El sábado 24, una multitudinaria manifestación recorrió las calles de Valencia. En el tradicional recuerdo de la batalla de Almansa, en la que Borbones y Austrias dirimieron sus disputas sucesorias en el campo de batalla, se pidió este año regeneración democrática. No es para menos. El caso Gürtel paraliza y tiñe de escatología la política valenciana. Heces y parálisis a la espera de lo que diga el Tribunal Supremo sobre el archivo del asunto de los trajes por el más que amigo De la Rúa.
LA CARCUNDA
A nosotros nos pasa como al perro que flaquea, se nos marcan las costillas y somos un magnífico hogar para las pulgas. Corruptos y malandrines han exprimido nuestra enjuta democracia hasta dejarla exhausta. Cuesta reconocerla. Por eso nos cuestionamos hasta las bondades de nuestra sacrosanta Transición, llevada a los altares antes de pasar la prueba del algodón. En esas estamos. Mira por dónde, quién nos lo iba a decir que aquella Amnistía reclamada en la calle por los demócratas para sacar de la cárcel a los antifranquistas se iba a convertir en una especie de ley de punto final para exculpar los crímenes del franquismo. ¡Vaya paradoja! Y no es que me sume a los ingenuos que piensan que Falange es la única que está contra Garzón. ¡No!, en los ataques contra el juez que persiguió a Pinochet y al GAL, los falangistas no van solos. Cuentan con poderosos compañeros de viaje. El principal el PP, interesado en ocultar su implicación en el caso Gürtel y, de paso, evitar que se airee el pasado poco demócrata de algunos de sus líderes, empezando por el del Presidente Fundador Don Manuel Fraga.
La caspa lo inunda todo. No hay más que dar un repaso a las altas instancias judiciales. Al margen de la consideración en que se tenga a las instituciones -merecedoras de todos mis respetos-, están los hombres y mujeres que las gestionan. Personas con un presente y sobre todo con un pasado.
De los políticos se sabe casi todo. Su vida tiene que ser tan transparente como la de su familia. Escrutados a diario por el ojo público, expuestos a la mirada ciudadana, sabemos casi todo sobre ellos. ¡Ay!, pero, ¿qué sabemos de jueces y fiscales? De esos no sabemos nada. A veces, cuando surgen conflictos, nos enteramos de que tal juez es de tal o cual familia, poco más.
Franco instauró una justicia injusta. Un trampantojo de justicia para legalizar el exterminio. La justicia de Franco -no sólo el infausto Tribunal de Orden Público- fue una parte importante del aparato de terror creado por la dictadura. Nuestra particular contribución a la historia de la infamia. De aquellos polvos, estos lodos. La transición apenas rozó este pilar básico en los sistemas democrático. Y así nos va.
DEMÓCRATAS
Quienes más atacan a las instituciones del Estado son los que luego quieren dar lecciones de democracia. Tras las manifestaciones por la dignidad y la memoria, y contra la impunidad franquista, Rajoy habló de “campaña brutal y antidemocrática”, y Esteban González Pons tildó de “radicales” a los participantes, el adjetivo más suave que se le ocurrió a este maestro del verbo incendiario. Pons no se arredró a la hora de hablar de Falange “como corriente de pensamiento”. Todo un demócrata.
NOTA: Rita, empeñada en arrasar el Cabanyal, da licencia para derribar 31 edificios. ¡Viva el diálogo!
URBANO GARCÍAurbanogarciaperez@gmail.com
Ilustración de ENEKO