Participio del verbo presuponer. Es una de las acepciones contempladas en el diccionario de la Academia, pero no es la única. Presuponer es como prever lo que se supone, o suponer lo que se prevé. Motivo, causa o pretexto con que se ejecuta una cosa. Adelantar lo que está por ocurrir. Una bola de cristal.
Presupusimos que 2020 sería un buen año. La simetría de su construcción, la redondez de sus guarismos, la belleza del “0” que diría Umberto Eco, o el desfile de “patitos” que recitaría Gloria Fuertes. Todo nos llevaba a presuponer que un año tan redondo no podía traer nada malo. ¡Qué equivocados estábamos! A veces el aspecto defrauda. La apariencia engaña. Suelen hacerlo engatusadores y mercachifles. Detrás de su buen aspecto ocultan las malas artes del estafador. Tras la máscara de ser gente corriente camuflan la tramoya del engaño. A veces nos autoengañamos presuponiendo que algo irá mejor, sin querer ver que todo apunta en sentido contrario. Presuponemos, por ejemplo, que con la creación de una vacuna contra la Covid-19 tenemos ya resuelta la pandemia. Como si el tiempo no existiera. Como si entre su descubrimiento y la vacunación generalizada no hubiera un largo tránsito, un vía crucis lleno de obstáculos, de dificultades, de abismos de desigualdad insalvables. Como si entre un momento y otro no existiera la muerte. Como si el tiempo se parase y la primera peste del siglo XXI quedara en suspenso. Como si entre la inmunidad de rebaño y el rebaño a secas no hubiera distancia. Olvidamos que lo presupuesto sólo es una previsión, oráculo de un futuro por confirmarse. Para llegar a esa meta hay recorrer todo el camino.
FRACTURAS
Cuando
2020 llegaba a su fin, Esperanza Obrera, el grupo que desmontó el happening
fascista y patriotero de las banderas de plástico en la playa de la Malvarrosa,
ocupó la antigua y céntrica sede de Unicaja en València y abrió un banco de
alimentos para los miles de desahuciados que está dejando la pandemia. Qué
mejor uso para una entidad bancaria que convertirse en un banco de alimentos
para dar de comer a quien apenas tiene nada. Sin cuotas ni carnets
identitarios, sin purezas de sangre ni otras zarandajas. Solidaridad sin
etiquetas, sin exigir pedigrís racistas que tanto gustan a la extrema derecha.
Presuponíamos que “el
bicho” nos haría más humanos, más solidarios con el dolor ajeno, más empáticos.
Es posible. Pero también en cierto que la brecha de la desigualdad se ha
ahondado, que la mayoría es más pobre que ayer, y que sólo unos pocos se han aprovechado
de la situación para hacerse más ricos. La pandemia está profundizando la
fractura social. Nada nuevo. Lo cuenta José Enrique Ruíz Doménec en El día después
de las grandes epidemias, un relato en el que el historiador nos enseña
cómo actuaron la nuestra y otras sociedades ante episodios pandémicos que diezmaron
sus poblaciones. No aprendemos.
Presuponemos que cuando
todo pase, que pasará, zurciremos los rotos y descosidos que la pandemia está
dejando. Que sustituiremos el remedio temporal de los ERTE por un sistema
productivo más justo y sostenible. Que priorizaremos la solidaridad y la
amistad frente al egoísmo y la usura. Que mejoraremos nuestros sistemas
públicos de sanidad y educación. Que las residencias para la tercera edad
dejarán de ser aparcamientos de ancianos con los que seguir haciendo negocio
con la vejez. Presuponer no significa que ocurra. Para pasar de la
presuposición a la realidad hace falta voluntad, exigencia y tesón.
FACTURAS
El
año de la pandemia deja un cajón lleno de facturas sin pagar, a cuenta de unas
ayudas europeas condicionadas a planes de desarrollo sostenible. La UE ha
entendido que con austeridad es difícil construir un futuro ilusionante. De los
austeros polvos sembrados por las derechas -las europeas y las hispanas-, los
lodos que siguen asfixiando la sanidad pública y lastrando nuestro escuálido estado
del bienestar. Tener Presupuestos Generales del Estado es la primera condición
para recibir las ayudas europeas. Son fundamentales para diseñar una sociedad
más justa e igualitaria. Los nuevos PGE pusieron punto final a los presupuestos
pergeñados por Montoro & Rajoy para mayor gloria de la desigualdad y la
injusticia. Nadie presuponía que esos presupuestos de recorte y austeridad se alargarían
hasta la extenuación. ¡Feliz 2021!
URBANO GARCIA
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