No hablo del magnífico film de Tarkovski, ¡no! Me refiero al sainete con aire zarzuelero que nos ofreció Camps en su despedida como president de la Generalitat. “Ofrezco este sacrificio personal para que Mariano Rajoy sea el próximo presidente del Gobierno, para que el PP gobierne España”. Más claro, agua. Todo por Mariano, todo porque llegue cuanto antes a la Moncloa y aparte de mí este cáliz, debió de pensar Camps en medio del trance. ¿Y pedir perdón? De eso nada, de nada. Así fue el sacrificio del ya ex molt honorable, o ¿habrá que seguir dándole esta consideración protocolaria?
La ceremonia se ofició en dos lugares diferentes: en el patio del Palau de la Generalitat y en la sede del PP. En ambos rigió la más absoluta opacidad. Don Francisco Camps, ni en esos instantes trascendentales, accedió a que las cámaras de televisión ofrecieran sus palabras en directo. No hay que perder la compostura ni ante la sepultura. Hasta la cámara amiga de Las Provincias sufrió el boicot de un escolta, cuyo traje gris ocupó toda la pantalla. Un ninguneo a la ciudadanía sin parangón en nuestra historia. Ese es el talante que lució Camps en su despedida, el mismo que tuvo durante su mandato.
La ceremonia se ofició en dos lugares diferentes: en el patio del Palau de la Generalitat y en la sede del PP. En ambos rigió la más absoluta opacidad. Don Francisco Camps, ni en esos instantes trascendentales, accedió a que las cámaras de televisión ofrecieran sus palabras en directo. No hay que perder la compostura ni ante la sepultura. Hasta la cámara amiga de Las Provincias sufrió el boicot de un escolta, cuyo traje gris ocupó toda la pantalla. Un ninguneo a la ciudadanía sin parangón en nuestra historia. Ese es el talante que lució Camps en su despedida, el mismo que tuvo durante su mandato.
En el acto palaciego, Camps se rodeó de sus más allegados y de su ejecutivo, nombrado tan solo hacía un mes. A la diestra, al lado de la escalera, Rita, su madrina y hada protectora, junto con Trillo, el enviado de Génova. A la siniestra, su Consell, con la ex directora de Canal 9, Lola Johnson, ahora Consellera de Turismo, Prensa y Propaganda, en lugar destacado. La disposición escénica, similar a la de un coro de tragedia griega. En el centro él, Camps, con semblante cadavérico y aires de Hamlet. De eso se trataba, de la representación de un drama shakesperiano en versión casposa.
La escena en la sede del PP fue menos pública si cabe. Aquí se trataba de oficializar la especialidad del partido: la designación a dedo. Camps hubiera preferido de sucesora a Paula Sánchez de León, para eso la nombró Vicepresidenta y Consellera de Justicia. Alguien ducho en leyes siempre es un buen báculo ante un futuro en el banquillo. Pero Génova prefirió a un hombre gris, al margen de las conspiraciones palaciegas, alejado de los boyardos. Llegó el turno a Castellón y Alberto Fabra era la persona adecuada en el momento oportuno. Fabra fue el ungido por Rajoy para presidir la transición del postcampsismo. Allí, junto a él, estaba Rafael Blasco, el condottiero, presto a ofrecer sus servicios para que el nuevo president no se perdiera en el quién es quién en el PP valenciano. ¿Y el pueblo? Al pueblo tampoco le permitieron aquí ni asomarse a la ventana.
El drama había estallado el viernes 15 de julio, tras el auto del juez instructor, José Flors, llamando a juicio a Camps, Costa, Campos y Betoret. Rajoy decidió tomar cartas en el asunto. Mientras, el aún President se atrincheraba en su despacho. Al día siguiente, como si fuera una metáfora, la entrada al Palau por Serrans apareció colmatada de macetones y bolardos a modo de defensa numantina. No tardó en llegar a Valencia el emisario del jefe, digo de Federico Trillo. El marqués de Perejil, destacado miembro del Opus y cofrade marrajo en la semana santa cartagenera fue el encargado de levantar la pira funeraria para que Camps se autoinmolase. Dos días pasó Trillo en casa del finado para convencerle de que pagase la multa. Ni por esas. Camps era un mar de dudas. Confesar o dimitir, todo es morir. El acto de la extremaunción fue concelebrado, como en las casas de postín. Al lado de Trillo, para dar consuelo en el momento del óbito político, estaba Cotino, también del Opus, confesor y consejero, además de president de les Corts Valencianes.
Cotino tiene tablas y no sólo en asuntos eclesiásticos. Gestionó todo el trapicheo de mochilas, urinarios y merchandising que rodeó la visita del Papa en 2006. ¡Sí!, esa visita para cuya recepción previa en el Vaticano Camps lució chaleco y terno confeccionado por la Gürtel, cuyos derechos de retransmisión televisiva se dieron en exclusiva a Canal 9, y cuya sonorización corrió a cargo de empresas tapadera de la red mafiosa. Un filón para cualquier periodista con ganas de husmear.
Tras dos días de silencio institucional llegó el miércoles 20. A primera hora, Campos y Betoret se presentaron ante el juez con su escrito autoinculpatorio. Faltaban Costa y Camps para que los cuatro se libraran de pasar por el banquillo. Ricardo lo tenía claro. Tiene pendiente una causa por financiación ilegal del PP y no estaba dispuesto a cargar con antecedentes penales que le abrían la puerta a una condena en prisión. Además, no se fía de Camps que ya lo dejó tirado en la cuneta a la primera de cambio. Primero tú, dijo Costa. Pero Camps seguía deshojando la margarita. Boix, el abogado de Camps, entregó el escrito al juez. Sólo faltaba la firma. Y dieron las 2 y media y la puerta de la Audiencia se cerró. Llamó Camps para que la volvieran a abrir. ¡Qué viene, qué viene!, pensaron los periodistas que hacían guardia ante el noble edificio de la Glorieta. Pero Camps nunca llegó y el portón volvió a cerrarse.
La continuación de esta historia ya la he contado al inicio del relato. ¿Quieren oírla de nuevo? Pues, érase una vez un faraón que inventó una pequeña mentira para tapar su desnudez. “Yo me pago mis trajes”, dijo. A partir de entonces tuvo que inventarse mentiras más increíbles para ir tapando la bola de fabulaciones que crecía ante nuestras narices. “Camps s’ha anat, però la merda es queda”, dice Xavi Castillo. Y es que la lista de imputados y corruptos con escaño en les Corts Valencianes es interminable. http://youtu.be/b2px0jBs9H8
En los cuentos siempre hay moraleja. Pero no sé yo si de esta historia de algo más que tres tristes trajes se pueden sacar lecciones. Yo sí. Yo me quedo con una. Hay que ser críticos y estar vigilantes para que no nos tomen el pelo, o nos traten como tontos en vez de como ciudadanos libres.
URBANO GARCÍA
PIES DE FOTO:
- Camps dimite. Periodista Digital
- Camps y los suyos. Tania Castro. EL PAÍS
- Camps, Rita y Trillo. Tania Castro. EL PAÍS
- Pegatina Plataforma Contra Corrupción.
- El juez José Flors camino del TSJCV. EFE
- Cotino en su despacho. Carles Francesc. EL PAIS
- Ricardo Costa hablando por teléfono. Manuel Bruque. EFE
- Camps y Alberto Fabra en la sede del PP. EFE
- Xavi Castillo. Pot de Plom
- Mani Anticorrupción en Valencia. Urbano García