Jueves 9, concluye la huelga de los trabajadores del
diario EL PAÍS. Un brutal ERE, aplicando la mal llamada reforma laboral de Fátima
Báñez, pone en peligro su actual plantilla y el futuro del propio diario. Desde
su aparición, nunca había estado tan amenazado este referente del periodismo
nacional. Pero, ¿es que no es rentable EL PAÍS? Pues parece que no, EL PAÍS
sigue siendo una empresa solvente. Por tanto, no es ese el problema. Como todo
el mundo sabe, el diario fundado por Jesús Polanco forma parte de un importante
holding en el que hay desde canales y
productoras de televisión hasta editoriales de libros escolares. Y no todos los
negocios son tan rentables como el diario.
“Hay
que adaptarse a los nuevos tiempos. Cada vez más gente se informa por internet
y no por el periódico”, argumenta un Cebrián convertido en cancerbero y velador
de los intereses económicos de Ignacio Polanco, hijo del fundador. No le falta
razón, aunque no son éstas todas las razones. Uno de los actuales medios de
referencia en el periodismo internacional es el The Huffington Post,
diario digital editado en castellano precisamente con el apoyo de EL PAÍS. Y hace
tan solo unas semanas, Newsweek,
referente del periodismo político, cerró su edición en papel y solo se edita en
formato digital. ¿Es el signo de los tiempos? Posiblemente sí. ¿Tiene algo que
ver la crisis económica? También. ¿Y la mala gestión empresarial? Pues claro. O
es que todas las inversiones de Ignacio Polanco han sido rentables. La
reestructuración de EL PAÍS comenzó por las delegaciones autonómicas. La
recentralización de la política también llega a los medios de comunicación. El
deterioro de nuestra calidad democrática avanza a paso triunfal.
Una
justificación similar, o sea ninguna, adujo el diario LEVANTE para despedir a
Manolo Molines, uno de sus fotógrafos con más solera. También en este caso la
dirección del diario se acogió a la nueva Reforma Laboral. Claro que no todas
las reducciones de plantilla hay que cargarlas en la cuenta de Fátima. LAS
PROVINCIAS prescindió de una parte de su capital humano, Penalba entre otros,
sin esperar a Rajoy y su arma de destrucción masiva de empleo.
TDT-PARTY
Hace
unas semanas, tras la denuncia de Tele
Elx, el Tribunal Supremo declaró nula la adjudicación de emisoras de TDT
realizada en 2006 por Camps (President),
González Pons (Conseller) y Paula
Sánchez de León (Secretaria Autonómica). Con el reparto ahora impugnado, la
dirección del PP valenciano pretendió hacer un TDT-Party que copara todo el espacio televisivo valenciano, público y
privado. Una prevaricación de la que debería responder ante la justicia. Entre
los agraciados, además de los clásicos –COPE, Libertad Digital,
Intereconomía,…-, había un ramillete de emergentes empresarios ahora inculpados
por diversas corruptelas, como el constructor leonés Ulibarri, en Gürtel, o
Enrique Ortiz, en Brugal. Por cierto, a Ulibarri también le dio la alcaldesa de
Valencia la gestión de la tele municipal. Seis años después, la programación de
las TDT valencianas está llena de tertulianos de extrema derecha, de porno y de
tarots. La oferta digital ni ha aumentado la pluralidad informativa ni ha mejorado
nuestra calidad democrática. “No vamos a convocar un nuevo concurso”, dijo el
Conseller de Hacienda, mostrándose insumiso ante la Justicia. Pues alguien
debería pedir la ejecución de esta sentencia, caiga quien caiga, por el bien de
nuestra maltrecha democracia.
A
la debacle de las empresas privadas de comunicación hay que sumar el fundido a
negro de gran parte de las públicas, reducidas por el PP que gestiona la
mayoría, a meros gabinetes de propaganda. Parece que la derecha gobernante prefiere
una ciudadanía desinformada antes que una consciente de sus derechos. No debe
de confiar demasiado en el poder de convicción de su argumentario. Lo cierto es
que asistimos al mayor empobrecimiento de nuestra “dieta mediática”, como diría
José Ignacio Pastor, desde los oscuros tiempos del franquismo. El jarabe de palo
y la anemia mediática son la receta preferida por el PP como recurso para
mantener a la población secuestrada.
LA NOSTRA
Los
últimos lustros en la historia de la Radio Televisión Valenciana son la crónica
de cómo el PP ha expoliado nuestro patrimonio público. No conforme con hacer de
La Nostra su gabinete de prensa, la
convirtió en oficina de colocación. Programas de todo tipo engordaron a las
productoras afines al PP, sin mirar costes ni audiencias. Y así, por el albañal
de la mala propaganda se malversaron los fondos necesarios para sostener la
industria audiovisual valenciana. Hasta con la visita del Papa de Roma en 2006
hizo negocio la Gürtel y el entonces Director General de RTVV, Pedro García. De
aquellos polvos, estos lodos. La crisis le sirve ahora de excusa al PP para rematar
el expolio de Canal 9. En una mano, el ERE. En la otra, la cesión a los amigos
y a precio de ganga de amplias franjas de la programación. ¿No merece lo aquí
relatado una investigación y pedir cuentas ante la justicia a los responsables
de este latrocinio?
URBANO GARCÍA
FOTO: Canal 9
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