Ni los resultados de las
elecciones griegas, tan al gusto de Ángela Merkel y de Rajoy, han logrado calmar
a los insaciables “mercados”. Grecia tan solo era una excusa, un espantajo, un
entretenimiento para la audiencia mientras los tiburones seguían devorándonos. Nada
de lo que nos dijeron era verdad. Tal vez por eso la ciudadanía desconfía tanto.
“Unos resultados buenos para Grecia, para Europa y también para España”, dijo
un imprudente Rajoy tras el triunfo de Nueva Democracia por apenas un 4% de
diferencia respecto a SYRIZA. Por cierto, no habría que olvidar que fue Nueva
Democracia asesorada por “técnicos” de Goldman Sachs los que maquillaron las
cuentas griegas para poder cumplir los requisitos de Bruselas y entrar en la eurozona.
Ni Grecia era tan determinante ni el resultado de las elecciones helenas ha cambiado
el color del dinero. Tampoco su olor, porque el dinero huele a pesar de lo que le
decía Vespasiano a su hijo Tito cuando se quejaba de que el emperador cobrase
impuestos por el uso de las letrinas públicas. Un olor pútrido de albañal nos
invade y apesta. Un olor cuyo origen está en las políticas de austeridad y
recorte con las que gobierna el PP por orden de la troika. Además, está claro,
a estas alturas de la película, que el rescate parcial o línea de crédito para
la banca, según Rajoy, sí que supondrá un incremento de nuestra deuda que nos
tocará pagar a la ciudadanía.
Que la
incertidumbre sobre la voluntad de los griegos se haya despejado al gusto de
los bancos no ha aflojado sus ambiciones, más bien al contrario. La prima de
Rajoy, o sea la de riesgo, sigue batiendo records. ¿Qué diría la derecha mediática
si los valores actuales de la prima se hubieran alcanzado en tiempos de ZP?
Para reflexionar.
PILARES
Los recortes del PP están dinamitando los pilares del
Estado del Bienestar y la cohesión social. Esta semana se ha oído la voz de
miles de personas pidiendo un cambio de rumbo, un nuevo modelo social y
económico. Y hace unos días otra manifestación, convocada por la coordinadora
de ONGD, recorrió la ciudad de Valencia pidiendo más solidaridad y justicia.
Coincidió con el anuncio de la más que probable imputación de Rafael Blasco, ex
de casi todo, como la necesaria mano que meció la cuna del saqueo de las ayudas
al desarrollo. Un latrocinio que recuerda por su desvergüenza otros cometidos
en esta sufrida tierra. La vacua propaganda ha dejado un paisaje desolado en el
que solo asoma la más cruda insolidaridad. Es fácil deducir que si se hubiera
gestionado mejor, si se hubiera robado menos, si se hubiera recaudado de forma más
justa y menos coyuntural, si se hubiera apoyado la industria y la formación en
vez del ladrillo y la especulación, otro gallo nos cantaría. Y no es demagogia
decir que los excesos de algunos gobernantes con ínfulas de nuevo rico nos han
traído las presentes zozobras. Algunos de esos gobernantes no han cambiado. Los
mismos que nos convirtieron en tierra de saraos y juergas nos quieren salvar
con más eventos y luminarias. Ya se oye el estruendo de los coches por una
ciudad privatizada y al servicio de Ecclestone y su Fórmula 1. La ciudad a sus
píes. ¿Para quién gobierna Rita?
ACUERDOS
No todo es desolación en este paisaje esquilmado. El
consenso de las tres fuerzas de izquierda presentes en les Corts Valencianes sobre el futuro de la radio televisión autonómica
es un buen síntoma. PSPV, Compromís y
Esquerra Unida coinciden en muchas cosas.
Hay que potenciarlas. Valencians pel Canvi está por la
labor y ha convocado a estos tres partidos para que debatan el próximo martes
26 sobre el futuro del País ahora que está en bancarrota y sin rumbo. No está
mal empezar por Canal 9. La más emblemática de las empresas públicas que el PP
convirtió en su cortijo. Oficina de propaganda, de colocación, financiera de
turbios negocios, covachuela en la que encontraron cobijo todo tipo de
sátrapas, puente para toda clase de corruptelas. La visita del Papa de Roma
allá por 2006 alimentó el peor carcinoma que nos ha asolado. No contento con el
saqueo perpetrado, el PP quiere imponer un ERE liquidador. Hace falta cara dura
para dejar un país arrasado, lleno de deudas y con miles de parados.
URBANO GARCÍA
Fotos: Urbano García