Ya es candidato oficial. Ya tenemos el primer imputado candidato a presidir el Consell de la historia democrática del mundo mundial. Esa guinda nos faltaba. Ya podemos entrar en el Guinness. Redoblan las campanas de la Seo y las palomas se metamorfosean en sanguinarias gaviotas dispuestas a devorar cualquier carroña que oteen en el horizonte. Coros de pudorosas clavariesas aplauden la audacia de Rajoy al entronizar como candidato al imputado. ¡Torero!, le gritan al verlo pasar. Hace falta valor para cargar con el mochuelo. Porque de eso se trata, de pagar el estropicio de unas corruptelas que, como todo el mundo intuye a estas alturas, van más allá de tres tristes trajes.
Camps piensa que las urnas son como el confesionario, donde uno entra pecador y sale redimido. Pero las urnas no limpian nada, en todo caso reparten el hedor entre quienes con su voto se hacen cómplices de las tropelías. Con toda seguridad, la causa de los trajes no se verá hasta pasadas las elecciones autonómicas. Con toda probabilidad, la cita de Camps con el banquillo caerá en víspera de generales. La mierda se traslada, a Rajoy le caerá encima.
Camps piensa que las urnas son como el confesionario, donde uno entra pecador y sale redimido. Pero las urnas no limpian nada, en todo caso reparten el hedor entre quienes con su voto se hacen cómplices de las tropelías. Con toda seguridad, la causa de los trajes no se verá hasta pasadas las elecciones autonómicas. Con toda probabilidad, la cita de Camps con el banquillo caerá en víspera de generales. La mierda se traslada, a Rajoy le caerá encima.
De Corte, cortesanos; de Faraón, faraónico; de torres, despilfarro. En 1991, el entonces Molt Honorable Joan Lerma presentó un ambicioso proyecto para hacer de Valencia un centro de divulgación de las ciencias. Así nació la Ciudad de ese nombre, un complejo en el que no faltaba una gran torre de Telecomunicaciones que cubriría las necesidades de Valencia, tanto para telefonía móvil, como en futuros sistemas de transmisión. La torre sería un nuevo icono para la ciudad. De su diseño y ejecución se encargó el arquitecto valenciano Santiago Calatrava. El PP y su portavoz mediático, Las Provincias, se opusieron al proyecto. Argumentaron, entre otras razones, que obstaculizaba el tráfico aéreo.
Lo primero que hizo el PP al llegar al Consell fue capar el símbolo y fagocitar el proyecto. Hubo oposición cívica y una plataforma en la que ingenieros, arquitectos y estudiantes compartieron la inquietud por el futuro parque dedicado a la ciencia. La apuesta de Zaplana por los parques de atracciones –Terra Mítica era su proyecto insignia-, hacía temer lo peor. Y lo peor llegó. A Calatrava se le compensó de forma generosa por los perjuicios causados, y no uno, sino varios edificios fueron los que se le encargaron. Tantos que más que Ciudad de las Ciencias y las Artes parece un parque temático dedicado a ensalzar el nombre del arquitecto del régimen.
El colofón al nuevo espacio de ocio serían tres torres, tres rascacielos helicoidales. Camps y Rita presentaron la maqueta rodeados de un gran aparato propagandístico. Eran vísperas electorales. Las torres ni se hicieron ni se harán, cuestionadas por la propia Sindicatura de Comptes de la Generalitat. A pesar de eso, los terrenos fueron expropiados con la excusa de interés público.
Y Calatrava ingresó en sus cuentas de Suiza 2,5 millones de euros del Consell de Camps a cuenta de los 15 estipulados en el contrato firmado en septiembre de 2005. También cobró por proyectos no ejecutados en Castellón y Torrevieja. En total, el Consell ha pagado a Calatrava casi 7 millones de euros por obras no realizadas. Dinero del contribuyente de cuyo despilfarro nadie quiere responder.
Lo primero que hizo el PP al llegar al Consell fue capar el símbolo y fagocitar el proyecto. Hubo oposición cívica y una plataforma en la que ingenieros, arquitectos y estudiantes compartieron la inquietud por el futuro parque dedicado a la ciencia. La apuesta de Zaplana por los parques de atracciones –Terra Mítica era su proyecto insignia-, hacía temer lo peor. Y lo peor llegó. A Calatrava se le compensó de forma generosa por los perjuicios causados, y no uno, sino varios edificios fueron los que se le encargaron. Tantos que más que Ciudad de las Ciencias y las Artes parece un parque temático dedicado a ensalzar el nombre del arquitecto del régimen.
