¿El castigo al PSPV ha sido excesivo? Tal vez. A los valencianos nos cuesta votar en clave autonómica, siempre lo hacemos mirando a Madrid (punto geográfico con el que por desgracia seguimos identificando todo el poder político). La crisis económica y las recetas para salir de ella han mantenido el foco sobre el gobierno de España. La pinza de los mercados y la derecha acosan a la socialdemocracia.
¿Somos indulgentes con los corruptos? La verdad es que somos demasiado tolerantes con algunos pecados. Los guardianes de la fe, siempre tan inquisidores con el pecado ajeno, no dudan en poner bajo palio a sus grandes pecadores. El electorado conservador es lento en reaccionar contra las corrupciones propias. Y se justifica diciendo: “todos hacen lo mismo” o “yo también lo haría si pudiera”.
¿Ha sido un éxito absoluto del PP? Sí, pero sólo si nos atenemos al número de diputados y concejales obtenidos. Si miramos los electores, veremos que el PP valenciano tocó techo y comienza su declive. El PP ha perdido votos en el país y en la capital respecto a la última cita autonómica. Una tendencia que crecerá a medida que avancen las causas judiciales que penden sobre Camps y la cúpula dirigente del PP valenciano. El votante de derechas empezará a percibir que ha sido engañado por los suyos. Que le han tomado el pelo los políticos en los que más confiaba. Siempre es duro caerse del caballo, ya le ocurrió a Pablo, antes Saulo. Como mínimo, dolor de cabeza y posiblemente algún trauma.
¿Dónde han ido los votos perdidos por el PSPV? Lo fácil es pensar que a Compromís y a Esquerra Unida. Habría que preguntarse dónde hubieran ido si estas formaciones no hubieran sido capaces de atraer una parte del desencantado voto de izquierdas. Los valencianos hemos tenido la suerte de poder elegir entre varias opciones. A pesar de eso, ha habido mucho voto en blanco. Un índice de malestar. ¿Y los votos a Rosa Díez, al jacobino UPyD?, ¿de dónde han salido?
¿Por qué las encuestas no predijeron el éxito de Comprimís? Porque estaban mal hechas. Un error de diseño difícil de tolerar, ya que afecta al estado de opinión y a la libre decisión del voto.
¿Han tocado techo Compromís y Esquerra Unida gracias a las crisis, la económica y la socialista? Puede. Esquerra Unida ha crecido en número de votos, pero no ha logrado hacerse, ni mucho menos, con todo el electorado perdido por el PSPV. Compromís suma diferentes tradiciones políticas: la nacionalista del Bloc, la de izquierdas de Iniciativa del Poble Valencià y la ecologista. Una fusión que abre un nuevo espacio a la izquierda del PSPV, y cuyo futuro depende en gran medida de su capacidad de conectar con quienes buscan insuflar nuevos bríos a nuestra deteriorada democracia. Pero Compromís carece de un paraguas estatal, fundamental –como se ha visto en estas elecciones- para tener una cierta visibilidad, ya que la que aporta Canal 9 es nula, más bien es una mordaza para la democracia.
PLAZAS
Mientras en las plazas del 15M se discutía sobre cómo mejorar la calidad de nuestra democracia, en las urnas del 22M se consolidaba el partido que quiere recortarla. Se acaba el bipartidismo y vuelve el partido único. Para reflexionar. “No se puede permitir que (los ciudadanos) invadan las plazas públicas”, dice Juan Cotino, vicepresidente en funciones del Consell, y miembro del Opus Dei. Mientras una nueva generación de votantes se suma de forma entusiasta al debate político –no es otra cosa lo que se hace en las plazas del 15M- hay viejos políticos que sólo entienden la política de la poltrona y el favor a la jerarquía eclesiástica. Las plazas del 15M son foros -ágoras al modo de la Grecia clásica globalizadas por las nuevas tecnologías de la comunicación- en los que se descubre el placer de hablar de lo que preocupa a la gente, de organizarse, de votar,… Parecerá infantil, pero así nació la democracia, la que hay que construir día a día, la que hay que cuidar con mimo para que los corruptos no la perviertan. A tomar nota.
URBANO GARCÍA
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