El ministro de Consumo, Alberto
Garzón, hizo unas declaraciones, publicadas el 26 de diciembre en The Guardian, en defensa de la
ganadería sostenible, tradicional, familiar, de pequeñas y medianas granjas, extensiva,
frente a las macrogranjas, de producción intensiva. Una semana después, las
derechas -y algún socialista de pacotilla- se lanzaron al degüello acusando al
miembro del gobierno de coalición y líder de Izquierda Unida de traidor a la
patria. ¡Ay, señor! Líbranos de los defensores de la patria. De quienes dicen
defenderla y acusan de antipatriotas a los que no opinan como ellos.
Pues sí, resulta que tiene
razón el ministro, las macrogranjas son bombas nucleares biológicas, arrasan
las tierras en las que se instalan, acaban con los recursos naturales,
contaminan mucho, producen más cantidad de menor calidad y venden más barato,
arruinan la ganadería tradicional. Todo eso son las macrogranjas. ¿Es el modelo
que defiende el PP? Si es así, dígalo claro señor Casado, señor Mazón, señora
Catalá. Díganselo a esos ganaderos que protestan contra la instalación de
macrogranjas en su pueblo, en su autonomía, porque acaban con las granjas familiares.
Digan que están contra la Agenda 2030.
Las macrogranjas son grandes empresas de producción de carne animal de forma industrializada, automatizada, con muchos animales y poca mano de obra. Cotizan en Bolsa y en sus Consejos de administración se sientan desde fondos capital riesgo a entidades financieras. Es la ganadería del nuevo capitalismo financiero, cuyos productos inundan el mercado low cost y los frigoríficos de las economías menos pudientes que compran chopped en lugar de chuletón de Ávila, por ejemplo.
EL MARCO
También
en el consumo cárnico hay diferencias sociales. Ocultar esa realidad es el gran
éxito de la batalla cultural emprendida por las derechas. Tiene mérito hacer
creer a quienes comen chopped que comen solomillo de cerdo de pata negra criado con
bellota de la dehesa extremeña. Hay que tener cara dura para vender esa moto
gripada. No hay nada como unas elecciones en el horizonte para sacar la máquina
de fake news a ver si alguna cuela.
¡Y vamos si han colado! Las elecciones en Castilla-León bien valen una misa en
la catedral de Burgos, piensan los hacedores de encuestas. Al PP no le salen
los números, pero da igual. Lo importante es cambiar de socio a mitad de la
carrera -neofranquistas por postliberales-, y abrir un ciclo electoral que
barruntan favorable. Ya veremos en qué queda tanto purín en medio de la
pandemia. Por lo pronto, el supuesto ataque a nuestra ganadería ha movilizado a
algunos ganaderos que como actores de una charlotada se creen maestros de lidia
por actuar en una plaza de toros.
Desde
que el lingüista Lakoff puso de moda eso de los marcos, es lo primero que buscamos.
¿En qué marco colocamos los ataques a Garzón? Yo los situaría en el mismo saco que
“el virus SARS-Cov-2 no existe”, “la vacuna no sirve para nada” o “nadie ha
llegado a la Luna”. Allí colocaría las palabras que dicen que dijo el ministro y
que nunca salieron de su boca. Claro que nos hacen dudar cuando todos dicen que
dijo lo que nunca fue dicho. En eso andan algunos medios de comunicación, haciendo
de altavoz de falacias y mentiras, en lugar de contribuir a la inteligencia del
lector, desmontándolas. Así nos va.
El periodista Antonio
Maestre ha indagado para saber quién está detrás de las macrogranjas. Por lo
pronto ha descubierto a una de las grandes fortunas de España, al heredero de Fuertes
Fernández, fundador de embutidos El Pozo, que es titular de CEFUSA, empresa que
cría 651 mil cochinos en algunas de las macrogranjas que hay en nuestro país.
Por el olor de los purines se llega al cerdo.
Cuatro autonomías prohíben o limitan la construcción de granjas de cría intensiva de ganado: Castilla-La Mancha, Aragón, Cataluña y Navarra. Por contra, Castilla-León ha aligerado la normativa para estas instalaciones. Tal vez sea la propuesta del PP a la Castilla vaciada: llenarla de macrogranjas. La Unión Europea está en contra de estas explotaciones ganaderas, y ha multado a España por no limitar la contaminación de los acuíferos que estas granjas producen. Y no olvidemos la agenda verde europea.
EL RELATO
Tan importante como el marco es
construir un relato que parezca creíble, aunque no lo sea. No importa si hay
que recortar la verdad para encajarla en una caja de cerillas. Eso hace el PP, llevar
hasta el límite de su fantasía los casos de menores que han sufrido algún tipo
de abuso -sexual, generalmente- en centros de acogida de autonomías no
gobernadas por la derecha, mientras pone sordina a la red de prostitución de
menores descubierta en los centros de acogida de Madrid. Huelen mejor los
purines.
URBANO GARCÍA
Imagen: Macrogranja porcina.
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