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martes, 28 de julio de 2020

EL ESPEJO EUROPEO


Nadie dijo que fuera fácil la construcción de una estructura federal. Desde que Alemania y Francia decidieron unir sus intereses y sus esfuerzos para hacer una gran comunidad europea del carbón y del acero, hasta lo que ocurrió el lunes 20 de julio, ha llovido mucho en el viejo continente. Más de una vez, la Unión Europea -ahora más unión que nunca- se asomó al abismo de su desintegración, desde el ya lejano 25 de marzo de 1957 en que se firmó el Tratado de Roma, primitivo embrión de lo que hoy llamamos simplemente Europa. Las dificultades siempre se superaron con diálogo y más diálogo. Tal vez ese sea el secreto para poner de acuerdo a 27 estados con sus filias y sus fobias, con sus dinámicas internas y sus dependencias externas. Tener una moneda única ayuda, aunque a veces parece lo contrario. El caso es que las decisiones políticas, pero sobre todo las económicas, unen más que una maroma de barco. Los anteriores intentos de unión siempre estuvieron presididos por una bota militar. La de las tropas napoleónicas o las del fascismo rampante. Tras comprobar la brutalidad de la milicia en esa larga guerra civil que ocupó la primera mitad del siglo XX, los europeos optaron por resolver sus conflictos con el arma de la palabra y no con otras armas menos inofensivas. Y llegados a este punto, de nuevo surge el eterno debate: ¿federados o confederados? La larga cumbre de julio también fue un pulso entre los pequeños y los grandes, entre los países con más población y PIB, y los menos poblados y con menor peso económico, países pequeños, pero no por ello con menor renta per cápita. Unos acostumbrados a imponer su voluntad, otros habituados a ser comparsa. Un país, un voto. Parece justo. ¿Pero es justo que la suma de pequeños Estados frene el avance de la mayoría de la población? ¿Cómo ir hacia un mayor federalismo cuando hay grandes diferencias entre los federados?    

DE LO MACRO A LO MICRO
               El debate federal no es nuevo en la construcción europea. Ya se planteó cuando se quiso dotar al espacio europeo de una Constitución que marcase derechos y deberes. Algunas contradicciones se han resuelto acudiendo a instancias menores, a los Estados nación. Pero no siempre funciona. ¿Qué ocurre cuando la mayoría de la ciudadanía de un Estado decide de forma diferente a las mayorías del resto de Estados? ¿Existe el derecho a la secesión? ¿Es justa la dictadura de la mayoría? ¿Es justo el veto de la minoría? Lo que sirve para la UE también es útil en ámbitos más pequeños. Es fácil rastrear temas similares en la política española. La estructura cuasi federal de nuestro Estado plantea debates parecidos, salvando las distancias, claro. El Estado Autonómico no deja de ser un invento made in Spain, un quiero y no puedo. Una clara ruptura del estado unitario franquista, pero sin apostar claramente por una alternativa federal. Y ahora, ¿hacia dónde vamos? Las autonomías, apuntadas en la Constitución del 78, han madurado y han introducido dinámicas propias que exigen soluciones más federales, además de una urgente revisión de la Carta Magna.
Y en eso llegó el Sars-Cov-2 y mandó parar. Para combatir mejor la pandemia se centralizaron decisiones, sanitarias y políticas. Y se amplió el marco para su resolución, al menos hasta vencer el pico de contagios. Lo urgente era evitar el colapso. ¿Lo hemos conseguido? Parece que sí, al menos por ahora. Y llegó la desescalada. Se devolvió a las autonomías su capacidad de decisión. ¿Tienen medios para seguir afrontando el reto? Las respuestas han sido desiguales, como desigual es el impacto territorial de la pandemia. Y no todas las autonomías disponen de los mismos recursos. Ahí llegamos al meollo de la cuestión, a nuestro meollo. Al déficit acumulado en la financiación valenciana. Nos pasa como a algunos países europeos. Hay territorios más ricos que otros, más poblados, más industriales, … también mejor financiados. Algunos, además, hacen dumping fiscal. Facilitan la instalación de empresas a cambio de pagar menos impuestos. Vamos, como Luxemburgo, Holanda o Irlanda sin ir más lejos. Pues eso hace Madrid. A las ventajas de ser capital del Estado y autonómica (sobredimensión digna de un régimen centralista) suma privilegios fiscales de poca justificación. Y aquí no hay como en la Unión Europea cheques compensatorios.      
               Al día siguiente del gran acuerdo en Bruselas, volvió a escenificarse en la Carrera de San Jerónimo el desacuerdo español. El drama de una derecha que rechaza el ejemplo europeo y prefiere mirarse en el espejo de la madrastra de Blancanieves, para verse más diestra y siniestra de lo que a los empresarios les conviene y el país necesita.   
URBANO GARCIA
Imagen: Madrastra de Blancanieves frente al espejo mágico. Disney.

