Uno lleva al otro. Eso dicen. Sabemos bien que no ocurre
siempre. La proximidad -el roce-, si no es libre y voluntaria, puede
convertirse en un calvario. No hay peor infierno que convivir a la fuerza con quien
te maltrata, por ejemplo. Otra enseñanza de la pandemia. Ahí están los datos
para confirmarlo.
El confinamiento obligado a causa
de la COVID ha sido, para algunas parejas, el peor de los grilletes. No todas las
cadenas son de metal. Ni todas las bridas, físicas. El franquismo hizo del
machismo una forma de sumisión. No es el único. “La mujer, la pata quebrada y
en casa”, refrán digno de talibanes, sin intención de banalizar la brutal teocracia
de la secta afgana. A veces olvidamos de dónde venimos. La dictadura dejó un
poso que ahí sigue. Y nosotras/os tenemos la suerte de habernos podido cepillar
la casposa herencia franquista. Otras/os siguen arrastrando pesadas losas. La
semana pasada, en las páginas de la Turia, hablaba de ello -del machismo
talibán- la colega Anna Enguix. Poco más puedo añadir.
DIFERENCIAS
También
hay roce y cariño en política. Más si se gobierna en coalición. En mi opinión,
siempre es mejor gobernar en compañía. Amplía la base de representación y
favorece el debate dentro del gobierno. De monolitismos dogmáticos hemos tenido
bastante, al menos yo. Es verdad que, a veces, une más la necesidad que el cariño.
¡Qué le vamos a hacer! En política, como en la vida, hay pegamentos para todo.
Las diferentes izquierdas, tras años
de desencuentros, parece que por fin han dado con el adhesivo que más les une. Su
programa para gobernar es su máximo común divisor. Lo mucho en lo que están de
acuerdo. Fuera de eso, toca esforzarse para afinar la sintonía. Cuando hablamos
de gobierno de coalición, hablamos de diferentes proyectos políticos,
diferentes espacios electorales, diferentes historias y liderazgos… Los gobiernos
de coalición garantizan el debate y la confrontación de ideas. De esa
dialéctica surge el programa para gobernar. Otra cosa es que haya interesados
en tergiversar el debate, amplificando el ruido, para que no oigamos las
propuestas. Tendremos que acostumbrarnos. El tiempo de las mayorías absolutas
parece acabado, también para las derechas, mal que les pese a los nostálgicos
del franquismo.
Tanto el gobierno central como el
valenciano son fruto de coaliciones de izquierdas y progresistas. Y dentro de ambos
se visualizan últimamente algunas discrepancias. En el caso de la Moncloa, una
de las más sangrantes es la tarifa eléctrica. Ni el PSOE ni, mucho menos,
Unidas Podemos pueden permitirse el lujo de que las empresas eléctricas tengan,
en medio de la pandemia, sus máximos beneficios económicos. ¡Es indecente! No
sé si pedir empatía es lo más apropiado. El pasado agosto hicieron su agosto
las empresas del oligopolio, triplicando el precio del KW/hora de hace un año. Ante
ese panorama, es lógico que haya discrepancias y debate. Como los hay a la hora
de fijar cuánto y cuándo subir el Salario Mínimo.
EURODEBATE
También
en las coaliciones que gobiernan Generalitat y Ayuntamiento hay debate interno.
Son pocos temas -todo hay que decirlo- pero de calado. Al margen de la financiación
autonómica, tal vez el más polémico sea la ampliación norte del puerto de
València, un proyecto heredado de la etapa despilfarradora del PP, con Rita (RIP),
Camps y Zaplana hipotecándonos presente y futuro de forma pluscuamperfecta. Las
deudas que nos dejaron -no sólo económicas- nos lastrarán aún por mucho tiempo.
Miércoles 1 de septiembre, el
Comité de Peticiones del Parlamento Europeo, a solicitud de un ciudadano,
debatió sobre la conveniencia de que la UE pida una nueva Declaración de
Impacto Ambiental (DIA), para seguir financiando la ampliación, dados los
cambios del proyecto y el tiempo transcurrido desde la anterior. En 2006 no
teníamos la percepción actual. Para algunos, la crisis climática y la sanitaria
no eran urgentes emergencias a las que atender. Tres lustros después, vemos las
cosas de otra manera. Las crisis que atraviesa el capitalismo -no me atrevo a
decir que terminales-, nos plantean importantes retos. Uno de ellos es saber cómo
luchamos mejor contra la crisis climática. La Consellera, Mireia Mollà, defendió una
nueva DIA, también Urtasun, Pineda (UP) y Auken (Verdes). Rodríguez Piñero (PSOE),
coincidió con el PP, y con Aurelio Martínez, presidente de la Autoridad
Portuaria de Valencia, Sagunt y Gandía: todo está perfecto y no hace falta
ninguna otra evaluación ambiental. La presidenta de la sesión, Dolors
Montserrat (PP), zanjó el debate tras ver que PP y PSOE estaban de acuerdo con
la Autoridad Portuaria en seguir adelante con un proyecto caro, insostenible, contaminante,
que apenas creará empleo y que pondrá en peligro nuestro ecosistema, incluida
la Albufera. ¿Roce o cariño? ¿Qué dicen los socialistas valencianos?
URBANO GARCÍA
Imagen: Vista aérea del Puerto de València/ eldiario.es
Muy buen artículo. Gracias
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