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jueves, 19 de noviembre de 2020

A VUELTAS CON LOS PRESUPUESTOS

 “Hasta el rabo todo es toro”, así deben ser los presupuestos. Es bien sabido que se trata de la ley más importante de cada curso parlamentario. Los que aún arrastramos vienen de cuando Montoro nos metió con fórceps en el corsé de la austeridad. Por medio ha habido elecciones y mociones de censura, la primera y más sonada pilló al jefe del PP de encierro tabernario. La última, la de los neofranquistas, sirvió de antesala a la expulsión de los ocupas del Pazo de Meirás. También hubo por medio una legislatura efímera, caducada antes de tiempo precisamente por no aprobar unos nuevos presupuestos. Ahora, la mayoría que echó a Rajoy de la Moncloa ha vuelto a ser activada para gran cabreo de las derechas. Los pequeños también votan, gran lección. El apoyo de Bildu a los presupuestos del gobierno de coalición ha levantado ampollas en unas derechas que no les importa gobernar con fascistas de tomo y lomo. Debería caérseles la cara de vergüenza autocalificarse como bloque democrático yendo con quien van. Aquí y en Europa. Los gobiernos de Hungría y Polonia, socios del PP, bloquean los fondos comunitarios contra la pandemia. No quieren que nadie les impida recortar la democracia.  

 

LENGUAS

                Y luego está Arrimadas, la jefa de un menguado C’s que intenta salirse de la sombra de su mentor. No hace falta recordar que C’s nació como ariete contra el catalanismo, y contra todo lo que oliera a reconocimiento de la pluralidad de un país plural. No parece buena excusa defender la ley Wert -aprobada en solitario por el PP, todo hay que decirlo-, y oponerse a la reforma de la ministra Celaá por dar el mismo rango vehicular a todas las lenguas de la península. Nadie ha derogado la imposición del castellano que hizo Felipe V en 1707, imposición que Franco y la Constitución del 78 consagraron. Tal vez, C’s se opone al Presupuesto por su contenido social, pero no se atreve a decirlo. “No importa qui vota els pressupostos, sinó què es vota, dice Joan Baldoví, único diputado de Compromís. Los Presupuestos, ahora a debate en el Congreso, son los más sociales que hemos tenido desde Maricastaña. Tanto en los gastos que, como no podía ser de otra manera, atienden a la emergencia sanitaria, como en los ingresos, que contemplan una subida fiscal para rentas superiores a 200 mil € anuales. Lejos de los ingresos de las clases medias a las que dice defender C’s. ¡Déjense de excusas y digan de verdad qué intereses defienden!

 

RESIDENCIAS

                La segunda ola de la pandemia ha vuelto a entrar a saco en las residencias, eslabón débil de la sociedad del bienestar. Las residencias son un magnífico nicho para que la Covid-19 haga estragos. Población mayor semi confinada, con muchas patologías asociadas a problemas respiratorios, centros residenciales no hospitalarios, carentes de la atención médica adecuada… De gestión privada, aunque sean públicas, por concesiones dadas más en función de criterios monetarios que asistenciales, tras la reforma que hizo el PP.

En la primera ola, la residencia de Alcoi gestionada por DomusVi (del grupo francés SAR) fue diezmada por el Sars-Cov-2 (fallecieron 70 residentes). Hace unos días, conocimos que la gestión de la residencia pública de Velluters, en València, había sido concedida a DomusVi. No era la que mejores servicios ofrecía, pero era la más barata. ¿El económico es el mejor criterio para gestionar las residencias? No creo.

                La pandemia está sacando a la luz los peores defectos de nuestra sociedad, sus pilares carcomidos. La urgencia sanitaria debería servir para hacer inversiones públicas de calidad y servicio, en vez del mercantilismo neoliberal tan querido por las derechas. Las residencias de la tercera edad no son una excepción. ¿Es suficiente? Parece que no. Gran parte de los contagios se produce en el ámbito social. A estas alturas de la pandemia está claro que el uso de la mascarilla y el distanciamiento físico son las mejores formas de impedir el contagio. Por las grietas del relajamiento sanitario también se cuela el coronavirus.

                Las vacunas, aún en fase de ensayo, van apareciendo, insuflando oxígeno a las Bolsas antes de hacerlo a unas sociedades asfixiadas por la pandemia. La crisis sanitaria dejará secuelas. Acelerará cambios anunciados antes de su aparición. Algunos ya los estamos viendo: fusiones bancarias, consolidación del teletrabajo, cambios en las formas de ocio, … otros, menos visibles, no tienen mejor pinta. La desigualdad es el más sangrante. Los presupuestos también deberían servir para frenar el aumento de esa desigualdad.  

                URBANO GARCIA

urbanogarciaperez@gmail.com

Imagen: Manifestación en defensa de la escuela pública. EFE


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