martes, 21 de julio de 2020

FUNERALES


La vida está llena de ritos y ceremonias. Elaboraciones culturales que nos hacen más llevaderas las mudanzas, las transiciones. Nacer y morir son nuestros tránsitos más importantes. Somos cuando nacemos y dejamos de serlo cuando se nos va la vida. A veces de forma sonora, otras “tan callando”. Para la llegada, la alegría y el gozo están más que justificados. El problema lo tenemos con la salida. Llevamos mal la muerte. Nos cuesta admitir las pérdidas. Más si son de seres queridos. La Covid-19 nos está poniendo a prueba, diría un evangelista. El patio de la Armería del Palacio Real se vistió de luto para homenajear a los muertos por el virus SARS-Cov-2. Ni cruces, ni medias lunas, ni estrellas de David, los funerales de Estado fueron laicos. Creo que es la primera vez que el Estado cumple la Constitución en un tema como éste. Siempre hay una primera vez, aunque llegue con demasiado retraso. Pocos medios de comunicación se hicieron eco de la novedad.
Los funerales en la catedral de la Almudena fueron otra cosa. Fueron unos funerales de la jerarquía católica para calmar la ansiedad de sus feligreses, pero no fueron unos funerales de Estado, por mucho que la diestra siniestra vociferara su añoranza del nacionalcatolicismo. Por cierto, ni Abascal ni Felipe González acudieron a los funerales de Estado. Ellos sabrán. Sí hubo una representación de las instituciones europeas. Aunque no vino Mark Rutte, el ministro holandés, ocupado en vendernos tulipanes como si fueran motos.      

