Tras más de un año viéndonos arrasados por la primera
gran peste del siglo XXI, comenzamos a vislumbrar la salida del túnel. Tenemos
vacunas y un sistema sanitario digno que está lleno de buenos profesionales, a
pesar de las brutales mutilaciones de todo lo público sufridas en las últimas
décadas. No estaría mal que cuando esto pase -o antes, si es posible-, prestemos
la atención que se merece a nuestra sanidad pública, tan maltratada y minusvalorada
por tantas y tantos.
A pesar de los pesares, somos
unos privilegiados. Tendemos a olvidarlo con frecuencia. No tenemos más que
asomarnos al balcón catódico para percatarnos de cómo está el panorama en el mundo
pandémico. Hablo de India, pero también de Brasil, por poner dos ejemplos
suficientemente conocidos. La vacunación va a diferentes velocidades según
países. Incluso hay diferencias internas. La más sangrante es la de Israel,
donde la exitosa vacunación ha sido selectiva, dejando fuera de ella a los
palestinos, una parte importante de su población. Una segregación por razón inconfesable
que debería provocar la rápida intervención de las organizaciones
internacionales. El panorama pospandemia tiene múltiples paisajes.
Mientras la vacunación avanza, el SARS-Cov-2, como todo virus, muestra su capacidad mutante. Su gen egoísta le lleva a adaptarse lo mejor que puede a las circunstancias, para sobrevivir y seguir reproduciéndose colonizando seres vivos. Eso son las cepas con apellido que no han parado de surgir desde que se declaró la pandemia. Una de las últimas detectadas ha sido la cepa india, su mayor capacidad de transmisión no significa que sea más mortífera. En cierta forma, es como si la vacuna y el coronavirus disputaran una carrera a ver quien llega antes a la meta. Por eso la velocidad de vacunación es tan importante, y el debate sobre la liberación de la patente de las vacunas tan oportuno y urgente.
BRECHAS
Escribo
estas líneas al borde del acantilado. Sin conocer el resultado de las urnas
madrileñas, e ignorando cómo funcionará la gestión de la pandemia sin el eficaz
instrumento del estado de alarma.
A partir del sábado 8 de mayo, las
autonomías tienen que bregar con el virus sin salvavidas estatal. Cuando anteriormente
han tenido que hacerlo, siempre ha habido algún juez dispuesto a limitar las
competencias autonómicas, veremos qué ocurre ahora. Cada gobierno autonómico
tendrá que apechugar con sus responsabilidades. Las medidas que se tomen sobre cómo
gestionar la economía y la pandemia, serán responsabilidad única y casi
exclusiva de los ejecutivos autonómicos, y a ellos, única y casi exclusivamente,
habrá que pedir responsabilidades. Se acabó jugar con la pandemia para ganar
votos.
Una
de las peores brechas que dejará la pandemia será la económica. No nos hemos
librado del virus, y algunos espabilados ya ocupan la pole, la mejor posición
de salida para la segura recuperación. Es lo que está intentando hacer la
Banca. Quienes viven del crédito y la confianza no iban a desaprovechar la oportunidad
para remodelar su negocio. En apenas unos días, tres grandes bancos han
anunciado importantes ajustes de sus plantillas. En total, cerrarán más de 4.000
sucursales y despedirán a casi 20.000 trabajadores. CaixaBank, tras haber
fagocitado a Bankia y sin haber devuelto el dinero público prestado a ésta para
evitar su ruina, despedirá al 18% de su plantilla y cerrará una de cada cuatro
sucursales. No hay que ser un lince para adivinar que la mayor parte de este
ajuste recaerá en la antigua Bancaja/Bankia (la niña de los ojos del PP
valenciano con Zaplana y maese Camps). El BBVA se desprenderá de casi 4.000
trabajadores y cerrará el 22% de sus sucursales. Mientras que el Santander,
cerrará más de mil sucursales y despedirá a 3.500 empleados/as. La Banca
volverá a personal y sucursales similares a las de los años 70.
Casi
al mismo tiempo que las entidades hicieron público este hachazo sobre
plantillas y servicios, conocimos la nómina de algunos de sus ejecutivos. Por
ejemplo, Goirigolzarri, ahora presidente de CaixaBank, cobrará nada menos que
1,65 millones de euros, más un plus de 200 mil si el banco cumple sus objetivos.
Esta propuesta de remuneración se votará el 14 de mayo en la próxima junta de
accionistas.
MAYOS
Ya
estamos en mayo. El mes empezó con la reivindicación anual de los sindicatos de
una salida social para una crisis de la que temen ser los principales
perjudicados. Siguió con una traca final de campaña madrileña digna de un esperpento
valleinclanesco, con una castiza presidenta saltándose a la torera cualquier
normativa electoral. Luego llegó lo de la banca y sus escandalosos agravios. Aún
no hemos llegado al ecuador del mes. Sólo falta que nos digan que los dinosaurios
tenían plumas. Todo es posible.
URBANO GARCIA
Imagen: Piras funerarias en Nueva Delhi víctimas Covid-19. ADNAN ABIDI (REUTERS)
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