Quedan 16 meses para que
volvamos a las urnas, si se cumple el calendario y se mantiene la cita del 9 de
junio de 2019. Serán comicios municipales, autonómicos y casi seguro que
europeos. Los generales aún no tienen fecha. Pero por el estado agónico en el
que se encuentra el ejecutivo de Rajoy no es descartable su adelanto. Tras las elecciones
catalanas y la larga gestación de su gobierno, los medios de comunicación ya
han puesto el cronómetro en marcha. El último barómetro valenciano da buenos
resultados para Compromís. Pero la apuesta
de los grandes medios es por C’s. Una derecha sin pasado. Se afianza el cambio de
modelo. Del bipartidismo al billar a 4 bandas.
Las elecciones de 2015 dieron como resultado la pérdida de la mayoría absoluta de la que el PP había abusado durante la anterior y larga legislatura. La irrupción de Podemos y el salto al ámbito español de C’s quebró el mapa del bipartidismo en el Congreso y llenó de temores a los dos grandes partidos hegemónicos. La composición del Senado apenas se movió, un síntoma más de su anomalía. No nos representa. El sistema electoral se mostró cómo lo que es, un apretado corsé que impide respirar a nuestra frágil democracia. Aquí radica una parte del “atado y bien atado” con que nos maldijo Franco en su testamento. Las circunscripciones electorales, la ley D’Hondt, el reparto de escaños, la España vacía frente a la España colmatada… Superpoblación infrarrepresentada y despoblación sobrerrepresentada. Desigual representación, origen de muchos de nuestros males.
Algunas de las tendencias se reflejan en encuestas y barómetros, un buen sistema para testar la opinión pública. O para ir conformándola, como opinan muchos politólogos.
LA QUITA
Lunes de carnaval en el PP. Martes y 13. Y a
continuación miércoles de ceniza. Así empezó Rajoy otra semana de “pasión PoPular”, en víspera de que Bárcenas y
otros ilustres ex miembros de su partido declarasen por la financiación ilegal
del PP valenciano. Sí, esa trama que montó en 2008 el Congreso en Feria
Valencia del que salió ungido el mismísimo Mariano Rajoy. La cohorte de Camps y
Rita inyectó euforizantes en vena al actual Presidente. Ciegos de dopaje y
sumergidos en un océano de corrupción, “olvidaron” pagar la factura de la fiesta.
Medio millón de € que el PP ha abonado hace tan solo unos meses obligado por la
Justicia. El lunes 12 Rajoy convocó a su sanedrín territorial. En el cogote, el
aliento de C’s. En la mesa, la deuda autonómica. Del primero, ni mu, según su locuaz
portavoz. Con la deuda aplicaron el refranero y se encomendaron a Santa Rita, patrona
de “simpas” que no pagan lo que deben. De quita, nada de nada. Dijo un Feijoo saciado
de percebes made in Moncloa. Olvida
Feijoo que la autonómica también es deuda del Estado, y que la del País Valenciano
fue generada por conmilitones de su partido y una deficiente financiación. Está
claro que nuestro nivel de endeudamiento es insostenible. Tenemos el 100% de
deuda pública y el 130% del PIB de deuda privada. Pero una parte de esa deuda
se debe al rescate bancario, otra al crac inmobiliario y a una crisis que
arrasó empleos, ingresos y ahorros de millones de ciudadanos.
Isabel Bonig acudió al conclave autonómico y asintió las palabras de Feijoo, más preocupada por su candidatura que por defender los intereses valencianos. “El Estado debe reservarse mecanismos de control de las autonomías por si no son leales”, dijo la presidenta del PPCV, olvidando que no hay mayor deslealtad que la corrupción electoral practicada por su partido durante décadas.
TODO POR LA TELE
Una de las primeras cosas que hizo Rajoy cuando llegó
a la Moncloa en 2011 fue anular la reforma de RTVE de ZP e implantar el rodillo
de su mayoría absoluta. Fin del consenso. Desde entonces, el director general
de la radio televisión pública estatal es elegido a dedo por el PP. El actual, José
Antonio Sánchez, hizo sus pinitos como censor en Telemadrid. Al frente de RTVE
ha logrado cum laude en manipulación.
Las denuncias del Consejo de Informativos han sido tantas, como destacadas las
“faenas de aliño” realizadas por Sánchez al servicio de los intereses del PP.
Con un Congreso más plural parece llegado el momento de volver al consenso. No va a ser fácil. El PP se opone como gato panza arriba a perder influencia sobre un sector de la población, mayores de 50 años y habitantes de la España vacía, que son parte básica de sus votantes. Con el actual sistema electoral, ese voto vale por 1000. Sería una lástima que este pequeño paso, grande por su capacidad de influir, no se llevara a cabo por intereses tacticistas. Eso también condiciona el barómetro.
Con un Congreso más plural parece llegado el momento de volver al consenso. No va a ser fácil. El PP se opone como gato panza arriba a perder influencia sobre un sector de la población, mayores de 50 años y habitantes de la España vacía, que son parte básica de sus votantes. Con el actual sistema electoral, ese voto vale por 1000. Sería una lástima que este pequeño paso, grande por su capacidad de influir, no se llevara a cabo por intereses tacticistas. Eso también condiciona el barómetro.
URBANO
GARCIA
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