RECONSTRUCCION EUROPEA
               Tras 5 días de maratonianas reuniones, y dejarse muchos pelos en la gatera, la cumbre de la Unión Europea dio su visto bueno a un ambicioso plan de reconstrucción. A nosotros nos tocarán 140.000 millones de €. Mitad y mitad a fondo perdido y como préstamos. No está nada mal. La ayuda está condicionada a que la Unión apruebe la próxima reforma de la mal llamada reforma laboral, la de Rajoy. Los gobiernos más neoliberales no aflojan ni en tiempos de pandemia. Veremos si son tan gallitos cuando llegue la hora de la armonización fiscal. Los Países Bajos no son frugales, son tacaños, insolidarios y hacen dumping fiscal al resto de países de la Unión. “La economía de Holanda es un parásito peligroso que desestabiliza y pone en peligro a Europa, aunque lo sorprendente no es que los holandeses se aprovechen de eso, sino que los demás países lo sigan consintiendo”, dice el economista Juan Torres en Público.
Cada vez que Europa otea una crisis, la Unión se asoma al abismo. Y es que la UE es una realidad política compleja y en permanente construcción. Más o menos despejado el futuro sin Gran Bretaña, la complejidad no ha disminuido. Las dinámicas nacionales, los programas de los grupos políticos, las presiones de los lobbies, la gestión de la moneda única, la lucha de clases, … Todas esas redes construyen una tupida malla que en ocasiones no deja pasar la luz.     
Las ayudas europeas estarán condicionadas a su rentabilidad. Nos vendrá bien fijar criterios, más allá de los ideológicos. Ahí está el eje ferroviario por el litoral mediterráneo esperando inversiones como agua de mayo. O recuperar el liderazgo en energías limpias y sostenibles. Todo muy en sintonía con los olvidados objetivos del milenio. No creo que la Unión Europea desapruebe el plan. Tampoco creo que vea mal la paralización de una ampliación norte del puerto de València, cara, innecesaria e insostenible. Hay alternativas mucho más respetuosas con el medio ambiente, otro de los ambiciosos objetivos europeos.        
Cada vez que una crisis asoma por Europa, oímos los coros acompañando los funerales por la Unión. En 2008, con la crisis financiera, los coros de góspel fueron unánimes y todas las voces cantaron acompasadas la partitura neoliberal. Con la crisis sanitaria no ha sido así. ¡Menos mal! Dos grandes, Alemania y Francia, se han puesto del lado de los países del sur. No es lo mismo una crisis desatada por la especulación y la falta de reglas, que una causada por un virus altamente contagioso y bastante mortal.
“Una de las páginas más brillantes de la Unión Europea”, dijo, en referencia al acuerdo, un Pedro Sánchez eufórico tras superar una semana de infarto. A falta de ser ratificado por el Europarlamento, el plan de reconstrucción, en líneas generales, supone mancomunar parte de la deuda a cambio de caminar hacía una economía más verde y más digital, más limpia y más eficiente. Objetivos que no deberían de estar en contradicción con los de cualquier gobierno progresista. A pesar de los momentos críticos vividos, aún no ha habido funeral por Europa. Esperemos que tampoco lo haya en la letra pequeña.      
URBANO GARCIA
Imagen: Cumbre Unión Europea Reconstrucción, 20 julio 2020. NEWTRAL

martes, 14 de julio de 2020

VIRUS Y VOTOS


Domingo 12 de julio. Todos pendientes de Euskadi y Galicia. Ambos territorios decidieron elegir su parlamento autonómico en plena desescalada de la COVID-19. En ambos países ganaron las opciones políticas con un discurso más territorial, nacionalista y regionalista, respectivamente. En Euskadi, el PNV ha vuelto a demostrar su hegemonía. Detrás EH-Bildu, también nacionalista pero mucho más a la izquierda. En Galicia, Feijóo ha ganado su cuarta mayoría absoluta, envolviéndose en la bandera gallega para ocultar la agenda política que le marcaba Génova y Casado, o Aznar y la FAES, que vienen a ser lo mismo. Hace tiempo que Feijóo cultiva un regionalismo conservador parecido al que el PP valenciano lució en sus años de vino y rosas, de eventos y corrupción. El PP vasco hizo lo que le mandó el aparato del partido: un frente españolista con C’s. Gran apuesta de Casado, gran fracaso político. Tarda en dimitir el líder de la diestra siniestra.
Galicia y Euskadi, dos estrategias diferentes del PP, dos formas de entender la construcción de la derecha. Una victoriosa, la otra un desastre. El PP mira a Galicia y calla en Euskadi. ¿Cuánto tardarán los barones del PP en quitarse de encima ese perdedor llamado Casado? ¿Esperarán al próximo batacazo en Catalunya? Ahí lo dejo. La abstención vasca fue mayor de la esperada. Y afectó a los resultados electorales. El escaño neofranquista por Álava, por ejemplo, costó únicamente 4000 votos. Todos nuestros sistemas electorales pecan de lo mismo, son terriblemente desproporcionales. No todos los votos valen lo mismo.

