El calendario ha sido amable con la infancia en este
inicio del año. En 2018, la epifanía de la ilusión llegó con propina. Por la rendija
festiva se coló el consumismo, adelantando el comienzo de las rebajas. Ya se
sabe que la verdadera inocencia no cotiza en Bolsa. Que para ser feliz no hace
falta gastar demasiado dinero. Todos los niños saben que su felicidad no tiene
precio. Y hasta los Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, lo saben, aunque
sus camellos desfilen con patrocinio.
Sin poner en cuestión la cabalgata del real triunvirato, otra más modesta, la de les Magues, organitzada por El Micalet, recorrió las calles de València por tercer año consecutivo. Recuerdo de la que desfiló en el 37 por un Cap i Casal inundado por miles de niños y niñas huidos del infierno de una guerra que no entendían. Todos tenemos derecho a la ilusión. Aquellos niños la encontraron, en medio de las bombas, en una València convertida en ciudad de acogida y capital de la República. Ayer como hoy, el mundo sigue sobrado de guerras y necesitando de ciudades refugio.
La cavalcada de la Infantessa es parte de nuestra memoria democrática. Memoria repleta de valores éticos como la tolerancia y la solidaridad que tienen mucho que ver con la construcción de una moral cívica, una educación ciudadana contra la que braman los intolerantes. Esa intolerancia que durante demasiados años se propagó desde un poder patriarcal y autoritario con la bendición de una jerarquía eclesiástica únicamente preocupada por la defensa de sus privilegios.
“Pau i cultura”, era el lema de les Magues. Quienes no aprecian ni una cosa ni la otra, les gusta enfrentar ambas cabalgatas. Modernidad frente a tradición, dicen. Buscan el consenso que concitan las “buenas tradiciones”. Pero, ¿qué son las tradiciones? Todas tienen fecha de nacimiento. La mayoría de las que presumimos apenas tiene décadas. Eso sí, cuando a finales del XIX la Iglesia vio el éxito del desfile de Reyes en Alcoi, promovido por la incipiente industria juguetera, no dudó en darle su apoyo y bendecir el evento. Apoyo popular y que detrás haya una institución que financie y dé continuidad a la “tradición” para que se consolide. Algunos historiadores, como Hobsbawm, han escrito sobre los orígenes y el papel de las tradiciones en la historia. Un tema para reflexionar.
#MeToo
También merece una reflexión el terrible balance con
que se cerró 2017, 54 mujeres muertas en España por el terrorismo machista.
Pocas organizaciones terroristas pueden presentar un saldo de crímenes tan
abultado. Detrás del feminicidio está
la lacra menos visible de la desigualdad. Los abusos de poder tienen mucho que
ver con esta falta de equidad. En Hollywood, las actrices han puesto el grito
en el cielo. Su campaña #MeToo (Yo
también) denunciando a quienes utilizan su poder en la industria
cinematográfica para lograr favores sexuales, ha tenido una gran repercusión.
Islandia ha dado el paso más valiente por la igualdad salarial. Con menos valentía, Alemania le ha seguido. Aquí, tras la firma del Pacto de Estado contra la violencia de género, Rajoy y su gobierno racanean. Agobiado por la urgencia de aprobar los Presupuestos de 2019 –el PNV condiciona su apoyo al diálogo en Catalunya-, el ministro Montoro ha puesto en marcha su campaña de chantajes. Y hasta condiciona la financiación de la lucha contra la violencia machista.
CHANTAJE
El
PP parece decidido a dinamitar cualquier atisbo de consenso. No se explica de
otra forma su negativa a negociar una nueva financiación autonómica. La prioridad
del PP es sacar adelante sus Presupuestos. Para eso no ha dudado en satisfacer
las exigencias de las autonomías forales, con financiación diferente al régimen
general. Como la caja es una, lo que no entra por un lado es difícil que salga
por otro. Tal vez por eso, Montoro amenaza ahora con recortar el dinero
transferido a la Comunidad si no hay PGE. Otra vuelta de tuerca en la presión a
la que somete a los valencianos.
Por si fuera poco, de 2007 a 2015, los ejecutivos de Camps y Fabra no invirtieron en educación unos 33 millones de los 42 dados por la Unión Europea. El actual Consell ha pagado 8 millones por la mala gestión del PP. Mientras, los asuntos judiciales a los que se enfrentará el PP en los próximos meses siguen dando sorpresas. En la causa valenciana de la Gürtel, Correa ha dicho que el PP dirigido por Camps pagó más de 2 millones de € en negro a empresas de la trama. Así financió ilegalmente el PP, en 2007, sus campañas autonómicas y municipales y, en 2008, las generales. Varias “cajas B” dopaban a un PP sistémicamente corrupto. ¡Viva les Magues de Gener!
URBANO GARCIA
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