Domingo 12 de julio. Todos pendientes de Euskadi y
Galicia. Ambos territorios decidieron elegir su parlamento autonómico en plena
desescalada de la COVID-19. En ambos países ganaron las opciones políticas con
un discurso más territorial, nacionalista y regionalista, respectivamente. En
Euskadi, el PNV ha vuelto a demostrar su hegemonía. Detrás EH-Bildu, también
nacionalista pero mucho más a la izquierda. En Galicia, Feijóo ha ganado su
cuarta mayoría absoluta, envolviéndose en la bandera gallega para ocultar la
agenda política que le marcaba Génova y Casado, o Aznar y la FAES, que vienen a
ser lo mismo. Hace tiempo que Feijóo cultiva un regionalismo conservador
parecido al que el PP valenciano lució en sus años de vino y rosas, de eventos
y corrupción. El PP vasco hizo lo que le mandó el aparato del partido: un
frente españolista con C’s. Gran apuesta de Casado, gran fracaso político.
Tarda en dimitir el líder de la diestra siniestra.
Galicia y Euskadi, dos estrategias diferentes del PP,
dos formas de entender la construcción de la derecha. Una victoriosa, la otra
un desastre. El PP mira a Galicia y calla en Euskadi. ¿Cuánto tardarán los
barones del PP en quitarse de encima ese perdedor llamado Casado? ¿Esperarán al
próximo batacazo en Catalunya? Ahí lo dejo. La abstención vasca fue mayor de la
esperada. Y afectó a los resultados electorales. El escaño neofranquista por
Álava, por ejemplo, costó únicamente 4000 votos. Todos nuestros sistemas
electorales pecan de lo mismo, son terriblemente desproporcionales. No todos
los votos valen lo mismo.
FEDERALISMO
Desde
aquí, la dirección de Compromís siguió atenta los resultados electorales. El
crecimiento exponencial del Bloque Nacionalista Gallego le transmite buenas
vibraciones. También el aumento de escaños de EH-Bildu en Euskadi. Los
ecosistemas políticos vasco y gallego tienen sus propias dinámicas, no siempre
coincidentes con las de unas elecciones generales. Una parte importante de los
votos perdidos por la marca gallega de Podemos ha ido al BNG; en Euskadi, a
EH-Bildu. El electorado socialista ha mostrado su fidelidad. También su
incapacidad de crecer a costa del socio de gobierno. En 2018, en Andalucía,
ocurrió al revés. UP, o sea Adelante Andalucía, liderada por Teresa Rodríguez,
fue incapaz de capitalizar la debacle de Susana Díaz y el PSOE andaluz. Primera
conclusión: avanzan los factores federalizantes. ¿Aprovechará el gobierno de
Pedro Sánchez la coyuntura favorable para ir hacia el estado plurinacional?
¿Corregirá Podemos su pulsión centralizadora a favor de un federalismo más
integrador? Cuando se vota de forma separada autonómicas y generales, el
electorado diferencia su voto. Tal vez por eso, Ximo Puig prefirió poner las
últimas autonómicas bajo el paraguas de las generales. Un marco claramente
favorable para los socialistas y desfavorable para Compromís. ¿Lo volverá a
hacer en la próxima ocasión? Nunca hay que descartar
nada.
BROTES Y REBROTES
Sábado 11,
jornada de reflexión, pánico ante un más que posible aumento de la abstención.
Todo el mundo miró el espejo francés. Macron separó con el confinamiento la
primera de la segunda vuelta de las municipales. Patinó en la primera, y se dio
de bruces en la segunda. La abstención creció en el país vecino a niveles
desconocidos. En Marche, su proyecto político, obtuvo un resultado
catastrófico. Édouard Philippe, su mano derecha, hizo las maletas y se fue a su
feudo de Le Havre. Macron se quedó con el culo al aire.
Mientras
el electorado vasco y gallego reflexionaba, se multiplicaron los brotes de
Covid-19. Ambos gobiernos prohibieron ir a votar a las personas contagiadas.
Una prohibición dudosamente constitucional. Aunque sólo el confinamiento, el
uso de mascarillas, el distanciamiento físico y extremar las medidas sanitarias
se han mostrado eficaces para ralentizar la transmisión del virus. Y es que
sigue tan virulento como en marzo y en abril, cuando el vértice de la pandemia
parecía no tocar nunca techo. Los brotes y rebrotes de la infección por
Sars-Cov-2 no han cesado desde que salimos del confinamiento. Sin estado de
alarma, ponerles freno es más complicado. Depende de los gobiernos autonómicos,
pero éstos no tienen todos los medios de que dispone el Estado. La Generalitat
catalana quisiera confinar la comarca leridana de La Segrià, pero una juez lo
ha impedido. No creo que sea el mejor momento para echar estúpidos pulsos.
Hasta ahora, el virus no parece influir demasiado en los votos. Esperemos que siga
así.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperes@gmail.com
Imagen:
Elecciones gallegas del 12-J de 2020. EFE/ LAVANDEIRA JR.
