14 de abril de 1931. Tras unas elecciones municipales
ganadas por los partidos republicanos, Alfonso XIII se exilió en la Italia de
su admirado Mussolini. Los españoles abrieron una ilusionante etapa democrática.
Ocho años después, tras tres tristes años de cruel guerra, militares golpistas
encabezados por Franco, apoyados por sectores conservadores, y con la valiosa
ayuda de Hitler y Mussolini, se impusieron por la razón de las armas a una II
República abandonada a su suerte. Así comenzó la longa noite de pedra.
Francisco Aparicio Albiñana (47 años), José Aparicio
Pérez (35), Gerónimo Beneyto Monerris (37), Simón Carnicero Maza (30), Pascual
Cantó Ureña (46), Luis Corbera Martínez (45), Francisco Chirivella Cifre (54), Ángel
Cortina Giménez (34), Francisco Corzo Fernández (30), Emilio Costa Saperas
(34), Enrique Doménech Beneyto (35), Antonio Ferrero Martí (38), Vicente Ferri
Moya (50), Enrique Francés Soler (53), Vicente Herreros Montejano (36), Delfín
Juanes Blasco (44), Aurelio Julián Hernaiz (31), Antonio López Hernández (42),
Félix Nácher Ballester (62), José Reig Tormo (42), Francisco Sanz Calvo (43),
Francisco Saporta Flores (32), Isidro Ubiedo Pio (25), Eliseo Arturo Vidal
Gallego (34), Pedro Zanón García (39).
Son los nombres de las 25 personas cuyo ADN se desconoce
y cuyos restos se supone que están en la fosa común número 63 del cementerio de
Paterna. Se buscan familiares para poderlos identificar, para eso se ha creado
el correo familiars63.paterna@gmail.com,
para recoger información sobre ellos. Sus restos están junto con los de otros
22 republicanos cuyos familiares han aportado ADN para su identificación. Todos
ellos fueron fusilados el 25 de noviembre de 1939 en el llamado “paredón de
España”.
Desde su vil asesinato han pasado más de 81 años.
Demasiado tiempo para que siga entero el recuerdo de la infamia. Durante esos
años, el silencio y la pena se instalaron en las 47 familias truncadas por la
cruel dictadura. El franquismo marcó con una huella indeleble su existencia. Solo
son unas pocas de las muchas familias que sufrieron los crueles zarpazos de un
Régimen que decía servir a Dios, pero en realidad servía al diablo. Han pasado demasiados
años para que perdure el odio y la rabia. Hace tiempo que cualquier sentimiento
de rencor se diluyó en las lágrimas que nos da el vivir día a día.
En esta larga lista de ejecutados por la dictadura hay
jornaleros, comerciantes, pintores, carpinteros, albañiles, tipógrafos, … hasta
un diputado, Manuel Molina. La vida no valía nada para un Régimen que hizo de
la muerte su bandera y del asesinato su modus operandi. Segó vidas y
truncó familias por el simple hecho de sembrar el pánico y cubrir con un manto
de miedo y silencio la ignominia de su partida de nacimiento.
Hace tiempo que las instituciones democráticas deberían
haber asumido la exhumación de los miles de cadáveres que siguen enterrados en
fosas comunes o desaparecidos en cunetas. Los gobiernos de izquierdas y
valencianistas de Generalitat y Diputación quieren recuperar el tiempo perdido.
Las exhumaciones en el cementerio de Paterna han logrado devolver la identidad
y el honor a cientos de víctimas de la dictadura. Pero este capítulo sigue
lejos de estar cerrado. Queda mucho aún por exhumar.
Hasta 2015, cuando el PP fue desplazado de las
instituciones por gobiernos progresistas, no se exhumaron de forma sistemática las
fosas de Paterna. Rosa Pérez Garijo -desde la Diputación de València- impulsó,
junto con otros políticos valencianos, la cura de estas heridas abiertas por el
franquismo. Miguel Mezquida, al frente de ArqueoAntro, llevó a cabo las
primeras exhumaciones. La identificación de los restos de la fosa 63 la lleva a
cabo Paleolab, otra empresa dedicada a estas investigaciones forenses.
Prácticamente, todo el cementerio de Paterna es una gran
fosa común. Su proximidad al paredón de fusilamiento lo convirtió en el lugar
preferido por los matarifes para dar sepultura a sus víctimas. No sé si cuando
terminen las exhumaciones, se hará del lugar un espacio para la memoria. Hacen
falta lugares en los que poder reconstruir un pasado del que aún no nos hemos
desprendido del todo. Aunque sólo sea por eso de que “un pueblo que olvida su
pasado está condenado a repetirlo”. O, como se dijo en el encuentro de familiares,
reunidos con motivo del ochenta aniversario de los fusilamiento, para sacar a
la luz: “els
secrets guardats per por durant anys, les històries compartides, les
inevitables llàgrimes als ulls, … i per damunt de tot, la voluntat conjunta de
retornar la dignitat als nostres”. Pues
eso. Honor, memoria y dignidad.
URBANO GARCIA
Imagen: Exhumaciones en el cementerio de Paterna. Eva Máñez
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