Ya llegó la primavera. Este año, con los rescoldos falleros también nos llegaron noticias de otros incendios menos controlables que los que ponen fin a las Fallas. En el país del sol naciente los desastres se acumulan.
Por si fuera poca la capacidad destructiva de la naturaleza, nosotros, los humanos, le añadimos un plus. Al terremoto y al tsunami hay que sumar la posible fusión de varios reactores atómicos en la planta de Fukushima.
No todos los países tienen la geología de Japón. Ni todos están en la frontera de dos placas tectónicas tan activas. Pero construir una central nuclear, como la de Fukushima, junto y por debajo del nivel del mar para abaratar los costes de bombeo del agua de refrigeración va más allá de la irresponsabilidad. Es difícil que la nube radiactiva llegue hasta aquí, pero el pánico creado por este accidente no tiene fronteras. Pocas horas antes de que los caballos desbocados del Apocalipsis cruzaran suelo nipón, la autoridad competente renovaba el permiso de explotación de la central de Cofrentes.
Una década más de vida útil. Eso sí, la de Cofrentes será la primera central sometida a las nuevas pruebas con las que la Unión Europea quiere convencernos de su seguridad. Lo que parece claro es que la energía nuclear no es ni tan limpia ni tan segura ni barata como las empresas eléctricas pregonan.
La de Garoña se mantendrá hasta 2013, aunque el PP quiere que funcione hasta 2019. Situar el almacén nuclear va a ser más complicado. Con la que está cayendo, nadie quiere hacerse cargo de residuos tan peligrosos.
Por si fuera poca la capacidad destructiva de la naturaleza, nosotros, los humanos, le añadimos un plus. Al terremoto y al tsunami hay que sumar la posible fusión de varios reactores atómicos en la planta de Fukushima.
No todos los países tienen la geología de Japón. Ni todos están en la frontera de dos placas tectónicas tan activas. Pero construir una central nuclear, como la de Fukushima, junto y por debajo del nivel del mar para abaratar los costes de bombeo del agua de refrigeración va más allá de la irresponsabilidad. Es difícil que la nube radiactiva llegue hasta aquí, pero el pánico creado por este accidente no tiene fronteras. Pocas horas antes de que los caballos desbocados del Apocalipsis cruzaran suelo nipón, la autoridad competente renovaba el permiso de explotación de la central de Cofrentes.
Una década más de vida útil. Eso sí, la de Cofrentes será la primera central sometida a las nuevas pruebas con las que la Unión Europea quiere convencernos de su seguridad. Lo que parece claro es que la energía nuclear no es ni tan limpia ni tan segura ni barata como las empresas eléctricas pregonan.
La de Garoña se mantendrá hasta 2013, aunque el PP quiere que funcione hasta 2019. Situar el almacén nuclear va a ser más complicado. Con la que está cayendo, nadie quiere hacerse cargo de residuos tan peligrosos.
También las guerras provocan incendios incontrolables. La intervención militar internacional con mandato de Naciones Unidas en Libia crea más preguntas que respuestas. A la incertidumbre sobre su desarrollo y final se suma el coste económico de la operación. Las dudas de por qué en Libia y no en Barhéim o Yemen van más allá de las líneas geoestratégicas marcadas por el petróleo.
Lo que parece claro es que la ola democratizadora que sacude a los países islámicos encalla ante los tiranos con menos escrúpulos a la hora de reprimir a sus pueblos. Es el caso de Gadafi, admirador de Franco y empeñado en ahogar en un baño de sangre las ansias de libertad de los libios. Pero la legitimidad de un gobierno no se impone. Y menos con la fuerza de las armas extranjeras. Es una de las muchas lecciones que nos da la historia. Pero tampoco es cuestión de dejar hacer, como si no pasara nada.
La historia también nos enseña que la no intervención a favor de los demócratas puede convertirse en la mejor ayuda para los tiranos. Ocurrió en España en 1936, como recordaba Javier Valenzuela en las páginas de El País. El caso es que nada parece claro, nada es totalmente blanco o negro. La vida está llena de matices.
Lo que parece claro es que la ola democratizadora que sacude a los países islámicos encalla ante los tiranos con menos escrúpulos a la hora de reprimir a sus pueblos. Es el caso de Gadafi, admirador de Franco y empeñado en ahogar en un baño de sangre las ansias de libertad de los libios. Pero la legitimidad de un gobierno no se impone. Y menos con la fuerza de las armas extranjeras. Es una de las muchas lecciones que nos da la historia. Pero tampoco es cuestión de dejar hacer, como si no pasara nada.
La historia también nos enseña que la no intervención a favor de los demócratas puede convertirse en la mejor ayuda para los tiranos. Ocurrió en España en 1936, como recordaba Javier Valenzuela en las páginas de El País. El caso es que nada parece claro, nada es totalmente blanco o negro. La vida está llena de matices.
Hagas lo que hagas, cuando menos cuenta te das, estás dentro del laberinto. Entrar es fácil, lo complicado es salir. No solo la diplomacia internacional anda perdida y paralizada por las dudas, también el Molt Honorable está en una tesitura parecida.
La parálisis del Consell es tan manifiesta que hasta los empresarios más sumisos estarían dispuestos a un cambio de timonel. Camps, perdido en su laberinto jurídico, espera que las urnas le faciliten la salida. Pero los votos no limpian las responsabilidades, ni las penales ni las políticas. Ante el deterioro institucional y la necesidad de una urgente regeneración democrática los valencianos estamos convocados el sábado26 a manifestar nuestro malestar. Hay que romper de una vez el estereotipo de meninfots que tanto daño nos hace.
La parálisis del Consell es tan manifiesta que hasta los empresarios más sumisos estarían dispuestos a un cambio de timonel. Camps, perdido en su laberinto jurídico, espera que las urnas le faciliten la salida. Pero los votos no limpian las responsabilidades, ni las penales ni las políticas. Ante el deterioro institucional y la necesidad de una urgente regeneración democrática los valencianos estamos convocados el sábado
Sin embargo, los partidos de la izquierda valenciana parecen no ver las urgencias. Lo visualizó a la perfección la falla de Arrancapins. El PSPV la premió por su espíritu crítico.
La falla, titulada “El Gran Capital”, tenía una escena en la que se veía un laberinto al que se enfilaban por separado las diferentes izquierdas valencianas. Todas llegaban a una misma meta, una mierda. Solo un camino, marcado en rojo, conducía a la salida. “Sols hi ha una possibilitat de fer fora als pirates del PP i és un programa electoral d’emergència amb punts que aglutinen a l’esquerra tals com la sanitat pública, l’escola pública, la recuperació del territori, la fi de l’especulació, les mesures socials i la lluita contra l’atur”. Bajo este cartel una pregunta: “és tan difícil, borinots?”. Pues eso.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com
Imágenes:
Imágenes:
1 Nit de la Cremà Fallas 2011. De la web de TVE
2 Central Nuclear de Fukushima. Reuters
3 Explosión en Fukushima. Reuters
4 Nuclear de Cofrentes. Greenpeace
5 Ecologistas en la Nuclear de Cofrentes. Greenpeace
6 Central Nuclear de Garoña. Greenpeace
7 Intervención militar en Libia. http://www1.izquierda-unida.es/node/8438
8 Gadafi con Aznar. www.abc.es
9 Hitler y Franco en Hendaya. www.uni.edu.com
10 Laberinto. De www.lacajarota.com
11 Camps en les Corts. EFE
12 Mani anticorrupción 26 de marzo 2011. Urbano García
13 Falla Arrancapins 2011. Carles Francesc
14 Cartel en la Marcha contra la corrupción. Urbano García