http://youtu.be/Gw79zZ5mEv8
En el Parlamento Europeo actúan más de 3000 lobbies sin apenas control. Son un poder en la sombra. Nadie sabe qué hacen, a quién seducen con sus propuestas o a quién compran con sus dádivas. Muchas de las decisiones que salen de la cámara europea han estado condicionadas, asesoradas y hasta pagadas por grandes grupos industriales y financieros. Pocas decisiones trascendentes escapan a su influencia. Acabar con esa opacidad es una de las tareas que tendrán los nuevos eurodiputados que salgan de las urnas el 25 de mayo. El tema no es baladí. Ahí están como prueba la tolerancia respecto al fracking o las negociaciones de una alianza trasatlántica que nos convertirá en poco más que una colonia para algunos productos procedentes de Estados Unidos.
En el Parlamento Europeo actúan más de 3000 lobbies sin apenas control. Son un poder en la sombra. Nadie sabe qué hacen, a quién seducen con sus propuestas o a quién compran con sus dádivas. Muchas de las decisiones que salen de la cámara europea han estado condicionadas, asesoradas y hasta pagadas por grandes grupos industriales y financieros. Pocas decisiones trascendentes escapan a su influencia. Acabar con esa opacidad es una de las tareas que tendrán los nuevos eurodiputados que salgan de las urnas el 25 de mayo. El tema no es baladí. Ahí están como prueba la tolerancia respecto al fracking o las negociaciones de una alianza trasatlántica que nos convertirá en poco más que una colonia para algunos productos procedentes de Estados Unidos.
BIPARTIDISMO
Mucho nos jugamos el próximo 25. Los Estados de la
Unión han ido perdiendo competencias y estas han sido asumidas por unos entes percibidos
por la ciudadanía como lejanos, poco democráticos y nada transparentes (hablo
de la Comisión, de la Presidencia y del Banco Central Europeo). Hasta ahora, el
Parlamento tan solo ha sido un pequeño peaje democrático impotente para modificar
las grandes líneas marcadas por los poderes financieros e industriales de la
Unión, verdaderos amos de Europa y de su destino. Eso tiene que cambiar. Las
próximas elecciones legitimarán un parlamento europeo con más competencias.
Entre ellas, la elección del Presidente de la Comisión, lo más parecido a un
poder ejecutivo. Aquí se la juega el bipartidismo europeo. Juncker, por el PPE,
y Schultz, por el Partido Socialista, aspiran a presidir la Unión. Si ninguno
de los dos obtiene una mayoría suficiente, no se descarta una gran coalición,
al modo alemán. A fin de cuentas, ambas formaciones coinciden en lo
fundamental. Se vio en España con la reforma exprés de la Constitución. La reforma
en 2011, con nocturnidad, alevosía y sin debate, del artículo 135, para garantizar
que los bancos estén por delante de las personas, es un mal precedente. A eso pareció
referirse Felipe González la otra noche en La Sexta. “Si el país lo necesita”, precisó.
MÓNICA
En estos tiempos en que la información vuela, hay
que ser torpes para pensar que lo que ocurra en el escenario público no será
conocido por la ciudadanía. El PP ha intentado por todos los medios sumir a la
sociedad valenciana en una especie de catalepsia acrítica. Llevarnos a un
estado vegetativo que nos incapacitara para reaccionar ante sus desmanes. Le
molesta la información. Por eso le pone mordaza o la prefiere antes muerta que
libre, de ahí el cerrojazo de RTVV.
Cotino, perejil rancio en todas las salsas en las
que florece la salmonella de la corrupción, expulsó del Ple de les Corts a Mónica Oltra, en medio de una trifulca a la que
no eran ajenos diputados y diputadas del PP. Ocurrió el pasado 8 de mayo, pocas
horas antes del inicio de la campaña para elegir el Parlamento Europeo. Cotino
volvió a demostrar que lo suyo son los caquis.
Todo empezó cuando desde los escaños de la
oposición se fueron desgranando algunos de los feos asuntos protagonizados por
el PP de aquí. En su afán por convertir la cámara autonómica en su cortijo,
desde la bancada del PP comenzaron a lanzar insultos, infamias y otras lindezas
contra la oposición. Cerca de Mónica Oltra, una Rita Beefeater, como es conocida en ciertos ambientes, fuera de si, exclamando
con ese tono y ese timbre tan característicos de ella, juraba en arameo que
nunca había subido en un Ferrari. Como si fuéramos ciegos, además de mudos y
sordos. Como si no hubiéramos visto su foto junto a Camps, montada en uno de
esos bólidos, durante aquellos días de vino y rosas que tan caros nos están
costando. Pero Cotino sólo tenía ojos para Mónica Oltra, la diputada de Compromís que cuestiona su legitimidad.
No la de las urnas, pero sí como Presidente de una Cámara cuajada de imputados
y de la que hace tiempo que el PP eliminó cualquier atisbo de respeto a la democracia.
Las numerosas condenas por prácticas antidemocráticas así lo atestiguan.
NOTA: Alfonso Grau, mano
derecha de Rita Barberá en el Consistorio valenciano, ha sido imputado por el
caso Urdangarín/ Nóos/ Valencia Summit. ¿Actuó Grau por su cuenta, sin saberlo
su jefa? No creo, digo yo.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com
Foto: eldiario.es
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