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viernes, 9 de marzo de 2012

LA FIESTA



¡Ya está aquí! ¡Ya han llegado las Fallas! Con la cadencia anual que marca el calendario, la fiesta de las fallas con toda su parafernalia vuelve a ocupar las calles de Valencia y de muchas otras localidades de nuestro país. El atrezo está servido. A pesar de la que está cayendo, aflora la ilusión en falleras y falleros que salen durante unos días de su anonimato, sintiéndose protagonistas de una festiva catarsis colectiva. Y afloran los tópicos. El fuego regenerador. El olor a pólvora. El ingenio y la gracia… Y emerge la fiesta en todo su esplendor. El incremento exponencial del siempre excesivo nivel de ruido, la ocupación peatonal del espacio urbano normalmente reservado a los vehículos, los pasacalles, las bunyoleries con sus aceites requemados y sus felizmente recuperados bunyols de carabassa, las bandas de música poniendo la buena nota, los efímeros monumentos de cartón piedra en medio de las plazas, los castillos de fuegos artificiales, las mascletaes,… ¡Ah, les mascletaes! Y presidiéndolas desde el balcón consistorial las falleras mayores y menores, junto a las autoridades, invitados, cronistas del festejo, y tutti quanti tenga plaza en ese espacio reservado. El balcón municipal convertido en tribuna, en púlpito, en escaparate, en plataforma para sutiles, o no tanto, manipulaciones políticas,…El balcón como metáfora.

TRADICIÓN
                Es la tradición, se dice. En todo caso una tradición reciente. La del balcón, digo. La otra, la de la fiesta popular, hunde sus raíces en las saturnales y otras fiestas romanas, carnaval tardío y pórtico primaveral. La tradición agrícola marca los ciclos festivos, como nos ilustra Alfons Llorens, cuyo último libro, El sant del dia, recorre un santoral que va más allá del nombre de los santos a los que la jerarquía eclesiástica ha consagrado los días del calendario. Algunos elementos falleros que atribuimos a la tradición son imposturas recientes. Otros -tal vez los más subversivos- han sido desechados o vaciados de contenido por el poder establecido. La cercanía y el parentesco de las Fallas con Carnestoltes es más que evidente. Ambas fiestas tienen la sátira y la crítica al poder como elemento esencial. Por eso, una -la menos manejable-, la prohibió Franco, la otra la intentó domeñar. Y la domeñó, ¡vamos si la domeñó! Los pasacalles se convirtieron en desfiles casi militares. Las bandas de música, en cornetas y tambores. Los trajes de los falleros, en negras corazas. Y los de las falleras, en vestimentas kitsch de una indumentaria barroca que nunca existió. Se vació de significado a la fiesta y se le añadieron símbolos religiosos para desnaturalizarla. Cualquier pasado mordaz y crítico fue sustituido por el chiste procaz y la sal gruesa.

CULTURA
                ¿Qué es la cultura popular?, se preguntan Justo Serna y Anaclet Pons en el título de su recopilación de textos de Antonio Gramsci. ¿Las fallas podrían ser consideradas cultura popular? Parece que sí. Una cultura popular como debe ser, contradictoria y sometida a las imposiciones del poder hegemónico. La derecha valenciana politizó las fallas hasta extremos insultantes, como hizo con los símbolos y con la lengua propia de los valencianos. De la fiesta, como de todo, nos dejó con la carcasa.
                Este año, las mascletaes están siendo acompañadas de un calendario de protestas. Hay motivos para la indignación y ésta se manifiesta bajo el balcón consistorial. Y Rita monta en cólera. La protesta invade el que considera su terreno exclusivo. La derecha nativa y sus altavoces mediáticos hacen de coro. ¿Quién hace llorar a la fallera? Se preguntaron el diario decano y el concejal de fiestas. Para acto seguido señalar enemigos a exterminar, entre ellos a Compromís. Y la cohorte fallera se puso a la faena. ¿Quién politiza el mundo fallero? Corta memoria. ¿Olvida Rita el órdago que las huestes del PP montaron a Mª Teresa Fernández de la Vega en ese mismo escenario? ¿Olvida Rita que Unión Valenciana se fundó en un casal fallero? ¿Olvida Rita que es ella la que designa al concejal que preside la Junta Central Fallera?
-Es tradición - le dijo la alcaldesa sonriendo a la entonces vicepresidenta del gobierno.    
Pues eso, será la tradición de la fiesta fallera. ¡Viva la tradición de la crítica y el sarcasmo! 
             
URBANO GARCÍA
urbanogarciaperez@gmail.com

FOTOS: Urbano García

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