Antes habrá que pactar. Los tiempos de las mayorías absolutas han terminado. Al menos por ahora. El largo ciclo electoral iniciado con el adelanto de las andaluzas terminó el domingo 26 de mayo. El espectro iniciático ha marcado las siguientes citas electorales. El resultado de las andaluzas -con la victoria del frente de derechas y el fin de la “tradicional” hegemonía socialista- sacudió de tal forma el cuerpo del electorado, que aún no se ha recuperado. El 26-M, el fantasma del neofascismo volvió a recorrer el espinazo de una Unión Europea que se asoma temerosa al abismo de su futuro. Mientras el Brexit mantiene el listón de la incertidumbre, la extrema derecha aumenta su representación en el Europarlamento, aunque con menos fuerza de la que a Marine Le Pen, Salvini, Abascal y Steve Bannon les hubiera gustado. La extrema derecha ha fracasado en su intento de acoso y derribo de la Europa comunitaria.
También ha fracasado la santa alianza de las derechas hispanas en su asalto al Ayuntamiento de València. Compromís y PSPV han frenado al “trifachito”. Ribó sigue al frente del Consistorio. Compromís y PSPV aumentan su representación, y sellan el hueco dejado por Unidas Podemos-EU. L’acord de la Nau, aunque cojo, volverá a reeditarse. No sé si con ese nombre o con otro, pero el gobierno progresista está garantizado. Como hemos visto, juntar no siempre suma. Los resultados electorales cosechados por la alianza del partido de Pablo Iglesias y el de Alberto Garzón no han sido buenos. Ni en València ni en ninguna parte. Podemos anuncia un tiempo de reflexión. Mientras que Esquerra Unida ya ha sacado el hacha de guerra, y eso que sola, en 2015, tampoco entró en el Ayuntamiento de València. Está más que demostrado que la dinámica autodestructiva nunca es un buen remedio, ni como terapia, ni siquiera como consuelo.
CAP I CASAL
València quiere seguir pasando página de un pasado trufado de corruptelas. Esta vez, las urnas han premiado la buena gestión. Aquí, las derechas no han logrado apoyos suficientes para desbancar un gobierno que ha demostrado su eficacia, y no sólo para reducir la deuda heredada. A pesar del cansancio acumulado por las sucesivas citas electorales, la abstención no ha sido tanta como se temía. Posiblemente la popularidad de Ribó y las campañas de Compromís y PSPV han ayudado a mantener la movilización del electorado. Las cifras son significativas. Por primera vez, una fuerza de estricta obediencia valenciana –Compromís- es la más votada en el Cap y casal, desbancando a un PP hegemónico durante décadas. Un éxito municipal que no se ha visto acompañado en los comicios europeos. El electorado valenciano ha optado por un voto dual, como el 28-A. Entonces, el voto se dividió en función del ámbito del que se tratase, autonómico o estatal. Ahora ha sido entre el marco local y el europeo. Está claro que el electorado aprecia la utilidad de votar a Compromís para cambiar las políticas local y autonómica, pero más allá, la fidelidad flaquea. La imposibilidad de formar grupo parlamentario en la última y turbulenta legislatura ha lastrado el tirón de Joan Baldoví, el diputado más popular del Congreso. En el Senado, con total seguridad, Carles Mulet –Compromís- será uno de los senadores por designación territorial. A pesar de las más de 20.000 iniciativas presentadas, el senador Mulet se hizo popular preguntando al gobierno Rajoy por la amenaza zombi.
EL PUZLE
Nuestra pesadilla, el secuestro de Europa por los Salvini, no ha ocurrido. Pero la coyuntura sigue siendo delicada. Entre el brexit británico y el auge de la extrema derecha, la UE necesita un proyecto que devuelva la ilusión a una ciudadanía distanciada de los asuntos comunitarios. Las mayorías conservadoras han sembrado el desencanto y la desconfianza. La crisis del bipartidismo ha llegado al corazón de la Unión. El puzle político va encajando sus piezas. Los poderes local, autonómico, estatal y europeo están interrelacionados. El renacido Pedro Sánchez, sosegadas las aguas del PSOE, ya es la gran esperanza blanca de la socialdemocracia europea. Con Macrón ha buscado aislar a C’s y construir una mayoría de liberales y socialdemócratas en el Parlamento Europeo. Eso ocurre en la esfera política, mientras que en la civil, el feminismo y la lucha contra el cambio climático siguen movilizando a una desencantada ciudadanía europea.
URBANO GARCIA
Imagen:
1. Joan Ribó en el balcón del Ayuntamiento. EFE.
1. Joan Ribó en el balcón del Ayuntamiento. EFE.