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jueves, 24 de junio de 2021

RUIDO Y NUECES

 

¿Qué ocurriría si una red mafiosa -pongamos calabresa, por ejemplo- se infiltrase en las instituciones del Estado y ocupase hasta el más mínimo rincón de su estructura? ¿Qué pasaría si el ministro del Interior se dedicara a montar redes mafiosas para que no se supiera nada sobre la verdadera naturaleza de su poder? ¿Qué sucedería si de forma paralela a la economía del país funcionase otra “en negro” por donde circulase el dinero de verdad? ¿Qué acontecería si el partido del gobierno pagase su sede con dinero procedente de la economía sumergida? Pues todo eso parece que ha ocurrido, y como nadie nos lo había contado hasta ahora, no nos habíamos enterado. ¿O sí?

Cosas más fuertes se están oyendo estos días en la Audiencia Nacional. Por allí está desfilando lo más granado del PP. “Me deja usted un panorama desolador”, le dijo Manuel García Castellón, juez instructor de la causa Kitchen, al policía Manuel Morocho, inspector de la UDEF. “Pues lo puedo dejar peor todavía”, respondió éste al juez. El diálogo se produjo tras hora y media de declaración. García Castellón no da crédito a los testimonios que está escuchando en la instrucción. No le falta detalle al culebrón gestado en Génova 13 a cuenta de un tesorero al que le sobran cara y agallas: un cura falso, un chofer espía, un ordenador machacado, un ex presidente desmemoriado, un Aznar enmascarado, … El caso kitchen saltó tirando del hilo de la madeja de corruptelas y cloacas del ex comisario Villarejo. ¡Vaya tela!  

Su ex jefe, el ex ministro Jorge Fernández Díaz, el que sembró el país de estatuas del ángel de la guarda, firma todos los días una columna de opinión en La Razón. Lo suyo es milagroso. Habla todos los días del mar y de los peces, de lo bien que está Madrid y de lo mal que está Barcelona, pero no ha dicho nada de las tramas montadas en su ministerio. O no las conocía, o las había montado él. No hay otra.

Fernández Díaz creó la policía patriótica para sembrar de españolismo Barcelona. El efecto que consiguió, fue el contrario. Nunca los soberanistas habían tenido tanto apoyo popular como cuando el supernumerario Fernández ejerció de ministro. Hace falta mucho ruido para tapar los escándalos del PP.

LOS INDULTOS

                El martes 22 el Consejo de ministros indultó a los condenados del “procés”. Por decreto, sin trámite parlamentario. El mismo método con que aprobaron miles de indultos anteriores gobiernos democráticos. Por cierto, el PP se lleva la palma en conceder indultos. Sólo en el año 2000, Aznar concedió 1.744 indultos. Dos años antes, en 1998, había concedido 1.582. En total, los gobiernos del PP han concedido más de 7.500 indultos. Muchos de ellos por delitos económicos, todo hay que decirlo. Pero también ha habido indultos a golpistas, como el concedido a Alfonso Armada, y a condenados por terrorismo de Estado, como a Vera y Barrionuevo. Los de ahora son indultos parciales. Indultan el decimonónico delito de sedición. Suficiente para que los 9 soberanistas salieran de la cárcel en la que estaban desde antes de que se dictara sentencia en el juicio que los condenó. Iglesia y patronal también se han pronunciado por los indultos. Y la Asamblea del Consejo de Europa, un órgano consultivo de la UE.

                A problemas políticos, soluciones políticas. Los indultos no son la solución, pero sin duda servirán para descomprimir la olla a presión de la política catalana. ¿Dónde nos llevó la judicialización del procés impulsada por el PP? Ese sí que fue un callejón sin salida, señor González.

LA AGENDA

                Seguramente la dinámica interna catalana seguirá impulsando la polémica. La hegemonía alcanzada por ERC en el campo del soberanismo aún no ha sido asimilada por sus socios. A nadie se le escapa que los indultos ampliarán la brecha que separa a los juzgados y condenados, de los exiliados. Una brecha que tendrá traducción política. Todo el mundo dice desear que la agenda de las políticas catalanas vuelva a ponerse en marcha. Veremos. Madrid necesita un contrapeso que equilibre un poco el brutal desequilibrio territorial. Hasta la España vaciada lo necesita. Y qué decir de los vecinos al sur del rio Ebro.

El eje mediterráneo lleva demasiado retraso, y no por culpa de Catalunya. No ha sido una prioridad para el Estado, ni el antiguo ni el nuevo. Y eso se nota. Tampoco ha sido prioritario cambiar la actual financiación autonómica para hacerla más justa. Eso, más o menos, es lo que se desprende de las palabras de la ministra de Hacienda, M.ª Jesús Montero. A veces, quien no arma ruido no recoge nueces.

URBANO GARCÍA

urbanogarciaperez@gmail.com

Imagen: Salida presos de el procés de la cárcel de Lledoners. Quique García. EFE.


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