Pasó el acueducto de la
Constitución Inmaculada con la ansiedad consumística
salivando ante las expectativas. La sobredosis de ensoñación anestesia los deseos
de cambio. Incluso para la parte cada vez mayor de la población excluida de las
“mieles” del capitalismo. La lucha sólo vale la pena cuando el futuro imaginado
es mejor que el presente. Un futuro que el destino suele ocultar.
¿Quién iba a imaginar que tras la muerte de Franco, un cachorro del Régimen sería capaz de llevar al país de una dictadura a una democracia homologable? “De la ley a la ley”, dijo Torcuato Fernández Miranda, verdadero artífice de la maniobra transitoria. Por la rendija de la Ley de Sucesión de Franco coló la de la Reforma Política. Así comenzó el tránsito. Aquel momento histórico fue único e irrepetible. Hubo violencia, ¡sí! Además de la de ETA, una gran parte de ella fue ejercida por un aparato del Estado poco dispuesto a colaborar en su autoinmolación. Seguramente lo hizo porque recibió garantías de que nadie pediría cuentas por su pasado y vislumbró que el futuro no empeoraría el presente, no sería una transitoria ensoñación. Como señaló Vázquez Montalbán, la Constitución del 78 fue fruto de la suma de debilidades. En un país que ya no existe. ¿O sí?
ÉRASE UNA VEZ
De aquel 1978 a este 2017 ha pasado demasiado
tiempo y demasiadas cosas para que todo siga igual. La Constitución del 78 se
redactó con una serie de cautelas que hacen muy complicada su reforma, como
demuestra Javier Pérez Royo. Algunos constitucionalistas del 78 buscaban
garantizar las libertades democráticas sin asustar a los poderes fácticos -en especial
al Ejército-, que mantenían intactos sus poderes. Casi ninguno de aquellos
condicionantes existe hoy en día.
De la ley a la ley. En la Constitución del 78 se pusieron las bases de un Estado descentralizado pero basado en la división provincial del antiguo régimen. Hoy el Estado Autonómico es una realidad plenamente desarrollada que la Constitución apenas contempla. Por intentar solucionar el tema territorial ya valdría la pena su revisión. No es la única carencia. Que la monarquía siga rigiéndose por la ley Sálica, excluyendo de la sucesión a las mujeres, es un sinsentido propio de la Edad Media. Por no hablar de los derechos cuyo cumplimiento es papel mojado por falta de garantías constitucionales. ¡Y qué decir de la financiación autonómica!
Algunos de los técnicos que asesoran al ministro Montoro no se cortan a la hora de calificar el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) -un préstamo del Estado- como una forma de mejorar la financiación por habitante. Cuando tan solo son retales, tapujos y parches para ocultar la vergüenza de una infrafinanciación escandalosa. Una argucia que sólo sirve para que la deuda siga creciendo de forma exponencial. Más desiguales que ayer, pero menos que mañana. Un camino de perdición.
FEDERALES
¿Qué fue del ideario federal? Como otros intentos
de democratización de nuestras estructuras del Estado, acabó siendo satanizado
por unos poderes nostálgicos de un idealizado pasado imperial. Al PSOE le faltó
pedagogía cuando pudo ejercerla. Ahora, con la emergencia catalana empujando la
puerta, no es recomendable improvisar. A la comisión parlamentaria para el
estudio de la reforma territorial, impulsada por Pedro Sánchez como contrapeso
a su apoyo a la aplicación del 155 en Catalunya, tan sólo se ha apuntado C’s,
mientras que el PP todo es dar largas. No tiene voluntad política. El “atado y
bien atado” de Franco en su agonía se adapta como un guante a la reforma
constitucional. Para llevarla a cabo se necesitan mayorías tan amplias que sólo
el acuerdo PP-PSOE las hace viables. Además, tiene que contar con el apoyo de
la mayoría absoluta del Senado, una cámara en la que por su forma de elección
está garantizada una mayoría conservadora. Y en el horizonte no se otea una
crisis capaz de abrir un proceso constituyente. ¡Ojalá!
Pero el tiempo pasa. Mientras la reforma de nuestro Estatuto de Autonomía espera desde hace un septenio en la antesala del Congreso, el Estatuto canario se tramita con urgencia impulsado por un PP en estado de necesidad. Rajoy necesita los votos de los diputados de Nueva Canarias para aprobar sus Presupuestos Generales del Estado 2019 y así garantizarse un año más en la Moncloa. También desea los del PNV y acepta mejorar el cupo vasco, aunque aumente las desigualdades territoriales. Llegados a este punto, para qué cambiar el guión constitucional si funciona como yo quiero, debe pensar don Mariano.
URBANO GARCIA
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