RECORTES
Cualquier parecido con nuestra educación actual es pura casualidad. Poco nos queda de aquel espíritu republicano. El adoctrinamiento tan querido por el franquismo aún campa por sus respetos en muchas aulas. Y no sólo en las concertadas. Educación para la ciudadanía fue un intento, tan efímero o más como el llevado a cabo por la República, de introducir valores democráticos en la educación. Hasta que llegó el PP y mandó parar. No le gustan al PP los ciudadanos críticos y defensores de la libertad. Prefiere súbditos y esclavos más fáciles de domeñar. Coincide en eso, como en tantas otras cosas, con la jerarquía eclesiástica, tan amante ella de la desigualdad de sexos y del pensamiento único.
Y en esas estábamos cuando la crisis llamó a la puerta. Y con ella la oportunidad de recortar derechos y recursos para la educación pública. Y con los recortes llegaron las carencias. Ni para calefacción, ¡oiga! Si hace frío, con una manta se soluciona el problema, debió pensar la Consellera del ramo. Y hubo algún chaval que colgó en internet las imágenes de los alumnos de esa guisa abrigados. Y se armó la marimorena. Hay que ser cínicos. Lo grave no es que ocurra, es que se sepa.
El malestar prendió más en unos centros que en otros. Los alumnos del IES Luis Vives fueron de los más vindicativos. Y empezaron a salir a la calle a exigir en público sus derechos. Contra el vicio de pedir la virtud de aporrear, debió pensar Paula Sánchez de León, delegada del gobierno. Y convirtió la represión contra los estudiantes de secundaria en materia académica. En pocos días, decenas de heridos y contusionados y un buen cupo de detenciones. Pero los peores palos son los que amenazan su futuro. La mal llamada reforma laboral que impulsa el PP despide barato a los padres y contrata en precario a los hijos. El futuro es la ruina de todos.
PORRAS
“Estas son nuestras armas”, gritaban los estudiantes levantando al cielo las manos vacías o con libros. La brutal actuación policial en las manifestaciones de la llamada primavera valenciana empujó la espiral de la protesta.
Mientras la delegada del gobierno defendía la actuación de la policía, su subalterno, Antonio Moreno, llamaba “el enemigo” a los estudiantes a los que tildaba de violentos. Todos, menos el PP, han coincidido en pedir la dimisión de ambos. La de Paula por su responsabilidad política. La de Moreno por su actuación belicosa más propia de un sheriff del far west que de un jefe de policía de un país democrático. Las imágenes de las brutales cargas policiales las ha visto medio mundo. Objetivo conseguido, Valencia ya figura en todos los mapas del mundo mundial, claro que es en los de la represión. Por si no era suficiente con tener aeropuertos sin aviones, costosos circuitos urbanos, palacios de la ópera cerrados y ágoras con goteras, ahora tenemos escuelas sin recursos y gobernantes que ordenan aporrear a adolescentes. Nos llevan a la ruina y lo quieren hacer a garrotazos.
URBANO GARCÍA
FOTOS: Urbano García