Oligopolio energético más
gobierno al servicio del capital financiero da como resultado un arma de
destrucción masiva. Lo hemos visto hace unos días. El juego del ratón y el gato
entre las energéticas y el ejecutivo de Mariano Rajoy lleva camino de sacudir
una vez más el adelgazado bolsillo de la ciudadanía. No es la primera vez, ni
será la última. Y nadie le pone remedio.
Desde que Rodrigo Rato estableció como sistema de
valoración del precio de la electricidad el déficit tarifario (la diferencia
entre lo que en teoría cuesta producir la energía y su valor en el mercado), la
subjetividad vive instalada en la factura eléctrica. A ningún gobierno, sea del
color que sea, le gusta asumir una factura que se calcula que asciende ya a casi
30 mil millones de €. Una deuda que tocaría pagarla a los consumidores, con el
consiguiente cabreo y justa indignación que, como mínimo, se vería reflejada en
las urnas. Por eso, los gobiernos demoran el pago de la astronómica deuda,
incrementando sus intereses. Una bola de nieve de la que son beneficiadas las 5
grandes compañías eléctricas y los bancos que cobran los intereses de la deuda.
Para la descodificación del recibo de la luz haría
falta disponer de una moderna Piedra de Rosetta. Una mínima parte de ese recibo
corresponde al consumo real. El resto son tasas, impuestos y conceptos que se
escapan a la comprensión del común de los mortales. El caso es que 5 grandes
empresas eléctricas producen y a la vez comercializan más del 90% de la energía
que se consume en nuestro país. Marcan precios de venta y compra casi en
función de sus intereses particulares y muy lejos de los que realmente
corresponderían. Por si este control no fuera suficiente, el valor de mercado
de la electricidad lo marca una subasta en la que oferta y demanda están en
manos de los mismos actores: las 5 grandes empresas eléctricas. Un mecanismo
perverso de fijar precios en un sector estratégico para el país. El
Kilowatio/ORO es la nueva medida de consumo eléctrico.
Para que este estado de cosas sea tolerado por el
poder político, las compañías eléctricas colocan en sus Consejos de
Administración a ex ministros y ex presidentes. La perversión es total.
Tras el fracaso del ministro del ramo luminoso en
negociar un nuevo plan energético y la avidez recaudatoria del ministro de
Hacienda, las compañías se han vengado pasteleando en la subasta. El anuncio de
una subida en el recibo de más de un 11% hizo saltar todas las alarmas. Y el
gobierno se ha visto obligado a intervenir. ¿Qué dirán los ex ministros y ex
presidentes colocados en sus Consejos de Administración? ¿Cómo justificarán la
ruptura de esa entente cordiale?
SOMBRAS
Si algo puede ir a peor, lo irá. La negada, anunciada
y al final impugnada subida del recibo de la luz amenaza con ser la gota que
desborde el vaso de la paciencia ciudadana saturada ya de sufrir sobre sus
espaldas el peso de una crisis en cuya gestación poco ha tenido que ver. Las
encuestas indican una caída en picado en los apoyos al PP. Tal vez por eso, desde
el gobierno de Rajoy se cuida con especial cariño a la extrema derecha, su
último nicho de votos. La ideología impregna las decisiones del ejecutivo.
Valga como muestra la ley de Gallardón contra el derecho de las mujeres a
decidir sobre su cuerpo. “¿Para qué quieren las mujeres el derecho a decidir?,
se pregunta el director de La Razón. La ley contra el aborto va contra la mitad
de la población, contra su libertad. Nos pone a la cola de Europa. Por delante
de Irlanda y el Vaticano. Como hace 30 años.
Sectarismo, intolerancia y opacidad así piensa
Rajoy aguantar hasta las elecciones. El paciente juez Ruz ha tenido que ordenar
el registro de la sede PP para que el partido de gobierno colaborara con la
justicia. El registro y escaneo de documentos duró 14 horas. Dos jornadas
laborales para que la instrucción judicial pueda avanzar. Si eso es colaborar,
qué será no hacerlo.
URBANO GARCIA
Imagen: EL JUEVES