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martes, 4 de enero de 2022

2021+1

 

Todos los años tienen sus aniversarios. En el recién acabado 2021 se cumplió un siglo del nacimiento de Luis García-Berlanga. Una parte de las celebraciones berlanguianas se aplazaron por la mutante pandemia que nos acogota. No hay mal que por bien no venga. Así que València cerrará el año Berlanga acogiendo en febrero de 2022 parte de la gala de la 36 edición de los Premios Goya. Desde la Academia del Cine garantizan que habrá sorpresas. Estaremos atentos a las pantallas. Como aperitivo, Miguel Ángel Villena nos sirvió una muy completa biografía del cineasta, para ir abriendo boca.

Con la que está cayendo, echamos de menos el humor del tándem Berlanga-Azcona. Sobran argumentos para hacer una nueva escopeta nacional. No hay más que imaginar la Nochevieja del emérito en compañía de un traficante de armas, y unos camellos ambientando la escena. Su hijo, y la Casa de su hijo que es su propia casa, no saben dónde ubicar el incómodo jarrón chino en que se ha convertido el patriarca de la dinastía. Cuantos más capítulos judiciales se cierran, más se extiende la sospecha sobre el comportamiento del Borbón instaurado por Franco. ¡Desagradecidos! Hay que serlo para no reconocer los méritos del emérito en el tránsito de la dictadura a la democracia. Ha llovido tanto y la memoria es tan frágil, que los recuerdos se han perdido como lágrimas en la lluvia, que diría un aprendiz de ciborg.   

NUCLEARS, FORA!

                Casi nos atragantamos con las uvas de Nochevieja. Mientras gozábamos de un fin de año de invierno primaveral, y nos daba la risa nerviosa al ver cómo los terrícolas asistían, entre incrédulos y negacionistas, a la extinción del planeta -geniales Meryl Streep y Leonardo DiCaprio en No mires arriba-, la Unión Europea propone etiquetar como energía verde la nuclear y el gas, como si la primera no dejase residuos nucleares activos durante miles de años y la segunda no fuese un combustible fósil. Francia pro nuclear y Alemania gasista marcan la agenda europea. Y ¿España? Aquí la ministra propuso para ambas energías la etiqueta verde-sepia. El etiquetaje repercute en las ayudas europeas. Y de ese manantial también quieren beber las grandes empresas eléctricas. No están siendo fáciles los primeros pasos de la transición energética, lo estamos viendo. Como toda transición está llena de vaivenes y claroscuros. 

ANIVERSARIOS         

Este año, Joan Fuster cumpliría cien. Hace un siglo del nacimiento del intelectual de Sueca. Sesenta años desde que publicó Nosaltres, els valencians. Cuarenta del Estatut d’Autonomia. ¡Cómo pasa el tiempo! Antoni Furió ha seleccionado la correspondencia de Fuster y ahora el Levante publica las cartas por entregas dominicales. Seguro que desmontarán algún mito sobre uno de los intelectuales más activos del nuevo valencianismo político. Fuster fue ensalzado y vilipendiado, idealizado y demonizado, sacralizado y excomulgado … y, seguramente, ambos extremos fueron erróneos.

Fuster nunca militó en ningún partido, aunque muchos partidos lo consideraron su brújula. Siempre se dijo que lo peor de Fuster fueron sus seguidores. Amplificaron aciertos y errores hasta hacer irreconocibles muchos de sus pensamientos. Nadie como él concitó tanta inquina de los sectores más reaccionarios de la sociedad valenciana. Entonces el odio estaba en el puesto de mando. El franquismo usó la burla y la mofa para atacar a los intelectuales. Fuster tuvo el dudoso privilegio de ver su figura de cartón piedra arder en la plaza pública, a modo de auto inquisitorial. Acababa de publicar el Nosaltres, pero el libro que más escandalizó a la caverna fue El País Valenciano, escrito en castellano, y donde desmontaba la imagen de arcadia feliz -tierra de las flores, de la luz y del color- con que la dictadura maquilló la realidad valenciana. Parte del mundo fallero, instigado por el Ayuntamiento del falangista Rincón de Arellano, ideó la hoguera ceremonial. ¡Viva la muerte!

En 1982, las Cortes -Congreso y Senado- dieron carpetazo al accidentado proceso constituyente autonómico valenciano. ¡Ja tenim Estatut! El acuerdo estatutario se cerró en los despachos, en donde se estuvo negociando tras el refrendo de la Constitución. Sin debate público, sin consulta a la ciudadanía, con el ruido y la violencia de la extrema derecha marcando la agenda. Con un Emilio Attard actuando de manifasser y bombero, apagando los fuegos blaveros que él ayudó a encender e inventándose nombres para llamar al País. A partir de cierto momento, todo el proceso en pro de l’Estatut se convirtió en un despropósito, en la lucha por la supervivencia de una UCD en extinción. ¡Felices aniversarios!  

URBANO GARCÍA

urbanogarciaperez@gmail.com

Imagen: Joan Fuster y Vicent Andrés Estellés en la Societat Borrianenca de Cultura. SBC.


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