Pasó el 40 aniversario del 23-F y los principales documentos
de aquella aciaga jornada siguen clasificados, congelados, encerrados bajo
siete llaves en la caja fuerte en la que se guardan los secretos oficiales de
nuestra historia reciente, para vergüenza de todos los demócratas. Aunque los
papeles reservados del 23-F no aportaran nada nuevo, el solo hecho de que permanezcan
ocultos extiende la sombra de la sospecha sobre el relato oficial de los
hechos. Necesitamos su deshielo para empezar a construir la verdadera historia
de la transición a la democracia. Ahora mismo lo que cunde es el desconcierto, cuando
no la indignación, ante el comportamiento del emérito y entonces héroe de la
Zarzuela. Del Palacio, claro. No de La Revoltosa. Mientras el resto de
ciudadanos estamos pasando la pandemia como podemos, a golpe de cierre perimetral
y distanciamiento físico, don Juan Carlos lleva un año bajo las palmeras
datileras del oasis teocrático de los Emiratos Árabes. Su última “hazaña”: regularizar
parte de sus deudas con Hacienda, mediante el pago de 4,4 millones de €, que,
sumados a los 700.000 abonados anteriormente, asciende a más de 5 millones de
€. ¡Un Potosí!, que decía mi abuela.
TÚNEL DE LAVADO
Vergüenza
debería darles a los meapilas que aplaudieron a rabiar la rememoración
juancarlista del 23-F. Su rey de reyes les dejó con el culo al aire al hacer, poco
después, la susodicha regularización. ¿Cuántas le quedan? Dicen los cronistas
del emérito que la deuda fue pagada gracias a un préstamo de empresarios “amigos
de la corona” que, a través de la fundación Zagatka -gestionada por un primo de
Juan Carlos-, se hicieron cargo del marrón. Cada vez es más difícil separar las
responsabilidades del rey puesto en el trono por Franco y la institución por él
representada. Coinciden en la misma persona. En febrero de 1981, Juan Carlos ganó
una legitimidad que no tenía: paró los pies al golpismo y mereció el aplauso popular.
Cuatro décadas después, nada queda de aquella gloria. Efímera, como todas las
glorias.
Los
Borbones hispanos tienen siete vidas, como los gatos. Alternan exilios con restauraciones
sonadas. La última la hizo Franco con Juan Carlos, saltándose a la torera el
orden sucesorio y dejando claro quién mandaba en el ruedo ibérico. Pesada
herencia la del campechano: haber sido investido por un dictador y acercarse a
la edad crepuscular lejos de familia y amigos. ¡Ay pena, penita, pena!
BLOQUEO
El
deshielo tan solo ha llegado por ahora a RTVE. Y limitado a las relaciones PP-PSOE.
Eso sí, a costa de dinamitar los esfuerzos para despolitizar la rediotelevisión
pública estatal. Y vuelta a empezar. Como todo consenso, éste también tiene un
precio. Al Consejo de Informativos le toca ahora comulgar con ruedas de molino.
De eso se trata, de tragarse a personajes tan impresentables como Jenaro Castro
-0 puntos en el descartado concurso público-, o Carmen Sastre, inquisidora
mayor del reino. Ambos del PP.
Donde sigue el bloqueo es en el
Poder Judicial. “El PP quiere que en los jueces no meta mano Podemos”, Maroto,
dixit. Más claro agua. El máximo órgano de los jueces es demasiado importante
como para soltarlo, piensa el partido de Casado. Durante los dos años que lleva
en funciones -tras haber caducado su mandato-, el CGPJ ha hecho medio centenar
de nombramientos. Así amarra el PP la Justicia: vetando a jueces incómodos
-como De Prada, juez de la Gürtel; o Victoria Rosell, jueza y candidata de
Podemos-, mientras nombra a jueces de su cuerda para que vayan haciendo
carrera. Nunca sabe el PP cuándo los necesitará. El rey de los michirones, digo
de Federico Trillo, ya se encargó en tiempos de Aznar, de dejar atado y bien
atado el poder judicial. Desde entonces el PP ha gozado de una gran capacidad
de bloqueo institucional, asegurándose la mayoría conservadora en los máximos órganos
judiciales, incluido el CGPJ, o el Tribunal Constitucional, verdadero ariete
contra cualquier intento de reforma.
El descalabro en Catalunya hizo
presagiar que el PP, tras la terapia de shock aplicada por las urnas, moderaría
su discurso, templaría su ímpetu y se avendría a llegar a acuerdos. El propósito
de enmienda le duró un plis-plas. Los altercados tras la detención de Pablo
Hasél le han venido bien para escudarse tras ellos, para sacar a flote su intolerancia
y volver a las andadas. “El CGPJ ni se toca”, sigue diciendo el PP.
POSDATA: Del otro deshielo ya hablaremos. Hace unos días, una profunda y kilométrica grieta separó un inmenso iceberg de la Antártida. En Siberia, no paran de aparecer grandes cráteres en el permafrost, a causa de las explosiones del metano liberado de sus entrañas. Hay deshielos que no presagian nada bueno.
URBANO GARCIA
Imagen: Grieta en el hielo de la Antártida. Polar Science.
Menudo archivo! A ver si no se quema...!
ResponderEliminarBuena evaluación...
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