“Libertad sin ira, libertad, guárdate tu miedo y tu ira”, cantaba Jarcha allá por los años 70’. Fue uno de los muchos himnos que tuvo la Transición a la democracia. Tal vez el que mejor representó eso que se llamó “consenso”. En 1976, sirvió de sintonía para la campaña de lanzamiento deDiario 16, uno de los periódicos que aparecieron esos años y que fueron GPS de una ciudadanía ayuna de democracia e ignorante de lo que ésta representaba. Oída hoy no deja de sorprendernos su inocencia, lo que no la libró de la censura. La larga estela del franquismo sobrevivió al óbito del dictador. Entonces, todo parecía posible. Había ilusión por el cambio, pero también ira y miedo. Tiempos frenéticos en los que se cubrieron etapas como si fuera una carrera de obstáculos y, a la vez, contrarreloj. Cuatro décadas después, tengo la impresión de que de nuevo se acelera la historia. Y las palabras vuelven a retorcerse. Y vuelve el miedo y la ira a condicionar la libertad. Cuatro décadas después de muerto Franco, sus restos esperan ser exhumados de Cuelgamuros siguiendo la voluntad del Congreso y de una inmensa mayoría de la población, según todas las encuestas. Pero el PP y C’s prefirieron abstenerse en una votación histórica. Hay pasados que resisten ser enterrados.
PAROLE, PAROLE
Nicolás Sartorius, uno de los protagonistas de aquellos años en los que vivimos peligrosamente, acaba de publicar La manipulación del lenguaje. Breve diccionario de los engaños. Pequeña y oportuna guía para no perdernos en el bosque de las palabras. En estos tiempos de posverdad, mentiras y redes sociales, es muy útil tener una brújula que nos oriente en medio de la confusión. Internet nos informa a golpe de clic, pero no es verdad todo lo que circula por la red. Además, sabemos que el exceso de información produce ruido. La mentira y las fake newsse han convertido en armas de destrucción masiva de la democracia, sea en Washington o en Móstoles.
Aunque para armas destructivas de verdad las bombas inteligentes, oxímoron que no consuela. Las que vendió Morenés -ministro del lobby armamentístico- a la teocracia saudita lo son. La entrega de estas “peladillas” le ha tocado a un gobierno que se dice pacifista. “Son láser de alta precisión y no se van a equivocar matando a yemeníes”, así justificó la ministra-portavoz el cambio de criterio del gobierno. Del digo “digo” al digo “Diego”, todo un alarde de ilusionismo semántico. La amenaza saudí de rescindir la compra de cinco corbetas obró el milagro. Pan o paz, falsa dicotomía. Hasta Kichi, alcalde de Cádiz, aparcó la rabia para atender a sus devociones. Los currantes de Navantia estaban con la mosca tras la oreja desde que Margarita Robles anunciara la no entrega de las bombas (¿inteligentes?) a Arabia. La clase obrera tampoco irá este año al paraíso.
DERECHA, ¡AR!
Se empieza por pervertir el sentido de las palabras. Lo sabe Trump y también Casado y Rivera, lanzados estos últimos a la carrera de ver quién la dice más gorda. Sus corifeos les van a la zaga. No hay más que oír al campeón del mundo de lanzamiento de huesos de aceituna lanzando bulos como metralla. Las derechas andan enloquecidas por ver quién gana el pulso y se lleva al electorado más conservador. Allá cada cual con sus miserias.
Lo malo es que ese aumento exponencial de la crispación la pagamos todos. En València, sin ir más lejos, no hay día en que Isabel Bonig o su escudera, digo de Eva Ortiz, no se dediquen a atacar la política de promoción del valenciano que desarrolla la Conselleríade Educación en nombre de una supuestamente maltratada libertad de los padres. El PP debería ser más prudente. No hace falta acudir a las hemerotecas, los juzgados ya se encargan de recordarnos lo que hicieron durante los 20 años que gozaron de mayorías absolutas. Les aseguro que no salen bien parados de la comparación.
“Hace un tiempo, en este lugar,…”, cantaba Jarcha, el fantasma que recorría Europa era el comunismo. Ahora es el populismo de derechas. Ese que habla de los inmigrantes como si fueran esclavos, que desprecia valores como la tolerancia y la colaboración. Que retuerce las palabras hasta hacerlas irreconocibles, que convierte el lenguaje en andamio para levantar monumentos a la mentira. Que vacía de contenido la libertad y hace de ella un objeto exclusivo sólo accesible a quienes tienen suficiente dinero como para comprarla. ¡Qué difícil es conquistar la libertad!
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com
Imágenes:
1. Portada del disco "Libertad sin ira" de JARCHA
2. Efectos de las bombas inteligentes. eldiario.es
3. Casado con Aznar en la Comisión de Investigación del Congreso. GTRES