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miércoles, 19 de septiembre de 2018

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Estamos en septiembre. Vuelve la rutina tras el paréntesis estival. ¿Rutina?, como si el verano y sus vacaciones no lo fueran. También son rutina. ¡Ahora!, antes ni eran ni habían, vacaciones, claro. Vuelve la rutina escolar y la política. Aderezada esta última con el morbo de ser curso electoral. Al menos habrá cita con las urnas municipales y autonómicas. La fecha de estas últimas no está clara. Depende de cuando convenga. Más o menos como las generales. La margarita autonómica tiene su propia dinámica. Desde la reforma de l’Estatut, es competencia del Molt Honorable President fijar la fecha de su convocatoria. No es asunto baladí. Yendo por libre se gana en visibilidad. Un bien muy preciado en tiempo de homogeneidades. El patio de mi casa es particular y el problema de la mala financiación valenciana merece ser destacado. Tener una agenda propia es una buena forma de que se nos tenga en cuenta. Pero adelantarlas huele a fracaso. Y no es eso. El Pacte del Botànic ha dado más estabilidad que las dos décadas de hegemonía del PP. 
                  Además, el calendario aprieta. Al margen del histórico momento en que seamos testigos de la exhumación del cadáver de Franco, están los presupuestos de Pedro Sánchez. Los primeros y únicos de esta legislatura bis en la que se intenta dar la vuelta al calcetín ultraliberal y reaccionario impreso por Rajoy en su largo periodo de gobierno. Es mucho más fácil destruir que construir. Al PP le costó poco desmontar parte de nuestro raquítico Estado del Bienestar. Lo complicado es recuperar lo recortado y privatizado. No hay más que ver las dificultades para revertir el modelo Alziraque tanto mal hizo a la sanidad pública valenciana. 
 DISONANCIAS
                  A medida que se acerca la cita electoral, los socios del Botanic y de la Nau van marcando sus diferencias. ¡Normal!, hay que aclarar al electorado quién es quién en un Pacte. La experiencia de un Consellbipartito (PSPV+Compromís), sostenido desde fuera por Podem, ha sido muy positiva. Los desencuentros entre los socios se limitan a políticas medioambientales y al urbanismo. No es poco. De las dificultades para la transición a un modelo energético más sostenible es un buen ejemplo la dimisión de Julià Àlvaro o la más reciente y a otra escala del ministro francés para el Cambio Climático. Respecto al modelo territorial, sólo hace falta fijarse en el diferente criterio respecto a Intu Mediterráneo, antes Puerto Mediterráneo, el mega centro de ocio y comercial de Paterna, para ver la diferente percepción que se tiene sobre el desarrollo y los proyectos especulativos. Ambas cuestiones -medio ambiente y urbanismo- están relacionadas. La burbuja del ladrillo espera su momento para volver a hincharse. Desde que el PSOE gobierna, el PSPV ha rebajado algunas de sus vindicaciones que son las del Consell. No es cuestión de complicarle la vida al “compañero Pedro”, debe pensar Ximo Puig. En eso que no cuente con Compromísle ha dicho Mónica Oltra. Tampoco Podem parece dispuesto a dejar de lado la agenda valenciana.
                  En el Ayuntamiento de València, l’Acord de la Nau (Compromís+PSPV+València en Comú) ha dado tanta estabilidad a la política del Cap i Casal que sus Presupuestos han sido aprobados antes que en Madrid y Barcelona. Pero también los socios locales buscan mejorar su perfil. Sandra Gómez, previsible candidata del PSPV a la alcaldía, no hay día que no salga en el Levante con cualquier excusa. Para marcar territorio y ganarse a los lobbies de la construcción, a los socialistas capitalinos no les importa retomar viejos proyectos urbanísticos que huelen a gran negocio, como el PAI del Grao. Un plan con aroma a expolio de suelo público y necesitado de una urgente revisión para ser digno remate del Jardí del Túria.
                  Al margen de estos desacuerdos, todos resaltan el buen trabajo hecho y el deseo de repetir.        
 FUERA DE JUEGO
                  Mientras todo eso ocurre en el ala izquierda de la Casa Blanca valenciana, las derechas siguen desorientadas tras la pérdida de la Moncloa y el desvanecimiento de los sueños conservadores. Aquí y ahora, PP y C’s compiten por hacerse con las herrumbrosas lanzas del anticatalanismo. Todo vale con tal de estigmatizar a los gobiernos del cambio, hasta retorcer la verdad convirtiéndola en una vulgar fake news. C’s tirará de Toni Cantó con un toque de arrebato. Mientras Bonig, con su grupo municipal bajo la lupa de la Justicia, busca resituarse trayendo al masterizado líder de su partido al inicio del curso político. Todo listo para un año complicado.                     
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com

Imágenes:
1. Mónica Oltra y Vicent Soler en les Corts. EFE
2. Cumbre de l'Acord del Botànic. D16
3. Isabel Bonig (PP). EP


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