El colofón al nuevo espacio de ocio serían tres torres, tres rascacielos helicoidales. Camps y Rita presentaron la maqueta rodeados de un gran aparato propagandístico. Eran vísperas electorales. Las torres ni se hicieron ni se harán, cuestionadas por la propia Sindicatura de Comptes de la Generalitat. A pesar de eso, los terrenos fueron expropiados con la excusa de interés público.
Y Calatrava ingresó en sus cuentas de Suiza 2,5 millones de euros del Consell de Camps a cuenta de los 15 estipulados en el contrato firmado en septiembre de 2005. También cobró por proyectos no ejecutados en Castellón y Torrevieja. En total, el Consell ha pagado a Calatrava casi 7 millones de euros por obras no realizadas. Dinero del contribuyente de cuyo despilfarro nadie quiere responder.
Además de las obras abortadas de Calatrava, el tsunami del ladrillo ha dejado en tierras valencianas más de 200.000 nuevas viviendas sin ocupar, el 17% de las que hay en España. Ante un mercado saturado, parece razonable que la actividad constructora se dirija a la rehabilitación.
Algo más de 3 millones de euros del Plan Zapatero han servido para rehabilitar la Finca Roja, un edificio racionalista de Valencia diseñado en los años 30 por el arquitecto Enrique Viedma. Hace unos días, tras finalizar las obras, los vecinos invitaron a las autoridades a visitar el edificio rehabilitado.
Rita, la alcaldesa, no fue. Prefirió hacerse una de las fotos del día en casa de un matrimonio al que le ha sido concedida una ayuda municipal para instalar calefacción en su vivienda. Una ayuda de mil euros con la que han sido agraciadas otras cinco familias de ancianos sin recursos. Estamos ya en precampaña y Rita no quiere hacerse fotos con la Delegada del Gobierno. Prefiere salir sola, así puede decir a los micros de Canal 9 lo que le dé la gana, sin que nadie le ponga mala cara por su mala educación. ¡Vaya desprecio! Así nos va y así nos seguirá yendo mientras no seamos conscientes de que con nuestro voto podemos cambiar las cosas.
Algo más de 3 millones de euros del Plan Zapatero han servido para rehabilitar la Finca Roja, un edificio racionalista de Valencia diseñado en los años 30 por el arquitecto Enrique Viedma. Hace unos días, tras finalizar las obras, los vecinos invitaron a las autoridades a visitar el edificio rehabilitado.
Rita, la alcaldesa, no fue. Prefirió hacerse una de las fotos del día en casa de un matrimonio al que le ha sido concedida una ayuda municipal para instalar calefacción en su vivienda. Una ayuda de mil euros con la que han sido agraciadas otras cinco familias de ancianos sin recursos. Estamos ya en precampaña y Rita no quiere hacerse fotos con la Delegada del Gobierno. Prefiere salir sola, así puede decir a los micros de Canal 9 lo que le dé la gana, sin que nadie le ponga mala cara por su mala educación. ¡Vaya desprecio! Así nos va y así nos seguirá yendo mientras no seamos conscientes de que con nuestro voto podemos cambiar las cosas.
URBANO GARCIA
Imágenes:
1 Camps y Rita. Carles Francesc para El País
2 La trama Gürtel y el PP. De www.lasonrisadeloscipreses.wordpress.com
1 Camps y Rita. Carles Francesc para El País
2 La trama Gürtel y el PP. De www.lasonrisadeloscipreses.wordpress.com
3 Torre Telecomunicaciones de Calatrava. De www.skycrapercity.com
4 Ciudad de las Artes y de las Ciencias. De www.tierra.free-people.net
5 Calatrava ante la maqueta de sus torres para Valencia. Foto de Mario Rojas.
6 Camps con Calatrava. Foto de Montesinos para Levante
7 Pisos en venta. De www.burbuja.info
8 Finca Roja. De la galería en flickr de Enrique López
9 Delegada Gobierno en Finca Roja. De www9.mpt.es
10 Viñeta de Forges sobre el PP y Gürtel.
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