Adiós 2017. En su discurso navideño -preámbulo de fin
de año- Felipe VI se refirió a las elecciones catalanas, como no podía ser de
otra manera. Fue una cita corta y suave en comparación con su anterior
intervención como Jefe del Estado poco después del “no-referéndum” del 1-O. Y
es que los resultados del 21D confirmaron las encuestas. Las derechas (la
autóctona y la otra) dominan la política catalana. Pero Catalunya tiene su
propio ecosistema político. O casi. La excepción podría ser C’s, pero no hay
que olvidar que el partido de Albert Rivera nació en tierras catalanas para acabar
con la hegemonía soberanista. Por fin lo ha logrado. Ya es el partido con más voto
popular y escaños en Catalunya. Triunfó el “¡A por ellos!”
Cuando en 2011 Podemos irrumpió en la escena política, algunos sectores del capital financiero catalán, entre ellos el Presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, clamaron por la creación de un “Podemos de derechas” y vieron en C’s esa alternativa. Desde entonces, al partido de Rivera-Arrimadas no le ha faltado la financiación. En su asalto a la Moncloa, el primer envite de C’s fue fagocitar a UPyD. Las huestes de Rosa Díez, con Toni Cantó a la cabeza, abandonaron el barco a la deriva. Tras el 21D, ¿ha llegado el momento del asalto a un PP acosado y acusado por la corrupción? Ya se verá en los próximos meses. A pesar de los esfuerzos de Rajoy y su cohorte por implantar un 155 light, el tiro de gracia al Estado Autonómico parece que le ha salido por la culata. El PP de Albiol, con 3 escons y por debajo de la CUP, ha quedado relegado a una posición marginal.
Si valoramos los resultados del 21D en términos de capital riesgo, la apuesta del autoexiliado Puigdemont es sin duda la gran triunfadora. Con una candidatura de “amigos” ha logrado tapar las vergüenzas de la extinta Convergencia, mantener la hegemonía en el bloque soberanista y postularse como primera opción para renovar su mandato como President. Pero actas y cargos siguen en manos de la Justicia. En ese sentido, el 18 empieza como termina el 17.
ASALTO
La
agenda del PP para 2018 también sigue marcada por los tribunales. Perdido hace
tiempo el relato catalán, el judicial es el que mejor le funciona al partido en
el gobierno. Es un relato que domina. Especialmente cuando controla algunas
fuentes del poder judicial. Sin embargo, no ha logrado marcar el tempo y la
agenda de la Justicia. ¿Sobrevivirá Rajoy a 2018 sin anticipar las elecciones? ¿Aguantará
su actual gobierno el ímpetu de C’s? ¿Se abrirá el debate constitucional? Ese
es el verdadero reto. No está claro que el PP haya aprendido la lección.
Tampoco en el bloque soberanista parece que las cosas estén claras. ¿Y el
resto? ¿No tiene nada que decir?
Del voto al veto. Para reformar la Constitución del 78 hacen falta amplios consensos. Hasta ahora, el PP no se ha movido del veto ante cualquier reforma que ponga en cuestión sus intereses. Los vetos del PP van más allá. Se han convertido en su única forma de relacionarse con los poderes autonómicos. También en esto, la valenciana es la comunidad en la que el PP ha experimentado con más descaro, y lo sigue haciendo. Las últimas leyes autonómicas recurridas por el PP ante el Tribunal Constitucional fueron la ley contra la pobreza energética y la de la vivienda digna. Dos temas muy navideños pero que al PP le parecen el colmo del izquierdismo. Tanto que hasta evita legislar sobre ellos. Así es cómo alcanza nuestro país los mayores índices de riesgo de marginalidad y exclusión social de la Unión Europea. Lo dicen desde Cáritas hasta Médicos del Mundo.
TOT À PUNT
Pero
la verdadera bicha del PP son la educación y los medios de comunicación
públicos. De los segundos, poco más de lo conocido se puede decir. Alberto Fabra
y el PP los cerraron antes de abandonar el
Palau de la Generalitat. ¿Temían que sus sustitutos repitieran lo que ellos
hicieron? À Punt ràdio emite desde hace
unas semanas. La tele está previsto que comience a emitir en el primer
trimestre de 2018. Los nuevos medios sin duda aliviarán la anemia informativa
en la que está sumida la sociedad valenciana. Tal vez sirvan para visibilizar
mejor la acción del gobierno. Y hasta puede mejorar la percepción que los
valencianos tenemos de nosotros mismos. Todo menos seguir instalados en el
oscurantismo.
Capítulo aparte merece la educación. La cruzada de la concertada contra la pública no tiene parangón en países de nuestro entorno. El PP apuesta fuerte contra el Conseller Marzà y el decreto de plurilingüismo. Como dijo el sabio, sin educación no hay libertad.
Capítulo aparte merece la educación. La cruzada de la concertada contra la pública no tiene parangón en países de nuestro entorno. El PP apuesta fuerte contra el Conseller Marzà y el decreto de plurilingüismo. Como dijo el sabio, sin educación no hay libertad.
URBANO GARCIA
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