A pocos días de que
València se colmate con miles de visitantes, continúa la agenda judicial de la
corrupción del PP ocupando portadas en los informativos. El miércoles 7, maese
Camps acudió a la Audiencia Nacional como testigo y cómplice necesario –esto
ultimo lo apunto yo- de la trama valenciana de la Gürtel. La víspera, como aperitivo,
Camps se sometió a las preguntas de diputadas y diputados sobre la financiación
ilegal del PP valenciano, admitida ya por algunos imputados. No parece que el formato
elegido para estas comparecencias sea el más apropiado. Dio pie a que fuera un
altivo Camps el que parecía que examinaba a sus señorías. Soberbio, arrogante, retador,
impertinente,… Un iluminado subido a un ego saturado de prepotencia y
nepotismo, así se presentó el ex Molt
Honorable ante la Comisión Parlamentaria. Nada extraño para quienes le
conocen. Por lo que dijo, Camps vivió la presidencia de la Generalitat sin
vivirla en él, como si viviera en una burbuja ajena a cuanto ocurría a su
alrededor. Oyéndolo, es fácil comprender todo lo que nos pasó en aquellos años.
Tiempos de eventos que nos sumieron en la ruina y nos dejaron una pesada deuda
que heredarán las hijas de nuestras hijas. Construcciones faraónicas
convertidas en herrumbrosas cáscaras vacías. Megalómanos proyectos que nunca
vieron la luz y con los que se saqueó el erario. Universidades confesionales con
las que boicotear las públicas… Privatizaciones y recortes. Camps pasó por la
Generalitat como elefante por cacharrería. No dejó cazo sin abolladura. Y eso
que Zaplana puso alto el listón. Cuando los historiadores pongan negro sobre
blanco las dos décadas de gobiernos del PP, nos percataremos de la magnitud de
la destroza.
CABANYAL
Dice el refrán que “Zamora no se hizo en una hora”.
Destrozar es fácil. Lo complicado es construir sobre las ruinas. El Cabanyal-Canayamelar es un magnífico
ejemplo. Durante años, el Consistorio comandado por Rita se dedicó a hacer de este
barrio un gueto. Aplicó un plan sistémico para deteriorar su tejido humano y convertir
sus calles en antesala del infierno. Cuanto peor mejor, debió decirse la ex alcaldesa.
Objetivo: expulsar a la poca población autóctona que aún vivía en él y poder
trazar sobre su arruinado solar una gran avenida al mar con casas de alto standing. La resistencia vecinal pudo
con el empecinamiento especulativo. Salvem
el Cabanyal nació de aquella oposición. Se fijó en antecedentes como Salvem el Botànic, Recuperem Ciutat, una
de las primeras plataformas valencianas contra la especulación inmobiliaria.
También en Salvem l’Horta y en luchas
cívicas, dignas de mayor reconocimiento, como la de Un Saler per al poble o El
llit del Túria és nostre i el volem verd, hitos de resistencia contra
proyectos urbanos del tradofranquismo. Una memoria a reivindicar en estos
tiempos de olvidos y tergiversaciones, de mentiras y fake news.
Aunque el equipo de Ribó se puso manos a la obra
nada más llegar al Consistorio, de eso hace ya tres años, la lenta maquinaria
burocrática y la complejidad de las soluciones están retrasando los resultados.
Por ahora, poco más que proyectos. El último presentado por el equipo redactor
levantó ampollas. Anunciado un domingo desde la primera plana del Levante con
infografía de las zonas verdes a ocupar por viviendas, llamaba a la
indignación. ¿Qué está pasando? A pesar del proceso participativo, la
comunicación no ha funcionado. Hay que explicar más y mejor qué se quiere hacer
en el barrio. Resulta curioso que a quienes menos mal les parece el plan sea a
los colectivos okupas. Y es que contempla la construcción de centenares de viviendas
públicas de alquiler, la forma más eficaz de luchar contra la gentrificación. Un
argumento para reflexionar.
EL HOTEL
Otro tema para la polémica es el anunciado gran hotel
que se prevé levantar en la Marina. En el puerto de València interactúan 4
administraciones: Ministerio, Generalitat, Ayuntamiento y Autoridad Portuaria. No es fácil el acuerdo.
El Ministerio no ha asumido las deudas contraídas con motivo de la Copa del
América ni de la Fórmula 1. Tampoco en esto cumple el gobierno de Rajoy. Para la
cesión a València de la dársena interior ha puesto contrapartidas. La
autofinanciación es una de ellas. ¿Cómo revertir el capital que se invierta en
la Marina? La construcción de un edificio singular permitirá albergar múltiples
servicios, y obtener un cierto rendimiento a costa de cambiar el skyline de la fachada marítima de
València. La ciudad también se rediseña. ¿Será posible hacerlo de forma
sostenible y con buen gusto? Ese es el reto.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com
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