Al final se fue. No hizo falta
sacarlo a la fuerza, aunque los antecedentes hacían temer lo peor. Hablo de
Donald. De Trump, claro, no del pato. La salida de Trump de la Casa Blanca ha
sido un alivio, sin duda. Pero, ¿es el fin del trumpismo? No creo. El indulto a
Steve Bannon, defraudador e instigador de la derecha más extrema, hace
presagiar que Trump no da por finiquitada su carrera en la política, antes de
plantearse su vuelta al show business. La internacional reaccionaria ya anhela
su retorno.
Sabemos por experiencia -en unas
semanas se cumplirá el 40 aniversario del 23F- que los golpes frustrados nunca
lo son del todo. El golpismo siempre deja secuelas. El de Milans del Bosch,
Tejero, Armada y el elefante blanco, las dejó. Algunos de los tarquines que
ahora pisamos vienen de las aguas fecales que nos anegaron en 1981. Nos queda
el consuelo de pensar que todo iría peor si los golpistas se hubieran salido
con la suya. Quien no se consuela es porque no quiere. Aquí y entonces se frenó
seguir con las reformas. Se atendió el aviso de los inmovilistas y la
descentralización llegó hasta donde llegó. Basta recordar los trámites finales en
la negociación del nostre Estatut, para ver la pelambrera que perdimos al entrar por tan
estrecha gatera. Y ahí sigue la financiación autonómica sin ser solucionada.
PICARESCA
“Yo no
quería vacunarme. No me vacuno ni de la gripe. No me gustan las vacunas”, ese
indigno argumento usó el Consejero de Sanidad de Ceuta, Javier Guerrero, para exculpar
haberse vacunado cuando aún no le tocaba. En unos días, la lista de pícaros
-usando un término suave- se ha incrementado exponencialmente. Hasta a la cúpula
militar llegó la picaresca. El general Villarroya, ahora ex Jefe de Estado Mayor
de la Defensa, se saltó el turno para vacunarse. Estamos a la espera de conocer
qué ha hecho la cúpula eclesial. Por si era poco, el virus mutante no deja de
darnos sustos. Ayer era la Pérfida Albión la que bautizaba una mutación del
SARS-Cov-2 capaz de contagiar más y mejor. Luego fue Brasil (Manaos) quien nos
regaló una mutación más agresiva si cabe. Ahora se habla de la cepa sudafricana.
Richard Dawkins nos ilustró en El
gen egoísta sobre la capacidad de adaptación de los genes para asegurar su
multiplicación, algo parecido hacen los virus para garantizar su supervivencia.
El relajo sanitario, comportamientos irresponsables, nuevas cepas, entre otras
causas, están disparando los ingresos hospitalarios. Las farmacéuticas, tan
rápidas en anunciar que tenían la vacuna, lo primero que vacunaron fue el valor
de sus acciones. Y ahora racanean o piden alargar los viales para sacar más
dosis, aumentando sus ganancias. Italia ya ha abierto una investigación y la
Unión Europea amenaza con otra si no cumplen sus compromisos. Como nos enseñó el
difunto John Le Carré, en El jardinero fiel, también hay pícaros y
especuladores en el comercio farmacéutico.
MEDIDAS
Ante el incremento de contagios, y hasta
que, gracias a las vacunas, logremos la llamada inmunidad de rebaño, nos toca
ser cautos, usar mascarilla y mantener la distancia para evitar la propagación
de la Covid-19. Los hospitales de campaña ya cumplen su función de
descongestionar los hospitales, pero no parece suficiente para frenar el
aumento de personas contagiadas. Todo es poco para atajar la Covid-19, muchas
de cuyas secuelas aún desconocemos. Aunque tarde, el pasado fin de semana, el
País Valenciano se vio obligado por las cifras de la pandemia a endurecer sus
medidas sanitarias: menos contactos, cierres perimetrales, adelantos del toque
de queda, cierre de comercios, bares y restaurantes.
Aquí llevamos un ritmo de vacunación
superior a la media europea, pero tardaremos en alcanzar la inmunidad
colectiva. La Covid-19 no paralizó las elecciones en EEUU, ni en Portugal. Lo
lógico sería que las catalanas se celebraran en la fecha prevista, el 14 de
febrero. Pero la pandemia se ha convertido en la coartada perfecta para ocultar
inconfesables intereses. La presentación de Salvador Illa, exministro de
Sanidad, encabezando la lista del PSC, ha trastocado la entente
cordiale
que había entre los socialistas catalanes y ERC. También ha puesto de los
nervios a C’s, que ve en Illa otra amenaza para sus aspiraciones. La derecha
lucha por mejorar sus resultados, mientras los independentistas lo hacen por
mantener su hegemonia. En medio de este ambiente
estresante, la vida sigue, aunque sea con la ayuda de ansiolíticos. Hasta que
digamos ¡bye!,
bye! al SARS-Cov-2, más vale
que nos lo tomemos con calma.
URBANO GARCIA
Imagen: Trump y Melanie dirigiéndose
a un helicóptero tras dejar la Casa Blanca. www.dallasnews.com
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