Los habíamos visto en otras latitudes. En California
habían arrasado durante días enormes extensiones de terreno dejándonos la
imagen de un paisaje antesala del infierno. En 2017, fue en Portugal. Hace unas
semanas, en Grecia y Turquía. Incendios devastadores consumen con una voracidad
nunca vista inmensas masas forestales. Los científicos ambientalistas nos lo
llevan avisando desde hace tiempo. La crisis climática también es esto. Parece
un guión de una de esas películas apocalípticas que tanto gustan en Hollywood.
Aunque puestos a elegir apocalipsis, la industria cinematográfica tiene en el
Afganistán de los talibanes nuevas/viejas fuentes de inspiración. Es amarga la
verdad…
Les llaman incendios de sexta
generación, en una enumeración pirómana de la que hasta hace pocos días no
teníamos ni idea. Nuestro vocabulario se enriquece a golpe de tragedia
ambiental. Hace un par de años, por estas fechas, añadimos a nuestro bagaje
lingüístico la palabra DANA, siglas de Depresión Aislada en Niveles Altos. Lo
de “gota fría” nos sonaba más esotérico y misterioso. Dicen los meteorólogos
que el término DANA es más preciso y ajustado al fenómeno que tratamos de
describir.
“Danas”, “pirocúmulos” y hasta
“piro-cumulonimbos” han venido para quedarse. Cada vez serán más corrientes.
Con la crisis climática, los fenómenos atmosféricos extremos tienden a
producirse con mayor frecuencia. Grandes temporales alternarán con episodios de
extrema sequía, la cual alimentará, más si cabe, los grandes incendios. Y no es
que éstos formen parte del catálogo meteorológico, pero van íntimamente
asociados. Hay que añadir el factor humano del que hablaba Graham Greene,
que el novelista situaba en el ámbito de los espías y no en el de los pirómanos,
en donde yo lo sitúo.
El incendio de Sierra Bermeja, en Málaga, cerca de Ronda y Marbella, ha destapado nuestra fragilidad. Una más en la larga lista de fragilidades puestas al descubierto en lo que llevamos de siglo XXI. ¿Estamos preparados para sofocar los incendios de sexta generación? Parece que no. Dicen los expertos que este tipo de incendios -como todos- hay que apagarlos antes de que se produzcan. Dicen los expertos que el abandono de los bosques forma parte del mismo paquete que la España vaciada. Se abandonan los pueblos y se deja de considerar el bosque como una fuente de riqueza o de supervivencia. Ya no hace falta leña para la lumbre, ni pastos para el ganado, ni madera para los muebles … Y sin gente, nadie vela por el patrimonio natural. La dinámica capitalista situó el foco en un tipo de desarrollo que se ha demostrado insostenible. ¿Aún no nos hemos dado cuenta? Habrá que corregir el rumbo, piensan muchos. Tengo la impresión de que se acelera la crisis climática. Habrá un punto sin retorno, no sabemos cuándo llegará. Sobran motivos para la angustia. ¡Vayan buscando un método eficaz de relajación!, nos hará falta.
PIROCLÁSTICO
Una
palabra me lleva a la otra, como si fueran cerezas. La nube piroclástica fue lo
peor. Llegó a Pompeya antes que la lava sepultara los cadáveres. Una nube de
cenizas y fuego, densa como el tarquín y tóxica como el cianuro, inundó la
ciudad imperial. El drama es conocido. Y vamos con la metáfora. Algunos
partidos son como nubes piroclásticas, tóxicos y capaces de matar cualquier brote
de democracia. Lo vemos estos días en el enésimo aplazamiento de la renovación
del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Y ya van más de 1000 días y sus
mil noches con el mandato caducado. El PP retuerce su argumentario más allá de
lo humanamente soportable. Todo para no soltar la presa. Nos creen imbéciles. Piensan
que no sabemos que secuestran la justicia para su propio interés. Para bloquearla
por tierra, mar y aire. Para inclinar a su favor la balanza de la justicia. ¡Ay,
la Justicia!, pobre ciega que piensa que las leyes no son del color del cristal
con que las ve quien las aplica. Que los jueces elijan a los jueces. Está muy
bien, pero, ¿quién elige a los jueces? ¿Realmente son imparciales?, ¿viven al
margen de las condiciones materiales en las que viven? ¿No tienen amigos,
socios o colegas? ¡A otros músicos con esas gaitas!
ORRIOLS
Aterrizo
en este barrio de València del que sólo se habla cuando la violencia sale a la
calle. El PP reduce todo a ley y orden, como si la crisis sanitaria, económica
y moral pudiera ser embridada sólo con más policía. Eso pide la Catalá,
olvidando decir que su partido -el PP- congeló la plantilla de funcionarios, y
su alcaldesa durante 20 años -Rita- redujo el número de policías locales lo
máximo que pudo. La amnesia del PP resulta insultante. Le gustaría ser como los
pirocúmulos, caer del cielo y arrasarlo todo.
URBANO GARCÍA
Imagen: Pleno del CGPJ. DANI DUCH.
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