Finalmente hubo foto en la escalera del Palacio de la
Moncloa. Pedro Sánchez la buscaba desde hacía tiempo, pero la patronal se
resistía. Hubo que reducir objetivos y recortar ambiciones, pero al final hubo
firma. “Pacto para la reactivación económica y por el empleo”, así se llama el
acuerdo. No es poco. Es la llave para otros pactos, tal vez más ambiciosos. Todos,
salvo la extrema derecha y la derecha extrema, se apuntaron al festejo. Los
agentes sociales llegaron al photocall monclovita con la lección aprendida.
Nadie osó mentar la bicha en casa del ahorcado. Nadie mencionó los idealizados
Pactos de la Moncloa del 77 que propiciaron posteriores consensos. Aún no toca.
Por ahora. ¿Quién sabe si algún día volverán las oscuras golondrinas al jardín
presidencial? Las emergencias son muchas y la pandemia está lejos de haber
acabado. En la foto de familia los miembros del gobierno y los agentes sociales
mantuvieron la distancia que recomienda la autoridad sanitaria. Pero nadie llevaba
mascarilla. Mal ejemplo. No se me vayan relajando que luego pasa lo que pasa.
Ribó ha conseguido una imagen parecida en el
consistorio valenciano. Sólo los neofranquistas se han quedado fuera de la foto
de la reconstrucción. Ellos sabrán. La decidida apuesta por los servicios
públicos es un triunfo para el equipo que gobierna el municipio. Ahora la
batalla está en la política fiscal.
POBREZA
Como suele ocurrir, las
crisis desencadenadas por la pandemia se han cebado más en quienes menos
tienen. Informes como los de Oxfam o Cáritas ya lo habían adelantado. La foto
de la pobreza crece con la crisis. Y la desigualdad aumenta. Ahora ha sido Philip
Alston, ex relator de la ONU para la extrema pobreza, quien
ha puesto el dedo en la llaga: “la pobreza existe a causa de decisiones
políticas, y los gobiernos pueden optar, si lo desean, por eliminarla”. Más
claro, agua. En su larga estancia por España, Alston no dejó rincón sin
visitar. “Las autoridades hacen la vista gorda con las condiciones de los
jornaleros inmigrantes”, dijo tras ver cómo vivían los trabajadores en un
asentamiento agrícola. Si en 2018, más del 26% de la población española estaba
en riesgo de exclusión social y el 55% tenía dificultades para acabar el mes,
es fácil imaginar la situación actual. En la última década, las rentas del 1%
más rico crecieron un 24%, mientras que el 90% más pobre empobreció más si cabe.
Las bases de ese incremento de la desigualdad están en un sistema fiscal
injusto mantenido en el tiempo. Por eso Alston sugiere en su informe cambios de
gran calado en la fiscalidad que garanticen un “fuerte efecto redistributivo,
reducir el fraude y evitar la elusión de impuestos”. Elusión y evasión, claro.
LOS
MÉRITOS DEL EMÉRITO
La foto de la monarquía
reinstaurada por Franco está virando a sepia a velocidad supersónica. En 1976,
Juan Carlos I pudo, supo y quiso apostar por transitar a un régimen democrático
homologable. O no le quedó más remedio. Renovó su legitimidad como jefe del Estado
con su actuación oficial en el golpe del 23F. ¿Es suficiente para consolidar
una dinastía? No creo. La historia de los borbones está plagada de corruptelas,
exilios y restauraciones. No hay más que repasar los últimos siglos. El rey
emérito no es el primero. Debe ser duro para cualquier monarca mirarse en el
espejo de la corona británica. Pocas hay en el mundo tan ricas y con tanto
lustre. Su Graciosa Majestad es la excepción, no la regla.
La monarquía fue el peaje que pagamos por la
Transición, dice Javier Pérez Royo. ¿Hasta cuándo durará la deuda? Terminada la
cuarentena, Felipe VI y Letizia han emprendido una visita por los rincones del
reino. Nada que ver con la excursión a las Hurdes del bisabuelo Alfonso.
Aquello fue más épico. El heredero de la corona llegó a València, poco después
de que Sandra Gómez, concejala socialista, declarase su fervor republicano. Más
de uno contuvo la respiración en el PSOE. La investigación de la fiscalía suiza
sobre los negocios del emérito en paraísos fiscales nos dará más de una
sorpresa. Los tiempos han cambiado, y la tolerancia del personal no es la misma
que tras la muerte de Franco. Y menos en época de tributación.
Tampoco los méritos de la
jerarquía eclesiástica durante la crisis son para tirar cohetes. El chiringuito
de las rogativas no da más de sí. Lo único que le queda a la cúpula católica es
tapar con el humo de sus botafumeiros la vergüenza de una actuación que ha
brillado por su ausencia.
URBANO GARCIA
Imagen: Juan
Carlos I y el jeque. www.wordpress.com
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