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lunes, 28 de junio de 2010

CIUDADES


El siglo XXI será el siglo de las ciudades. Al menos eso dicen los especialistas. Parece que viviremos una nueva Edad Media. En lo urbano, claro. En los últimos años, los flujos migratorios del campo a la ciudad se han intensificado. No tanto en los países muy desarrollados -en donde la tendencia de la gente con más recursos es irse a vivir fuera de la ciudad-, como en los que están en acelerado proceso de despegue económico, que además son los más poblados.

Y pienso en China, India o Brasil. Geógrafos de prestigio como Joan Romero llevan años estudiando los nuevos mapas demográficos del planeta y respaldan esta tesis. La verdad es que apenas hay voces en contra. La población mundial se sigue concentrando en las zonas litorales y en las orillas de grandes ríos, mientras el resto se vacía. En este sentido no han cambiado mucho los hábitos poblacionales de la humanidad.
El País Valenciano es un buen ejemplo. Aquí, a falta de caudalosas corrientes de agua, la población satura la costa y abandona el interior del país. Nuestro litoral está colmatado. Tanto que, en las fotos nocturnas desde el espacio, las luces del eje mediterráneo dibujan una gran conurbación articulada por la autopista que la recorre.

EL CHALÉ

Con el auge del ladrillo comenzaron a surgir como setas grandes urbanizaciones en todos los rincones del país. Los Planes de Actuación Integrada, los famosos PAI, amenazaron los equilibrios demográficos alcanzados en muchas localidades tras siglos de historia. Un pequeño y bucólico pueblo de apenas unos pocos centenares de habitantes –llamémosle X- se convertía, de la noche a la mañana y gracias a un espabilado promotor, en una ciudad necesitada de todo tipo de servicios que sobrepasaban la limitada capacidad de su enjuto ayuntamiento. Así creció la deuda municipal. Claro que tamaña transformación tendría su recompensa en el incremento de la recaudación, pensaron. El cuento de la lechera. Ahora, casas vacías y grúas paradas dibujan el skyline de la crisis.
Las arcas consistoriales están exhaustas. Y lo peor es que el gobierno valenciano no hace nada por paliarlo. La descentralización se paró en la autonomía, a los pueblos aún no ha llegado el maná. Camps y su cohorte dilapidan el erario y dejan al poder local a dos velas. ¡Para eso están las Diputaciones!, dicen. Pero es que las diputaciones tampoco cumplen con su obligación. Ahí está Rus, el del insulto fácil y el chiste grueso, como botón de muestra.

A pesar de la crisis, algunos persisten en el error. Otro geógrafo, Eugenio Burriel, ha denunciado que 94 municipios valencianos proyectan construir casi 900 mil nuevas viviendas gracias a sus Planes Generales de Ordenación Urbana. ¿Hay demanda para tanta oferta? Parece que no, pero da lo mismo. El caso es poner la zanahoria delante del burro para que ande. Un disparate. Muchas de estas construcciones se levantan en zonas -antes rurales, ahora urbanizadas- compartidas por varios municipios. Lo lógico sería que un marco supramunicipal las amparase. Pero al gobierno valenciano le falta fuelle, ahogado por las apreturas de la correa Gürtel, valga la redundancia. Todo se confía a la rezagada Ley de Régimen Local.

LA NOTA

En eso sale el marido de la política valenciana más rica (digo de Consuelo Císcar, según informaciones publicadas) y manda fusionarse a los pueblos pequeños. Manu militari, como en la Albania de su otrora amado líder, Enver Hoxha. Y se armó. Tanto que Blasco tuvo que recular. Si se quiere ahorrar en los municipios, hay que mancomunar servicios y administraciones, descentralizar competencias y recursos, informatizar la gestión, eliminar diputaciones inútiles, reducir gastos en todos los ámbitos de la política autonómica y local. Recortar de verdad algunas abultadas nóminas y listas de asesores,… Todo menos dar ricino a los pueblos, mientras el Consell sigue desayunando con caviar.

Las bandas de música, una de nuestras señas de identidad, han visto reducida su financiación por parte de la Generalitat. También los actores de doblaje no cobran desde hace meses. Mientras, el Consell lleva gastados más de 200 millones de euros en las carreras de Fórmula 1. ¡Viva el ahorro!

URBANO GARCÍA
urbanogarciaperez@gmail.com

Imágenes:
1. Metropolis de Fritz Lang
2. Blade Runner de Ridley Scott
3. Gente en un pozo de la India. Amit Dave/Reuters
4. Contaminación lumínica en España. De la web www.felopdesignled.com/blog/wp-content/upload...
5. Bosque de Grúas
6. Proyecto urbanización
7. Forges
8. Banda de Música en las Fallas de Valencia

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