Domingo 12 de julio. Todos pendientes de Euskadi y
Galicia. Ambos territorios decidieron elegir su parlamento autonómico en plena
desescalada de la COVID-19. En ambos países ganaron las opciones políticas con
un discurso más territorial, nacionalista y regionalista, respectivamente. En
Euskadi, el PNV ha vuelto a demostrar su hegemonía. Detrás EH-Bildu, también
nacionalista pero mucho más a la izquierda. En Galicia, Feijóo ha ganado su
cuarta mayoría absoluta, envolviéndose en la bandera gallega para ocultar la
agenda política que le marcaba Génova y Casado, o Aznar y la FAES, que vienen a
ser lo mismo. Hace tiempo que Feijóo cultiva un regionalismo conservador
parecido al que el PP valenciano lució en sus años de vino y rosas, de eventos
y corrupción. El PP vasco hizo lo que le mandó el aparato del partido: un
frente españolista con C’s. Gran apuesta de Casado, gran fracaso político.
Tarda en dimitir el líder de la diestra siniestra.
Galicia y Euskadi, dos estrategias diferentes del PP,
dos formas de entender la construcción de la derecha. Una victoriosa, la otra
un desastre. El PP mira a Galicia y calla en Euskadi. ¿Cuánto tardarán los
barones del PP en quitarse de encima ese perdedor llamado Casado? ¿Esperarán al
próximo batacazo en Catalunya? Ahí lo dejo. La abstención vasca fue mayor de la
esperada. Y afectó a los resultados electorales. El escaño neofranquista por
Álava, por ejemplo, costó únicamente 4000 votos. Todos nuestros sistemas
electorales pecan de lo mismo, son terriblemente desproporcionales. No todos
los votos valen lo mismo.
FEDERALISMO
Desde
aquí, la dirección de Compromís siguió atenta los resultados electorales. El
crecimiento exponencial del Bloque Nacionalista Gallego le transmite buenas
vibraciones. También el aumento de escaños de EH-Bildu en Euskadi. Los
ecosistemas políticos vasco y gallego tienen sus propias dinámicas, no siempre
coincidentes con las de unas elecciones generales. Una parte importante de los
votos perdidos por la marca gallega de Podemos ha ido al BNG; en Euskadi, a
EH-Bildu. El electorado socialista ha mostrado su fidelidad. También su
incapacidad de crecer a costa del socio de gobierno. En 2018, en Andalucía,
ocurrió al revés. UP, o sea Adelante Andalucía, liderada por Teresa Rodríguez,
fue incapaz de capitalizar la debacle de Susana Díaz y el PSOE andaluz. Primera
conclusión: avanzan los factores federalizantes. ¿Aprovechará el gobierno de
Pedro Sánchez la coyuntura favorable para ir hacia el estado plurinacional?
¿Corregirá Podemos su pulsión centralizadora a favor de un federalismo más
integrador? Cuando se vota de forma separada autonómicas y generales, el
electorado diferencia su voto. Tal vez por eso, Ximo Puig prefirió poner las
últimas autonómicas bajo el paraguas de las generales. Un marco claramente
favorable para los socialistas y desfavorable para Compromís. ¿Lo volverá a
hacer en la próxima ocasión? Nunca hay que descartar
nada.
BROTES Y REBROTES
Sábado 11,
jornada de reflexión, pánico ante un más que posible aumento de la abstención.
Todo el mundo miró el espejo francés. Macron separó con el confinamiento la
primera de la segunda vuelta de las municipales. Patinó en la primera, y se dio
de bruces en la segunda. La abstención creció en el país vecino a niveles
desconocidos. En Marche, su proyecto político, obtuvo un resultado
catastrófico. Édouard Philippe, su mano derecha, hizo las maletas y se fue a su
feudo de Le Havre. Macron se quedó con el culo al aire.
Mientras
el electorado vasco y gallego reflexionaba, se multiplicaron los brotes de
Covid-19. Ambos gobiernos prohibieron ir a votar a las personas contagiadas.
Una prohibición dudosamente constitucional. Aunque sólo el confinamiento, el
uso de mascarillas, el distanciamiento físico y extremar las medidas sanitarias
se han mostrado eficaces para ralentizar la transmisión del virus. Y es que
sigue tan virulento como en marzo y en abril, cuando el vértice de la pandemia
parecía no tocar nunca techo. Los brotes y rebrotes de la infección por
Sars-Cov-2 no han cesado desde que salimos del confinamiento. Sin estado de
alarma, ponerles freno es más complicado. Depende de los gobiernos autonómicos,
pero éstos no tienen todos los medios de que dispone el Estado. La Generalitat
catalana quisiera confinar la comarca leridana de La Segrià, pero una juez lo
ha impedido. No creo que sea el mejor momento para echar estúpidos pulsos.
Hasta ahora, el virus no parece influir demasiado en los votos. Esperemos que siga
así.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperes@gmail.com
Imagen:
Elecciones gallegas del 12-J de 2020. EFE/ LAVANDEIRA JR.
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