Sin duda la más grande es la que está en Cuelgamuros. Pero el Valle de los Caídos es mucho más que la mayor fosa común del franquismo. Es el mayor monumento que conozco dedicado a recordar un golpe de Estado y al terror de una dictadura. Nada que ver con el olvido y el perdón. Todo lo contrario. Una imponente cruz se yergue sobre los muertos de una cruel guerra provocada por quienes se rebelaron contra el legítimo y democrático gobierno de la II República. Tras 59 años de construido y 43 de enterrado en él el cadáver del dictador, por fin se abre una puerta a la resolución de una anomalía democrática. El viernes 24 de agosto, el Consejo de Ministras y Ministros aprobó el decreto ley que modifica la Ley de la Memoria Histórica, y que facilitará la exhumación de los restos de Franco. Ahora le tocará pasar el trámite del Congreso. Hay una mayoría suficiente para dar el paso. PP y C’s han anunciado su oposición. El primero por el fondo, el segundo por las formas. El masterizadolíder del PP dice que hay cosas más importantes de las que ocuparse. Y eso lo dice la supuesta esperanza regeneradora. Tal vez, lo que de verdad le molesta al partido fundado por Fraga es que se toque a Franco. ¡Vaya con el tarro de las esencias!
“La democracia no les ha tratado mal, incluso ha sido generosa con ellos", dijo Zapatero refiriéndose a la familia del dictador. Nada más platearse la posibilidad de exhumar los restos de Franco, sus familiares manifestaron su oposición, que no pensaban hacerse cargo de los restos y que denunciarían al Estado por no respetar sus derechos. ¿Derechos? Parece una broma macabra. Con el cuerpo del Caudillo aún caliente, sus herederos se repartieron bienes y títulos sin ningún reparo. Hace unos meses, conocimos que la “nieta del Régimen”, digo de Carmen Martínez-Bordiu, pidió y se le concedió el título de duquesa de Franco y ser Grande de España. Título creado por Juan Carlos como reconocimiento a la viuda del Dictador. ¡Qué, qué! Como para estar satisfechos de cómo se transitó el paso de la dictadura a la democracia. “Desde los primeros días de diciembre de 1975 se inicia un proceso de desmemorización colectiva. No de olvido, sino de algo más preciso y voluntario, la capacidad de volverse desmemoriado. Franco ha muerto. ¡Viva el rey!”, dice Gregorio Moran en El precio de la Transición. De sacar a Franco de su mausoleo, se ha tardado demasiado, aunque nunca es tarde si la dicha es buena. Como queriendo imitar los enterramientos faraónicos, Franco enterró en Cuelgamuros a 30.000 victimas republicanas de su cruel guerra. Sin encomendarse a dios ni al diablo, y sin consentimiento de las familias. ¡Ya está bien de que continue tanta infamia!
LA 112
Casi 80 años después de terminada la guerra y más de 40 de muerto Franco, familiares de víctimas republicanas siguen buscando a sus seres queridos en cunetas y cementerios. Uno de los más significativos es el de Paterna. Cerca de él se encuentra el llamado “paredón de España”. Contra ese muro fueron fusiladas cientos de personas leales al gobierno legítimo de la II República.
Las fosas comunes del cementerio de Paterna forman parte del mapa de la ignominia que dibujó con sangre el franquismo. Miguel Mezquida, responsable de la exhumación, se queja amargamente de la prescripción de estos crímenes. “Habría que aplicar el derecho internacional por ser crímenes contra la humanidad y no deberían prescribir”, apunta Mezquida. La ingente tarea de exhumar y levantar acta judicial de los asesinatos en “tiempo de paz”, ha encontrado no pocas trabas y problemas económicos y judiciales. Para certificar que se trata de muertes violentas hace falta la intervención de algún representante de la Justicia. Responsabilidad de la que se han escaqueado no pocos magistrados. Respecto a la financiación de las exhumaciones y la identificación del ADN, deberían de ser las instituciones del Estado las que las asumieran.
Hace unos días nos dejaba el historiador Josep Fontana. Tenía 86 años. En 2016, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universitat de València. Pedro Ruiz y Vicent Soler fueron sus padrinos en el acto académico que tuvo lugar el 5 de febrero de aquel año, en el Paraninfo de La Nau. Fontana no ha llegado a ver el cadáver de Franco fuera del Valle de los Caídos. Mantuvo un posicionamiento crítico sobre algunas de las consecuencias de nuestra particular transición de la dictadura a la democracia. Y dejó escritas cosas como ésta: “La forma en que se produjo en España el pacto de la transición contribuyó a que se hiciera silencio sobre la historia del franquismo”. DEP.
URBANO GARCIA
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