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miércoles, 15 de junio de 2011

EL PEPINO NACIONAL

La crisis creada por el brote de la bacteria Escherichia coli (E.coli para los amigos) en Hamburgo es un dramático botón de muestra del estado actual de Europa. Nada más fallecer en Alemania los primeros contagiados por la bacteria, la máxima autoridad sanitaria de la ciudad germana, la demócrata cristiana Cornelia Prufer-Storcks, señaló al pepino español como el causante de la epidemia. De ella a la reina, digo Ángela Merkel, todos los dirigentes de su partido hicieron lo mismo y señalaron al que consideraban culpable, el pepino español. Así se crea el pánico. Nada que el cine expresionista alemán no hubiera ya tratado. Estos poderosos mandatarios de la Europa de los mercaderes no cayeron en la cuenta de que los ámbitos de distribución del pepino eran mucho más amplios, y que el contagio se limitaba a Hamburgo. El mal ya está hecho. Una ruina para la producción del pepino y para un sector –el agrícola- estratégico en la economía exportadora española. Conforme avanzaba la investigación, se descartó el pepino, y los brotes de soja, y…, pero la responsable sanitaria de Hamburgo no abandonó su tesis: el pepino español seguía siendo culpable. ¿Quién pagará la factura de tamaño despropósito? Mientras, las instituciones europeas permanecían en silencio, en una muestra más de su total inoperancia.

SHOCK
                El pánico nos hace esclavos. Lo cuenta la película La doctrina del shock, basada en el libro homónimo de Naomi Klein, aún no estrenada en Valencia. Un buen complemento a la indispensable Inside job para entender mejor el mundo en crisis en que nos han metido. Seguro que don Mariano ya las ha visto, y ha tomado buena nota para el programa real del PP. De Cospedal es su mejor alumna. Aún no ha sido coronada Dulcinea y ya está lanzando a los cuatro vientos manchegos que los que releva son unos chorizos. Como si la chacinería fuera ajena al PP. Excusatio non petita, accusatio manifesta. Se escuda de antemano en culpar a los demás de sus fechorías venideras. Piensa que así será más llevadera la siega del bienestar que prepara. Todas las noches, en Génova –en la sede del PP- afila su guadaña a la luz de las farolas de Aguirre y Gallardón. Dice don Mariano que ZP debería hablar a “calzón quitado” con las autonomías sobre su estado económico. Como si su amigo Camps, nuestro molt honorable, fuera un ejemplo de ahorro y transparencia. Hace unos días, a solicitud de Compromís, el TSJ valenciano condenó al Consell de Camps a hacer públicos los cientos de contratos firmados por su gobierno con la red Gürtel. Una documentación que, a fecha de hoy, Camps sigue ocultando al control de la ciudadanía.  

Dice De Cospedal que Barreda deja las arcas exhaustas y que no hay ni para pagar a los funcionarios. Es que esta pluriempleada mujer no lee los periódicos. Es que esta bienpagá mujer no sabe lo que hacen los conmilitones de su partido en esta santa comunidad tantos años expoliada por ellos. Es que esta nueva Dulcinea habita la ínsula Barataria o vive en Babia. Con el déficit que arrastra la radio televisión autonómica valenciana sería suficiente para enjugar toda la deuda manchega. ¡Dígaselo don Mariano! Dígaselo de una vez si de verdad quiere aliviarle a su pupila esa desazón.

AUDITORIAS
                Aunque don Mariano ha descubierto que el PP es corresponsable de la situación económica de nuestro país, prefiere ignorarlo. El PP es cómplice de nuestra falta de crédito ante los insaciables mercados. Más si cabe tras el 22M. A don Mariano le parecen insuficientes los controles financieros que hay. Y pide auditorías. A los demás, ¡claro! No las pide para su amigo Camps, a ese que ni lo toquen. Y eso que Camps encabeza la lista de morosos. Los proveedores de la Generalitat hace tiempo que se plantaron. Nuestro déficit económico –no hablo del democrático-, o sea la deuda acumulada durante meses, incluso años, es el más alto de todo el estado. También la destrucción de empleo. El tejido industrial está hecho unos zorros. El fracaso escolar se ha disparado. Y los servicios públicos esenciales –sanidad y educación- son privatizados a toda máquina. La banca y la jerarquía eclesiástica han hecho de las instituciones valencianas su cortijo. Y entre la Gürtel, el Brugal y Fabra no hay rincón de esta sufrida tierra que no haya sido saqueado. ¿Auditorías? Sí, ¡ya! Que empiecen por el Palau de la Generalitat.

URBANO GARCÍA

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