FEDERALISMO
            Desde aquí, la dirección de Compromís siguió atenta los resultados electorales. El crecimiento exponencial del Bloque Nacionalista Gallego le transmite buenas vibraciones. También el aumento de escaños de EH-Bildu en Euskadi. Los ecosistemas políticos vasco y gallego tienen sus propias dinámicas, no siempre coincidentes con las de unas elecciones generales. Una parte importante de los votos perdidos por la marca gallega de Podemos ha ido al BNG; en Euskadi, a EH-Bildu. El electorado socialista ha mostrado su fidelidad. También su incapacidad de crecer a costa del socio de gobierno. En 2018, en Andalucía, ocurrió al revés. UP, o sea Adelante Andalucía, liderada por Teresa Rodríguez, fue incapaz de capitalizar la debacle de Susana Díaz y el PSOE andaluz. Primera conclusión: avanzan los factores federalizantes. ¿Aprovechará el gobierno de Pedro Sánchez la coyuntura favorable para ir hacia el estado plurinacional? ¿Corregirá Podemos su pulsión centralizadora a favor de un federalismo más integrador? Cuando se vota de forma separada autonómicas y generales, el electorado diferencia su voto. Tal vez por eso, Ximo Puig prefirió poner las últimas autonómicas bajo el paraguas de las generales. Un marco claramente favorable para los socialistas y desfavorable para Compromís. ¿Lo volverá a hacer en la próxima ocasión? Nunca hay que descartar nada.        
   
BROTES Y REBROTES
Sábado 11, jornada de reflexión, pánico ante un más que posible aumento de la abstención. Todo el mundo miró el espejo francés. Macron separó con el confinamiento la primera de la segunda vuelta de las municipales. Patinó en la primera, y se dio de bruces en la segunda. La abstención creció en el país vecino a niveles desconocidos. En Marche, su proyecto político, obtuvo un resultado catastrófico. Édouard Philippe, su mano derecha, hizo las maletas y se fue a su feudo de Le Havre. Macron se quedó con el culo al aire.
Mientras el electorado vasco y gallego reflexionaba, se multiplicaron los brotes de Covid-19. Ambos gobiernos prohibieron ir a votar a las personas contagiadas. Una prohibición dudosamente constitucional. Aunque sólo el confinamiento, el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y extremar las medidas sanitarias se han mostrado eficaces para ralentizar la transmisión del virus. Y es que sigue tan virulento como en marzo y en abril, cuando el vértice de la pandemia parecía no tocar nunca techo. Los brotes y rebrotes de la infección por Sars-Cov-2 no han cesado desde que salimos del confinamiento. Sin estado de alarma, ponerles freno es más complicado. Depende de los gobiernos autonómicos, pero éstos no tienen todos los medios de que dispone el Estado. La Generalitat catalana quisiera confinar la comarca leridana de La Segrià, pero una juez lo ha impedido. No creo que sea el mejor momento para echar estúpidos pulsos. Hasta ahora, el virus no parece influir demasiado en los votos. Esperemos que siga así.   
URBANO GARCIA
urbanogarciaperes@gmail.com
Imagen: Elecciones gallegas del 12-J de 2020. EFE/ LAVANDEIRA JR.


lunes, 13 de julio de 2020

FOTOS


Finalmente hubo foto en la escalera del Palacio de la Moncloa. Pedro Sánchez la buscaba desde hacía tiempo, pero la patronal se resistía. Hubo que reducir objetivos y recortar ambiciones, pero al final hubo firma. “Pacto para la reactivación económica y por el empleo”, así se llama el acuerdo. No es poco. Es la llave para otros pactos, tal vez más ambiciosos. Todos, salvo la extrema derecha y la derecha extrema, se apuntaron al festejo. Los agentes sociales llegaron al photocall monclovita con la lección aprendida. Nadie osó mentar la bicha en casa del ahorcado. Nadie mencionó los idealizados Pactos de la Moncloa del 77 que propiciaron posteriores consensos. Aún no toca. Por ahora. ¿Quién sabe si algún día volverán las oscuras golondrinas al jardín presidencial? Las emergencias son muchas y la pandemia está lejos de haber acabado. En la foto de familia los miembros del gobierno y los agentes sociales mantuvieron la distancia que recomienda la autoridad sanitaria. Pero nadie llevaba mascarilla. Mal ejemplo. No se me vayan relajando que luego pasa lo que pasa.
Ribó ha conseguido una imagen parecida en el consistorio valenciano. Sólo los neofranquistas se han quedado fuera de la foto de la reconstrucción. Ellos sabrán. La decidida apuesta por los servicios públicos es un triunfo para el equipo que gobierna el municipio. Ahora la batalla está en la política fiscal.  

