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martes, 3 de noviembre de 2020

LIBERTAD

Hay hartazgo. ¡Sí!, lo hay. También hay desasosiego. Hay malestar y hasta, si me apuran, indignación. ¡Sí!, haberlos, haylos.  La angustia ante lo desconocido es una emoción difícil de gestionar. ¿Tanto como para que estalle la violencia? Depende. ¿De qué depende? Del nivel de tolerancia. ¿Responde el brote violento a la fracasada moción de censura de los neofranquistas? Todo apunta a que sí. Lo anunciaron en sede parlamentaria, aunque ahora muy pocos lo recuerden. Es más, llegados a este punto, deberíamos preguntarnos: ¿a quién beneficia? La violencia, digo. Todo apunta hacia la misma extrema derecha, cuanto más extrema más siniestra. Es verdad que hay negacionistas, antivacunas, cenizos, broncas y chorizos que medran en el caos, como moscas en la mierda. Pero siempre hay un virus que inocula el odio y la rabia que desencadenan la pandemia de violencia. Todo está en las hemerotecas: la deslegitimación del gobierno, los insultos, los ataques infundados, la siembra de mentiras, las dudas y hasta las fake news al servicio de la manipulación torticera de los sentimientos. Las derechas hispanas deberían reflexionar sobre cómo han contribuido ellas al estallido de violencia. Quien siembra vientos, recoge tempestades.

IMPERIO

Es la misma siembra que hizo Trump durante cuatro años. Ante la magnitud de sus mentiras optó por cuestionar los resultados antes del escrutinio, amenazando con impugnarlos. Con cada proceso electoral aprendemos algo más sobre la compleja estructura de su democracia. Diseñada en tiempos ya lejanos parece poco adaptada a las exigencias democráticas del siglo XXI. Voto censitario, elección indirecta, sistema mayoritario (quien gana por un voto en el Colegio Electoral se lleva todos los compromisarios de ese Colegio que son los que eligen al presidente), presidencialista en un estado pluriestatal. En las elecciones de EEUU deberíamos participar todos. De forma ponderada, claro. A todos nos afectan y todos deberíamos ser consultados. Cuando Jonathan Franzen publicó Libertad (2010) Trump aún no había hoyado los cimientos democráticos de su país. La muerte de la fiscal progresista Ruth Bader Ginsburg permitió a Trump, en tiempo de descuento, nombrar a la ultraconservadora Amy Coney Barret para sustituirla de forma vitalicia en la Corte Suprema. Trump puso el máximo órgano del Poder Judicial en manos de jueces conservadores. Atado y bien atado. ¿Dónde está la división de poderes? En el fondo, no somos tan diferentes.

CASILLA DE SALIDA

                Todo apunta a que con la segunda ola de la pandemia nos tocará volver a la casilla de salida, al confinamiento domiciliario. Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, … muchos países europeos pasarán por él por primera vez. Nosotros seremos repetidores. Y seguimos con una sanidad magnífica pero muy mal financiada. Según el FMI, tan solo destinamos un 3,5% de nuestro PIB, frente al 5,2% de Francia, el 9% de Alemania o el envidiable 11,7% de Nueva Zelanda. ¿A qué esperamos para aumentar la dotación? La lucha eficaz contra la Covid-19 depende en gran parte de una sanidad bien financiada. La crisis actual debería concitar un amplio consenso en esta cuestión, también en mejorar el sistema educativo, y las residencias públicas, y las ayudas a la dependencia, … Tal vez sea eso lo que cabrea a las derechas, desde la más centrista a la más descentrada, que no gestionarán la crisis, para ellas una oportunidad perdida para su proyecto ultraliberal.

Quan creus que tot s’acaba torna a començar, cantaba indignado Raimon ante una dictadura que parecía eterna. Eso nos pasa con una pandemia que no parece tener fin. Pensábamos que estaba terminando y sigue igual. El SARS-Cov-2 es tan virulento como al principio. Ahora conocemos mejor su comportamiento, podemos evitar errores, y aplicar terapias más eficaces. Pero de poco sirve todo este conocimiento si no tenemos suficiente personal sanitario, si no tenemos rastreadores, ni pruebas para detectar dónde está el virus. De poco sirve la libertad si no hay salud. A veces me pregunto, ¿por qué gritan libertad si lo que está en peligro es la salud? Y recuerdo la canción de Nacha Guevara inspirada en un poema de Paul Eluard: “Y por el poder de una palabra/ vuelvo a vivir/ nací para conocerte/ para cantarte/ Libertad”. Duele oír y ver como en tu nombre dicen y hacen tantas barbaridades.   

URBANO GARCIA

urbanogarciaperez@gmail.com

Imagen: Mural de Banksy.

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