Se tumba una pieza en un extremo y van cayendo todas las
demás. Es como poner las fichas de dominó una detrás de otra, verticales,
separadas por la distancia justa para que cuando una caiga empuje a la
siguiente. Algo parecido ocurrió hace unos días en los dos extremos del
Mediterráneo. La primera pieza se tumbó en la costa más oriental, en Gaza, esa
estrecha franja de tierra entre el mar y un Estado cada vez más sionista y
militarizado. En Gaza se hacinan más de tres millones de palestinos gobernados
por la facción más radical del espectro político de Palestina, por Hamás. El
resto de palestinos, diseminados por Israel, la última vez que votaron lo
hicieron mayoritariamente por la OLP, la organización que Arafat lideró hasta
su muerte. Hay una lucha por la hegemonía en el seno de la Autoridad Nacional
Palestina.
Al lado de los palestinos, engulléndolos territorialmente, un Estado -Israel- autoproclamado “pueblo elegido de Yahvé”, liderado por un político sin escrúpulos -Netanyahu- cuyo quinto mandato contó con el apoyo incondicional de un Trump dispuesto a dinamitar cualquier atisbo de paz. Netanyahu, acusado de corrupción, gobierna con el apoyo de los sectores más ortodoxos del judaísmo. Estaba a punto de perder el poder a manos de una coalición alternativa, hasta que lanzó una tempestad de fuego sobre el gueto de Gaza. Excusa: acabar con la dirección de Hamás. Resultado: 300 palestinos muertos, un centenar de ellos niños, y una docena de judíos. Algunos misiles lanzados por Israel destruyeron hospitales y medios de comunicación. El edificio de 12 plantas en donde estaba la sede de la agencia Associated Press y de la TV Al Jazeera saltó por los aires. Netanyahu no quiere testigos. Antes de dejar de caer bombas sobre Gaza, volvió la tensión a la explanada de las mezquitas y a las calles de Jerusalén. David y Goliat.
CEUTA
A
5000 kilómetros de Gaza, en el extremo occidental del Mediterráneo, en Ceuta,
en la linde europea con el reino alauita, miles de marroquíes -muchos menores
de edad- cruzaron la frontera ante la pasividad de la policía de Marruecos. Mohamed
VI usó la emigración como válvula de escape a sus tensiones internas. En enero,
el hijo de Hassan II fue condecorado por Trump, que bendijo la ocupación del
Sahara a cambio del reconocimiento por Marruecos de Israel. Favor con favor se
paga.
Los marroquís están indignados por la actitud de su
monarca ante la masacre de Israel sobre Gaza. La teocracia alauita puso como excusa
a la apertura de su frontera el ingreso en un hospital de Logroño del líder del
Polisario Brahim Ghali, enfermo de Covid-19. Resultado: la mayor crisis de
Marruecos con España desde el asalto a la isla Perejil. Pero la frontera sur
española es la europea. El chantaje es a la Unión. A una UE que da millones de
euros a Marruecos por controlar sus flujos migratorios y el terrorismo
yihadista. Externalizar las fronteras no parece buena solución, tampoco
devolver niños a Marruecos sin garantías legales, como han denunciado las ONG.
CARA Y CRUZ
Pocos
días antes de que estallara la crisis humanitaria en Ceuta, el líder del PP se
reunió con representantes del gobierno de Marruecos. Mohamed VI preparaba la
caja de resonancia para el órdago que estaba a punto de montar. Casado no ha
tenido inconveniente en usar la crisis humanitaria para sus fines torticeros,
alimentando las pulsiones más infames y la mierda en donde medra el odio. No
hay comparación posible con el exquisito comportamiento de Zapatero en 2002, en
la crisis del islote Perejil.
También en la antípoda, imágenes como las de Luna,
cooperante de Cruz Roja, consolando a Abdou, un migrante senegalés que llegó a
Ceuta tras cinco años de travesía. Un bálsamo en medio de la intolerancia. Luna
ha cerrado sus cuentas en las redes sociales ante algunos comentarios más
propios de hienas que de seres humanos. Por desgracia, no siempre la empatía es
lo más visible en internet.
Israel y Marruecos, dos terrenos en los que Trump
sembró el odio con sus minas. En el primero dándole su nihil obstat para
que siguiera con su expansiva política de asentamientos judíos, esquilmando
tierras y casas a los palestinos, y abocando a la solución de un solo Estado,
Israel, con políticas de apartheid. Al segundo, reconociendo su
propiedad sobre el Sáhara, en contra de la decisión de Naciones Unidas de
convocar un referéndum de autodeterminación, a cambio de que Marruecos
estableciera relaciones diplomáticas con Israel. Ambos territorios a las
puertas de Europa. Hará falta mucha diplomacia europea para deshacer estos dos
nudos gordianos.
URBANO GARCÍA
Imagen:
La cooperante Luna consuela a Abdou tras llegar a la playa de Ceuta.
REDUAN/ EFE.
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