Viernes 22, una manifestación
convocada por la Comissió Ciutat-Port recorrió las calles de València,
hasta que la lluvia puso fin a la fiesta. La oposición a la ampliación norte
del Puerto crece día a día. València se juega su futuro, y el PSOE no lo tiene
claro. A todos nos gusta llegar a buen puerto. Pero, ¿a qué puerto queremos
llegar? A pocos les quedan dudas de que en el PSOE conviven dos almas, y cada
una busca su puerto. Una es neoliberal, o socioliberal, para ser más exactos. Alma
camuflada, lobo con piel de cordero en casa de Caperucita Roja. Camuflaje
necesario ante la previsible indignación de unos votantes mayoritariamente
socialdemócratas, rojos como caperucita, la otra alma del PSOE.
Estos
días vemos ambas almas batirse en cabeza ajena. No son diferencias entre socios
de y en gobiernos de coalición, ¡no! Al menos no es sólo eso. Uno de los debates
de la coalición botánica está en la mega ampliación del puerto al norte de la
ciudad. A más puerto, más contaminación. No parece buena idea luchar contra la
crisis climática ampliando el puerto para albergar más contenedores que van de
paso. Al margen de a la naviera MSC y a la Autoridad Portuaria, ¿a quién más le
interesa? Los estibadores no parecen entusiasmados. Su trabajo estará totalmente
automatizado en las nuevas instalaciones. Se lo dijeron al alcalde y Ribó tomó buena
nota. La apuesta de futuro es el tren. Ya estaría bien que tuviéramos doble vía
de ancho europeo por el eje mediterráneo. Esa sí que es una inversión rentable
para la economía valenciana. Está llegando, pero lo hace de forma lenta e
insuficiente. ¡Hasta cuándo!
Luego está la erosión de la costa, y el peligro para el futuro de la Albufera. Las playas del sur de València han ido perdiendo arena a medida que crecía el puerto. Nos jugamos demasiado para fiarnos de un plan viejuno, caro e insostenible, un proyecto pensado cuando combatir la crisis climática era asunto de ecologistas iluminados, y con un informe de impacto ambiental caducado. Ahora que la cumbre del clima se reúne en el Reino Unido, ¿irá Aurelio Martínez, presidente de la Autoridad Portuaria, a Glasgow, a la COP26, a vender las bondades para el clima de la ampliación portuaria? ¿O a venderles la ZAL?
REFORMAR LA REFORMA
Otro
ejemplo de manual de la esquizofrenia del PSOE lo tenemos en cómo aborda la derogación
de la contrarreforma laboral impuesta por el PP. Una contrarreforma que creó
empleo, ¡sí!, pero un empleo más precario y temporal que el que había, que ya es
decir. Una contrarreforma que rompió la negociación colectiva, anulando la capacidad
negociadora de los trabajadores. Para el alma socioliberal del PSOE, con quitar
lo más lesivo de la contrarreforma del PP es suficiente. Para la socialdemócrata
-y ese alma tienen los sindicalistas de UGT-, hay que reformar toda la contrarreforma,
o “modernizar” el mercado laboral, por usar un término al gusto de Pedro
Sánchez. ¿Es el mismo puerto? No está claro.
La
Unión Europea condiciona las ayudas a reducir el paro estructural y la
precariedad (tenemos un 26% de empleo precario, una de las tasas más altas del
continente). Algo habrá que hacer, digo yo. ¿Hay celos en algunos líderes del
PSOE a la creciente popularidad de Yolanda Díaz? No es descartable.
No
quiero terminar estas reflexiones que empezaron siendo portuarias, sin
mencionar una de las mayores anomalías parlamentarias de los últimos años.
Hablo del pulso entre el poder judicial y el legislativo a costa del escaño de
un diputado. Hace unos días, la presidenta del Congreso, Maritxell Batet, le quitó
el escaño a Alberto Rodríguez, de Unidas Podemos. El diputado canario había
sido condenado a una multa de 500€ y 45 días sin poder presentarse a unas
elecciones. El juez Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda de la
Audiencia Nacional -sí, ese juez que el PP promocionó para que controlase “la
Sala Segunda desde detrás”-, juzgó y dictó sentencia contra el diputado,
acusado por un policía ligado a la extrema derecha de haberle dado una patada en
2014 durante un desahucio. Marchena condenó al diputado, sin más prueba que la
palabra del policía, a una multa y 45 días sin sufragio pasivo. Batet, ante la
amenaza de los poderes judiciales, optó por quitarle el acta a Alberto. Quién será
el siguiente.
Y
esto sucede poco después de que PSOE y PP acordaran que el PP levantara parcialmente
su bloqueo institucional, y el PSOE aceptara las ruedas de molino de Espejel y Arnaldo,
piezas clave del PP en el puerto de la Justicia. El acuerdo dejó fuera el
Consejo Superior del Poder Judicial, madre de todos los corderos, puerto de
todos los puertos. El PP no quiere perder ese amarre. Su futuro está en juego.
URBANO GARCÍA
Imagen: Manifestación contra la
ampliación norte del puerto de València. F. Calabuig