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domingo, 10 de noviembre de 2019

MAR MENOR, MAL MAYOR

La última gota fría que arrasó el sur del País y gran parte del litoral mediterráneo, dejó un panorama desolador y desastres ambientales de difícil cuantificación. Tal vez el desastre más impresionante, por su magnitud, fue el del Mar Menor. Todo el mundo vio las imágenes de miles de peces agonizando en sus playas. El frágil ecosistema de esta albufera salada está sometido a una presión demográfica insostenible. El temporal modificó la salinidad de la laguna. Sus aguas engulleron los paseos marítimos construidos sobre ellas. Y regurgitaron toneladas de peces agonizantes por falta de oxígeno. ¿Por qué?
                  Este desastre “natural” tiene explicaciones muy poco naturales. Los acuíferos que mantienen la elevada salinidad del Mar Menor, origen de su ecosistema, están sobreexplotados de forma ilegal. El cultivo intensivo de su cuenca tiene la culpa. Y la sequía. Y legalizar la sobreexplotación acuífera. Esto último lo hizo Rajoy, asesorado por Trillo. En 2001, el gobierno le quitó la protección que tenía. Y el Mar Menor se ha ido muriendo. La cantidad ingente de agua caída modificó la salinidad. Pero no fue lo peor. El verdadero desastre llegó en forma de tóxico y mortal cóctel químico. En los últimos años, las cosechas se multiplicaron regadas con pozos ilegales que extraían agua salobre. Tras desalinizarla, la salmuera, contaminada por cantidades ingentes de productos químicos, se vertía al Mar Menor. Matando la vida en la laguna. 

ALBUFERAS
                  Los humedales mediterráneos son frágiles ecosistemas muy amenazados. La crisis climática podría darles la puntilla. Prestigiosos estudios científicos alertan sobre la importante subida de las aguas del Mar Mediterráneo. La Albufera de València y todo nuestro litoral se vería seriamente afectado por el ascenso del nivel del mar. Aviso para navegantes. Por eso, es tan importante que la declaración de emergencia climática se llene de contenido. Y que cualquier intervención en nuestras costas la tenga en cuenta.  
                  El martes 5 de noviembre, 11 mil científicos de todo el mundo pidieron una declaración mundial de emergencia climática. Los datos acumulados desde la primera cumbre sobre el clima (Ginebra, 1979), son contundentes. En 40 años, el retroceso de glaciares y casquetes polares se ha acelerado exponencialmente. Estamos muy cerca de llegar al punto de no retorno. Para los científicos firmantes, es urgente reformar el sector energético para acabar con la dependencia de los combustibles fósiles. Plantean la necesidad de restablecer los ecosistemas mundiales más deteriorados. Y potenciar una economía libre de emisiones de dióxido de carbono. Muchos de estos 11 mil científicos acudirán a la próxima Cumbre sobre el Clima.  

LA CUMBRE
                  Como todo el mundo sabe a estas alturas, la Cumbre se celebrará en Madrid, del 2 al 13 de diciembre. La COP25 será un reto, pero también una gran oportunidad. No sólo por el impulso que puede suponer para las políticas ambientalistas. La COP25 también servirá para que la comunidad internacional se fije en las nefastas políticas desarrolladas por las derechas en nuestro país. Verán cómo la alternativa de Ayuso-Almeida (del trifachito gobernante en la capital del Reino) al Madrid-Central de Carmena no es más que un conjunto de retales, chapuzas y parches que van en dirección contraria a las propuestas de la Cumbre. La COP25 también puede ser una ayuda para la recuperación de ecosistemas como el Mar Menor. 
                  La Cumbre se hará en un momento especialmente crítico. Con los populismos de extrema derecha cuestionando la realidad científica de la crisis climática, y con el neoliberalismo más salvaje vendiendo el mal mayor de un mundo sin reglas ni normas. Por cierto, esas recetas son las que Milton Friedman y la Escuela de Chicago impusieron a Chile con el inestimable apoyo de Pinochet. Recetas que han llevado a la miseria a millones de chilenos, han aumentado las desigualdades y han encendido las calles de Santiago. Atentos.
 URBANO GARCIA
Imagen:
1. Mar Menor después del paso de la “gota fría”. URBANO GARCIA

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