Como si hubiera buenos. Desde luego, visto lo visto
y comprobadas las prácticas financieras realizadas durante los últimos años,
los bancos buenos han brillado por su ausencia. Claro que no es a esos a los
que me refiero. Hablo del llamado Banco Malo, así con mayúscula, ese al que
irán a parar gran parte de los activos tóxicos -es decir terrenos y propiedades
inmobiliarias- que acumulan los bancos nacionalizados. Vamos, la Cloaca Máxima
de nuestro capitalismo financiero. Formalmente no se llamará Banco Malo, daría
para demasiado cachondeo y es poco comercial, que diría Sabina. Su nombre
oficial será Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria
(SAREB) que suena mejor, aunque el nombre del continente no cambie la
pestilencia del contenido, una suerte de lixiviado procedente de la apestosa
burbuja inmobiliaria que nos ha engullido. Lo dirigirá Belén Romana, ex
secretaria general del Círculo de Empresarios y próxima al ministro de Economía,
Luis de Guindos, como no podía ser de otra manera. El Banco Malo y los
desahucios son dos efectos colaterales de la misma política económica que nos
ha llevado a la ruina.
DESAHUCIOS
Ante
este drama, el PP jugó sus bazas. Una de ellas era erosionar más si cabe a la alternativa
socialista. Lo consiguieron. Los actuales dirigentes del socialismo cayeron en
la trampa. Posiblemente, les lastró la mala conciencia por no haber hecho nada
durante las dos últimas legislaturas para evitar esta tragedia. O no haber sido
conscientes de la verdadera magnitud de la crisis que nos caía encima. Cualquiera
de las dos posibilidades dice mucho sobre la poca visión de quienes pilotan la
nave socialdemócrata. Otra razón podría ser que los grandes partidos están
hipotecados a los bancos. Eso explicaría algunas cosas. Su forma de
financiarse, marcada en la Transición, les encadena a la banca.
Lo
lógico en una formación que se dice de izquierdas es que antes de sentarse con
el gobierno hubiera convocado a las víctimas, a la Plataforma de Afectados por
la Hipoteca y a todas las organizaciones que desde hace tiempo luchan contra
esta injusticia. Pues no. El PSOE optó por otra vía que al final resultó muerta
amenazando con hacer descarrilar el tren socialista. Mientras el PP, tan reacio
a los consensos, imponía por decreto una reforma que no soluciona nada, salvo
lavar la cara a Rajoy. Menos mal que algunos Ayuntamientos –no el de Valencia-
se están poniendo las pilas y están haciendo frente, junto con los afectados, a
este abuso de los bancos.
Una
parte de las hipotecas se concedieron a trabajadores –algunos de ellos inmigrantes-
que encontraron trabajo en la construcción. Perder el trabajo redujo sus
ingresos y no pudieron asumir los pagos de la hipoteca. El desahucio no tardó
en llamar a su puerta. Y el mismo banco que le dio todo tipo de facilidades
para endeudarse se apropió de su piso, pero sin perdonarle la deuda. Le aplicó
una ley de 1909 que convierte el préstamo en usura.
¿Qué
hacen los bancos con tanta propiedad inmobiliaria?, se preguntarán. Una de dos,
o la subastan a un precio menor del que la tasaron para dar el crédito –con lo
que su inversión está garantizada, aunque el margen de beneficio no sea el
deseado-, o la ponen en manos del Banco Malo para que la venda. Vamos, otro rescate
bancario. Por un lado, el gobierno inyecta dinero directamente en los bancos a
cargo de la deuda pública, es decir de la ciudadanía. Y por otro, crea un Banco
Malo –con dinero del contribuyente- que compra esos pisos, solares y otras
propiedades inmobiliarias para luego revenderlos. En ambos casos, el ciudadano
paga y el banco cobra. Negocio redondo.
PERSONAS
Detrás
de cada desahucio, siempre hay un terrible drama protagonizado por personas,
aunque los bancos y el gobierno sólo vean casas. Del rescate de las personas
nunca se acuerdan. Por eso suenan a insulto las palabras del presidente de la
patronal bancaria, Miguel Martín: “Para proteger a las personas que están en
peligro de quedarse sin casa, hay que dar más créditos y crear más casas”. Con
un millón de viviendas vacías y sin vender, y más de 300.000 familias
desahuciadas no parece esta la mejor forma de solucionar el problema. Por su
parte, el gobierno explora otras fórmulas para adelgazar el parque
inmobiliario, además del Banco Malo, por ejemplo cambiar la ley de extranjería.
“A aquellos no residentes que adquieran una vivienda en España por valor de más
de 160 mil € se les dará permiso de residencia”, dijo García-Lagaz, Secretario
de Estado de Comercio, hace unos días en un foro de economía. Dicen los
expertos que las mafias ya se frotan las manos. Y es que la medida, muy en la
línea del PP, pone los mecanismos del Estado al servicio del blanqueo de
capitales. No hay más que ver de qué son capaces con tal de que venga
Eurovegas.
URBANO GARCÍA
FOTO: Urbano García
No hay comentarios:
Publicar un comentario