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martes, 6 de abril de 2021

DE MÁSCARAS Y MASCARILLAS

 

No hay nada más antisistema que un macarra enmascarado. Así apareció el ayatolá Josemari en su comparecencia como testigo en el juicio por los “papeles del PP”, también llamados “de Bárcenas”, el gestor de la casa. Es la causa por la contabilidad opaca que el partido de Fraga tuvo durante décadas. Aznar cubrió su máscara con una mascarilla. El juez le amonestó por tan innecesario ocultamiento. Solo en su casa, ante la pantalla del ordenador, sin más testigo que alguno de sus perros, no había lugar a la profilaxis. ¿Qué ocultaba el supremo líder de las derechas? Muchos analistas señalaron su intento de ocultar un lenguaje gestual más creíble que el verbal. Como testigo, Aznar estaba obligado a decir la verdad. Si la cara es el espejo del alma, está claro qué quería que no viéramos. Sus falsas palabras nacieron muertas.

DERECHA, ¡AR!

                Nada como una campaña electoral para asistir a un desfile de embozados. Hablo de las elecciones buscadas y forzadas por el PP en Madrid, claro. Aunque la madre del cordero lechal se gestó en Murcia. La fracasada moción de censura reveló el verdadero rostro del PP, incapaz de tener otro aliado que el neofranquismo del que procede. Sangre de mi sangre, que diría el profeta Josemari. Para desmontar la moción, el PP acudió a sus esencias, a dos figuras clásicas en su historial: a la compra de diputados y al trasfuguismo. ¡Será por dinero! No hay nada como hacer del partido una oficina de colocación para que lluevan los aspirantes. En eso tiene experiencia la derecha hispana, una y trina. Y el PP picoteó a dos bandas:  en la de los exC’s y en la de los exneofranquistas. A las dos les dio lo que querían. A una el pin parental y a otra el pin ideológico de un anticomunismo con olor a naftalina. Tanto monta, monta tanto. Alfombra roja para los tránsfugas. Todo por mantener una presidencia seca como una ñora. El PP ata su destino al de la derecha más extrema. ¡Fuera máscaras! En Madrid y en Murcia.

FASCISMO

                Jueves Santo, a falta de procesión del Silencio, unos bárbaros asaltan la sede de Podemos en Cartagena, con nocturnidad y cócteles Molotov. No era la primera vez. Los bárbaros andan crecidos. Nadie les pone coto. Cuentan con poderosos apoyos. El periodista Antonio Maestre ve en el auge de la violencia fascista similitudes con el de los nazis en la República de Weimar. Parecidas guerras culturales.

Yo aproveché la santa Pasión para ver El año del descubrimiento, la premiada película de Luis López Carrasco. Retrato de la clase obrera y crónica de la desindustrialización de Cartagena, cuyo punto álgido se vivió en 1992, año de olimpiadas, expos y fastos de todo tipo. Cartagena se mantuvo leal a la II República hasta marzo de 1939. Franco nunca se lo perdonó. A pesar de eso, la milenaria ciudad albergó un contaminante desarrollo industrial. Hasta que la liberalización económica y la Unión Europea modificaron el mapa de las industrias del continente. Cartagena se hundió en una profunda crisis. Quedan secuelas, como una importante desmovilización de la izquierda y el ascenso de un visceral neofascismo.

La crisis sanitaria también afecta al estado de ánimo. Por esa grieta se cuela la ansiedad y la ira. Con las defensas bajas es más fácil ser pasto de pulsiones viscerales que resistir con argumentadas razones.     

VIRUS O VACUNA

Esa es la verdadera dicotomía. Hablemos de Madrid, por ejemplo. Ahora nos enteramos que el Consejero de Sanidad del gobierno de Ayuso se reunió, el 11 de febrero, con representantes de Putin, para negociar la compra de vacunas Sputnik. Ayuso y su cohorte siguen los pasos del reaccionario Orbán, saltándose los acuerdos comunitarios y ciscándose en las instituciones democráticas. Ese es su objetivo, que todo el mundo hable de ella. Lo cierto es que la lenta vacunación en Europa está sobre la mesa. La Comisión de la UE la ha incorporado a su agenda. El lunes 5 de abril, más de un centenar de países de la OMS habían pedido la liberalización de las patentes. Soluciones globales para una amenaza global.

La investigación vacunal recibió 25 mil millones de € de inversión pública. “La ciencia es laica, pero las patentes son sagradas”, dice El Roto. Liberar, expropiar, … la salud de la sociedad no puede ser rehén de las farmacéuticas. Algo tendrá que hacer la Unión para impedirlo. Detrás de las vacunas está la recuperación económica. A nadie se le escapa que Europa se juega su futuro en lo rápido que se vacune.

Habrá que estar atentos a la pantalla a ver cuántas máscaras caen antes del verano.

    URBANO GARCIA

urbanogarciaperez@gmail.com

Imagen: Viñeta de El Roto. El País, 6 de abril de 2021.


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