POBREZA
               Como suele ocurrir, las crisis desencadenadas por la pandemia se han cebado más en quienes menos tienen. Informes como los de Oxfam o Cáritas ya lo habían adelantado. La foto de la pobreza crece con la crisis. Y la desigualdad aumenta. Ahora ha sido Philip Alston, ex relator de la ONU para la extrema pobreza, quien ha puesto el dedo en la llaga: “la pobreza existe a causa de decisiones políticas, y los gobiernos pueden optar, si lo desean, por eliminarla”. Más claro, agua. En su larga estancia por España, Alston no dejó rincón sin visitar. “Las autoridades hacen la vista gorda con las condiciones de los jornaleros inmigrantes”, dijo tras ver cómo vivían los trabajadores en un asentamiento agrícola. Si en 2018, más del 26% de la población española estaba en riesgo de exclusión social y el 55% tenía dificultades para acabar el mes, es fácil imaginar la situación actual. En la última década, las rentas del 1% más rico crecieron un 24%, mientras que el 90% más pobre empobreció más si cabe. Las bases de ese incremento de la desigualdad están en un sistema fiscal injusto mantenido en el tiempo. Por eso Alston sugiere en su informe cambios de gran calado en la fiscalidad que garanticen un “fuerte efecto redistributivo, reducir el fraude y evitar la elusión de impuestos”. Elusión y evasión, claro.

LOS MÉRITOS DEL EMÉRITO
               La foto de la monarquía reinstaurada por Franco está virando a sepia a velocidad supersónica. En 1976, Juan Carlos I pudo, supo y quiso apostar por transitar a un régimen democrático homologable. O no le quedó más remedio. Renovó su legitimidad como jefe del Estado con su actuación oficial en el golpe del 23F. ¿Es suficiente para consolidar una dinastía? No creo. La historia de los borbones está plagada de corruptelas, exilios y restauraciones. No hay más que repasar los últimos siglos. El rey emérito no es el primero. Debe ser duro para cualquier monarca mirarse en el espejo de la corona británica. Pocas hay en el mundo tan ricas y con tanto lustre. Su Graciosa Majestad es la excepción, no la regla.
La monarquía fue el peaje que pagamos por la Transición, dice Javier Pérez Royo. ¿Hasta cuándo durará la deuda? Terminada la cuarentena, Felipe VI y Letizia han emprendido una visita por los rincones del reino. Nada que ver con la excursión a las Hurdes del bisabuelo Alfonso. Aquello fue más épico. El heredero de la corona llegó a València, poco después de que Sandra Gómez, concejala socialista, declarase su fervor republicano. Más de uno contuvo la respiración en el PSOE. La investigación de la fiscalía suiza sobre los negocios del emérito en paraísos fiscales nos dará más de una sorpresa. Los tiempos han cambiado, y la tolerancia del personal no es la misma que tras la muerte de Franco. Y menos en época de tributación.
               Tampoco los méritos de la jerarquía eclesiástica durante la crisis son para tirar cohetes. El chiringuito de las rogativas no da más de sí. Lo único que le queda a la cúpula católica es tapar con el humo de sus botafumeiros la vergüenza de una actuación que ha brillado por su ausencia.  
URBANO GARCIA
Imagen: Juan Carlos I y el jeque. www.wordpress.com