vuelta de tuerca en la presión a la que somete a los valencianos.
                  
Por si fuera poco, de 2007 a 2015, los ejecutivos de Camps y Fabra no invirtieron en educación unos 33 millones de los 42 dados por la Unión Europea. El actual Consell ha pagado 8 millones por la mala gestión del PP. Mientras, los asuntos judiciales a los que se enfrentará el PP en los próximos meses siguen dando sorpresas. En la causa valenciana de la Gürtel, Correa ha dicho que el PP dirigido por Camps pagó más de 2 millones de € en negro a empresas de la trama. Así financió ilegalmente el PP, en 2007, sus campañas autonómicas y municipales y, en 2008, las generales. Varias “cajas B” dopaban a un PP sistémicamente corrupto. ¡Viva les Magues de Gener!

URBANO GARCIA