Domingo 25. Los
ciudadanos de la Unión Europea deciden quiénes les representarán en el
Parlamento de la Unión durante los próximos años. Los que lean este artículo
antes de esa fecha lo harán desde el punto de vista de un pasado a punto de cambiar.
Todo cambia, nada permanece igual. Para los que lo hagan con posterioridad al
domingo, muchas de las cosas aquí dichas les sonarán a viejas. Las opiniones de
actualidad también caducan, aunque como los yogures de Cañete sigan siendo comestibles
para según qué estómagos. Entre el antes y el después de la consulta en las
urnas se sitúa la angustia de la incertidumbre. ¿Cuántos votarán? ¿Cuántos
votos cosecharán euroescépticos y populistas? ¿Se quebrará la hegemonía del
bipartidismo? ¿Cuántos representantes obtendrán los ciudadanos indignados?
¿Será suficiente para cambiar el rumbo de Europa?
Posiblemente, el 26 nos levantemos igual de
europeos que lo hicimos el 25. Nuestro cabreo por unas políticas que tanto nos
amargan la vida y de las que nadie da cuentas, seguirá ahí. Inalterable. El
déficit democrático que arrastra la Unión es tanto que el pequeño terreno
ganado por el Euro Parlamento a partir de estos comicios sabe a muy poco. Que
el Parlamento elija a la cabeza visible de la Unión es lógico. Pues no lo era
hasta la fecha. Frau Merkel parece que aún no lo
tiene claro. Esperemos que el resto sí. Ya no se sostiene una Europa tan poco
democrática.
MANDATARIOS
El que vale, vale, y el que no, a Europa. Esa ha
sido la máxima imperante en nuestro país durante mucho tiempo. El Parlamento
Europeo ha sido una suerte de dorado cementerio de elefantes para una gran
parte de los políticos amortizados en el ámbito estatal. Allí mandaban también
a algunos diputados incómodos a los que se ponía tierra de por medio para que
no hicieran sombra a la nomenclatura del partido. Decir Europa era decir
lejanía. Ese fue, en su día, el
incomprensible destino de un Andrés Perelló, impagable mosca cojonera del PP en
Les Corts, enviado por su partido a
Bruselas, ¿recompensa o castigo por un pasado nunca perdonado en Izquierda
Socialista? A pesar de su buen hacer, Perelló ya no está en la lista. Él no es
un jarrón chino de esos a los que se regala una canonjía de por vida.
Lo malo de los auténticos jarrones chinos es cuando
quieren ser alfombras persas. Le pasa a Aznar, a pesar de sus bien pagados pluriempleos,
y a Felipe González, con su aburrimiento existencial. Cuando no saben qué
hacer, por la boca matan razones. ¿O eran gatos negros?, no lo sé. Aunque FG se desdijo de
su canto a la gran coalición, en caso de necesidad. Ahí quedó eso. Cuando
pensamos en Europa la gran coalición no se ve tan exótica. Es más, salvando los
matices, parece que es la que gobierna las instituciones europeas. No se
entiende de otra forma que sea quién sea el que esté al frente de la Unión, la
banca siempre gane.
CUENTA ATRÁS
Cumplido el trámite europeo, toca mirar más al
interior. Los comicios del 25M han sido el pistoletazo de salida de autonómicas
y municipales, y luego, como colofón, las generales. Eso sin tener en cuenta
divertículos tan entretenidos como la consulta soberanista en Catalunya o posibles adelantos
electorales en otras comunidades históricas. Iniciamos, por tanto, un periodo
electoral de lo más animado. Por si faltaba poco, el PP de Cotino quiere
aportar su grano de arena haciendo a Mónica Oltra mártir por la democracia.
Como no dan puntada sin hilo, con el de Mónica quieren coser la mortaja de Ximo
Puig. Sería deseable que la alternativa a la prepotencia y el autoritarismo del
PP actuara con inteligencia. Todos los mimbres son necesarios para acabar con
un Régimen. En eso se ha convertido un partido que ha trufado de clientelismo
las entretelas de las instituciones autonómicas. Si lo hubieran hecho por el
bien del país, podría tener un pase. Pero lo suyo ha sido el despilfarro, la
corrupción, el hundimiento de la industria y la pérdida del poder financiero
una vez saqueado. Comienza la cuenta atrás para que el pueblo valenciano
recupere su autoestima.
URBANO GARCIA
FOTO: EFE
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