El sur también existe. Es
más, sin él no habría norte. “La burguesía septentrional ha
sojuzgado a la Italia meridional y las islas, reduciéndolas a colonias
explotadas”, eso decía Antonio Gramsci, en 1920, en una serie de artículos
sobre “La cuestión meridional”, publicados en L’Ordine
Nuovo, revista de los comunistas turineses, en pleno debate
sobre el Mezzogiorno.
Gramsci hablaba de cómo se estaba construyendo la Italia del siglo XX, tras la
unificación del país en el XIX bajo una misma bandera, himno y moneda. ¿Qué
diría Gramsci de cómo se está construyendo Europa tras la unificación bajo una
misma bandera, himno y moneda, sobre todo moneda? Europa también tiene su Mezzogiorno,
un sur castigado por la crisis y por las
políticas austericidas impuestas por la troika y acatadas con agrado por
gobiernos nacionales más atentos a asumir con dinero público la deuda privada de
los bancos que a satisfacer las necesidades de las personas. Gobiernos elegidos
democráticamente, sí, pero que hacen políticas dictadas por un poder financiero
no elegido, mientras imponen recortes, económicos y de derechos, a la
ciudadanía. Al norte y al sur. Claro que más en el sur, seguramente por tener economías
más débiles y gobiernos más sumisos.
EL VOTO DEL SUR
Tal
vez por eso, el sur de Europa votó como votó el domingo 25. En Grecia, Portugal,
Italia y España hubo un voto de castigo a las injustas políticas de la troika
que tanto nos están amargando. En algunos de estos países, emergen formas
nuevas de hacer política capaces de canalizar el voto de la indignación. En
Grecia, SYRIZA ya es la fuerza hegemónica. Atrás han quedado los partidos que
no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos. El PASOK tan sólo es un
ectoplasma de lo que fue. Su apuesta por satisfacer los intereses de la troika,
antes que las necesidades de los griegos, le está pasando factura. Tampoco el Partido
Comunista Griego (KKE) parece adaptarse bien a los cambios sociales. La
izquierda italiana hace tiempo que experimenta, con el nombre y con los
líderes. Matteo Renzi, tras ganar unas primarias modélicas, dio un golpe
florentino -haciendo honor a la ciudad de la que era alcalde- y se hizo con la
Presidencia del Gobierno. De eso hace tan solo unos meses, el 22 de febrero de 2014,
poco tiempo para castigar sus políticas. Renzi y el PD han salido reforzados
por las urnas, pero el Movimento 5 Stelle
les pisa los talones. Por las grietas de una Europa no cohesionada también se
cuelan todo tipo de populismos, de derechas y de izquierdas. En Portugal, ha
sido al Partido Socialista, en la oposición, al que ha ido el voto indignado. En
los países en los que no ha surgido una fuerza de izquierdas capaz de ilusionar
al electorado, la abstención ha vencido.
REGENERACIÓN
No
ha sido nuestro caso. Aquí, la abstención ha cambiado de bando, al menos en
parte. Esta vez han sido muchos votantes de la derecha los que se han quedado
en casa. Las alternativas al PP, si exceptuamos UPyD, no han sido lo
suficientemente atractivas. Sin embargo, le han mordido suficiente electorado
como para, junto con la abstención, llevarlos a sus valores mínimos. “Hemos
ganado”, dijo un Cañete más azul que un pitufo. Con solo dos eurodiputados de
diferencia con el PSOE, la debacle de ambos partidos ha sido histórica. ¿Principio
del fin del bipartidismo? Tal vez, pero la agonía será larga. El PP de la CV ha
pasado de cosechar el 52% del electorado a un discreto 29%. La perdida de votos
populares en el país ha sido del 23%. En la ciudad de Valencia, del 25%. Rita ha
hecho mutis por el foro. Pero cuidado con extrapolar, el PP aún no ha llamado a
rebato.
PODEMOS
se ha llevado una parte importante del voto indignado. COMPROMÍS y EUPV, menos.
Algunos de los lemas coreados en calles y plazas tras el 15 de mayo de 2011 han
calado. Las herramientas democráticas están ahí. Televisión y redes sociales
son buenas palancas. Nuevas formas de hacer política y nuevos líderes llaman a
la puerta. Renovación y regeneración van de la mano. La vieja política está en
estado terminal. Poder podar las ramas secas de la democracia es posible y
necesario. Seguro que Gramsci, tan inquieto intelectualmente, así lo habría
entendido.
URBANO GARCIA
IMAGEN: CARTEL INFORMATIVO UNIÓN EUROPEA